Las españolas cada vez se interesan más por viajar solas, con todo el crecimiento del sector que genera su demanda, pero hay que garantizarles unos mínimos para que se lancen con seguridad.

Hace una década eran escasas las mujeres españolas que se atrevían a viajar solas, ya no por el mundo, sino incluso por su propio país. Mientras las mujeres del norte de Europa, las israelíes, las australianas y las neozelandesas campaban a sus anchas por el sudeste asiático o por Latinoamérica, las del sur de Europa seguían contándose con los dedos de las manos.

Y, de repente, el boom de viajeras que demandan viajes en solitario o en grupos femeninos ha sido exponencial. Incluso han surgido editoriales especializadas como Ediciones Casiopea que editan libros a viajeras para lectoras viajeras, porque la demanda de este tipo de crónicas o guías de viajes con consejos para mujeres que viajan solas o quieren hacerlo va in crescendo.

La cantidad de bloggers viajeras que publican sus vivencias y recomendaciones, incluso dan charlas y se reúnen en Fitur para compartir experiencias demuestra que la temática tiene tirón porque despierta interés en el público femenino, que suele ser un target con altos índices de consumo.

En consecuencia, también han aumentado las agencias de viaje que ofrecen este tipo de servicio para mujeres, organizando grupos o customizando itinerarios en los que ellas se sientan más cómodas y tengan sus intereses, necesidades específicas y su seguridad cubiertas. ¿Qué necesidades debería cubrir el sector turístico para dar salida y sacar rentabilidad de este nicho de mercado tan potente? Vamos a enumerarlas:

La seguridad en el país de destino

Es la principal preocupación de las mujeres que se plantean viajar, pero temen que les acechen peligros que, con ciertas pautas de precaución, no tendrían por qué correr. Pero si se la garantiza una agencia o un/a guía que conozca el lugar, se animan a viajar solas mucho más tranquilas. Los destinos también deberían procurar que las mujeres en general (no solo las turistas) pudieran sentirse seguras por sus calles, quizá formar a sus policías turísticas para que las protejan más…

La sensibilidad

En ese sentido, es necesario que, en caso de emergencia, de accidente, de conflicto, de cualquier circunstancia que atente contra la seguridad, los agentes estén capacitados para apoyar y acompañar a la mujer a solucionar el asunto, y no la dejen sin atención por el hecho de ser mujer, como ocurre en ciertas sociedades donde los hombres no hablan directamente con las mujeres.

Conocer a la comunidad local

A muchas mujeres les gusta viajar conociendo a otras mujeres, dentro de su comunidad, para saber cómo viven, cómo crían a sus hijos, en qué trabajan, cómo salen adelante, de dónde sacan los recursos naturales, por qué mantienen sus costumbres ancestrales que, desde Europa, nos parecen machistas o discriminatorias… Es interesante que las agencias les presten esa actividad como servicio.

Consejos para salir por la noche

Una de las cosas que más refieren las mujeres que les da ‘palo’ a la hora de viajar solas es la de irse a cenar sin compañía. Tener que sentarse en una mesa a mirar al infinito. Por eso quizá sería interesante organizarles cenas en grupos, con los locales, o con otras mujeres, o con singles, para que aprovechen ese tiempo de ocio nocturno sin miedo a aburrirse.

Información sobre cómo interactuar con los oriundos

Cuando viajamos, tenemos que tener en cuenta la idiosincrasia de los habitantes, su cultura, sus costumbres, su religión, sus normas, su lenguaje no verbal e incluso algunas reglas tácitas entre ellos que, desde fuera, jamás podríamos prever. Por ejemplo, en India nunca dicen no, pero gesticulan como si asintieran, lo cual genera equívocos muy frustrantes. En particular, para cualquier relación con el género que le atraiga a la mujer, será muy positiva toda información que podamos dar periodistas, escritoras, guías, etc. a ese respecto, a fin de prevenir posibles malentendidos, frustraciones, malos rollos o consecuencias más graves.

Por dónde no ir sola

Los receptivos o guías turísticas deberían tener localizadas las zonas por donde puede ser peligroso moverse a determinadas horas y situárselas en el mapa a las turistas, junto con ciertas recomendaciones prudenciales como por dónde no ir con la cámara, el bolso, el móvil, la tablet o algo ostentoso en ristre, o dejarlo encima de la mesa de un bar… Y por dónde pueden moverse tranquilas sin temor a equivocarse.

Ofrecer todo tipo de servicios de su interés

No a todas las mujeres les gusta ir de shopping, no caigamos en el prejuicio. Muchas prefieren hacer multiaventura o submarinismo; sobre todo las más experimentadas solo irán a un centro comercial a por productos muy esenciales. Por eso hay que personalizar los viajes para cada tipo de viajeras, para la que hace turismo gastronómico, para la que busca mercadillos o productores locales, para la que quiere únicamente sol y playa e islas, para la que va a todos los cementerios…

Viajar en grupo trae ventajas

A algunas mujeres nos gusta viajar a solas e ir conociendo gente por el camino, pero muchísimas más prefieren ir con un grupo armado con el que establecer relaciones personales, aprender unas de otras, compartir experiencias y hacer amigas que perduren de vuelta a casa. Las agencias que posibiliten esto tendrán más posibilidades de ganar clientas.

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