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Muxía (A Coruña) se prepara ya para recibir a los primeros turistas que se alojarán en este edificio de casi 15.000 metros, construido al borde del Atlántico y completamente integrado en el paisaje. La cadena hotelera pública tiene previsto inaugurarlo antes de Semana Santa.

El pequeño pueblo de Muxía espera con ilusión la inauguración del nuevo Parador de Costa da Morte. Su paseo marítimo y sus comercios se están poniendo a punto para recibir a los turistas que, dentro de muy poco, antes de Semana Santa, comenzarán a llenar el hotel. Ese fue el propósito con el que se prometió construir un parador en la localidad: impulsar la economía en la zona después de la terrible tragedia ecológica del Prestige en 2002. Desde entonces, dieciocho años de complicadas gestiones y obras como explica Julio Castro, director del Parador: “Los trámites fueron lentos desde el principio, desde que se eligió la ubicación, la playa de Lourido, puesto que llevó varios años conseguir los terrenos”.

Integrado en el entorno

El autor del proyecto original, ganador del concurso público, fue el arquitecto vigués Alfonso Penela que ideó un edificio construido en terrazas sobre la ladera. Cuando el visitante se aproxima al parador por carretera, hay momentos en los que el edificio no se ve. Las cubiertas vegetales lo confunden con el paisaje. Al llegar, le recibe una plaza central que alberga la recepción, una sala de eventos y una zona de spa. Bajando hacia el mar, hay cuatro plantas de habitaciones, las 63 con cristaleras y terraza, todas con unas espectaculares vistas a la playa de Lourido, de unos 350 metros de longitud, y a una zona dunar muy importante en cuya parte alta está el Castro celta de Lourido.

Vistas panorámicas desde el parador

La punta de Lourido, donde se sitúa el parador, está encarada hacia el nordeste, hacia la península de Muxía, lo que permite contemplar el Santuario de la Virgen de la Barca y la punta rocosa de Corpiño do Muxía. Detrás se divisa el Cabo Vilán, en la Ría de Camariñas, posiblemente el faro más bonito de la Costa da Morte, una torre de piedra plantada sobre un promontorio rocoso. Asomándose al balcón de cualquiera de las habitaciones, “uno puede disfrutar del espectáculo tremendo de los grandes temporales de la Costa da Morte. Un mar que rompe fuerte, con mucha espuma blanca, y la bruma que envuelve muchas veces la península de Muxía por la evaporación del agua”, describe Castro.

Prolongación del Camino de Santiago

El Camino de Santiago a Finisterre y Muxía pasa justo por encima del terreno del parador. Antaño, una vez que los peregrinos llegaban a Santiago para ver la tumba del apóstol, proseguían esos 90 km más para llegar al promontorio Nerio, el fin de la tierra, el Finisterre conocido por los romanos, donde también estaba el santuario de la Virxe da Barca. Esa pequeña y bella iglesia es uno de los destinos de peregrinación marianos más importantes del mundo. Por el parador transcurre también la Ruta dos Faros, un camino natural que nace en Malpica y termina en Finisterre, y que permite al paseante contemplar catorce faros que alumbran a los barcos que se acercan a la peligrosa costa.

Tierra de leyendas

El alojamiento se sitúa es una zona rodeada de múltiples leyendas, religiosas y paganas. La ciudad enterrada de Dugium, el promontorio nerio de Finisterre, el Ara Solis del culto al Sol ya desde los celtas, el Santo Cristo de Fisterra… También la leyenda del Santuario de la Virxe da Barca, que cuenta que el apóstol Santiago, que intentaba con poco éxito cristianizar a los escépticos galaicos, recibió la visita en de la Virgen María, quien le animó a que siguiera su camino. En la punta donde está el santuario quedaron el casco, la vela y el timón de la barca -A Pedra de Abalar, Pedra dos Cadrís y Pedra do Timón- , consideradas hoy piedras míticas y curativas.

¿Qué tiene la Costa da Morte?

Desde el Cabo da Nave de Finisterre y desde el Cabo Touriñán de Muxía, se puede contemplar la puesta de sol más tardía de Europa. Pero, aparte de sus increíbles atardeceres, la Costa da Morte es un terreno natural de espectacular belleza, protegido dentro de la "Red Natura", muy distinto al resto de Galicia. Las Rías Baixas son rías más suaves y tranquilas, las Rías Altas son salvajes... “Pero nada que ver con la Costa da Morte, esa esquina que nace entre el Cantábrico y el Atlántico, muy abrupta, con muchos bajos de piedra que la hacen muy peligrosa para los navíos”, asegura el director del parador. De ahí que su nombre, costa de la muerte, que recuerda la infinidad de naufragios que se han producido allí a lo largo de la historia.

“Este Parador nace de la catástrofe ecológica del Prestige y queremos que se convierta en todo lo contrario: en un referente de sostenibilidad, de conservación del medioambiente y de desarrollo local en esta zona de la Costa da Morte”, asegura el presidente de Paradores, Óscar López Águeda. El establecimiento no tendrá plásticos de un solo uso en sus habitaciones y utilizará electricidad 100% renovable, como el resto de hoteles de la red.

La huella del Prestige ya no se nota porque la fauna terminó de limpiar el chapapote de todas las playas y los percebes crecen por doquier en la Punta de Buitra.

La gastronomía del parador, otro placer

Esos percebes nos harán felices en las mesas del restaurante del parador, que pretende “impulsar la gastronomía local y las recetas tradicionales. Lo vamos a tener muy fácil porque contamos con mucha materia prima de máxima calidad: pescados, mariscos y también muy buenas verduras. En la zona hay excelentes explotaciones agrarias que nos van a servir productos de kilómetro cero”, cuenta Julio Castro. El director promete una especial atención a los vinos, en cuya selección no faltarán caldos de las cinco denominaciones de origen gallegas.

La singular arquitectura

Según su director, “el de Muxía va a ser el parador más vanguardista de España ya que su arquitectura está muy integrada en el entorno, con todas las cubiertas vegetales, excepto la última, la superior, cuyos materiales mezclan cristal, madera y zinc. Las maderas son de bambú, de haya y de roble”. Desde fuera parece más pequeño de lo que es, porque está enterrado hacia adentro en la ladera, es decir, tiene profundidad, pero hay 15.000m2 de superficie habitable dentro del edificio. A lo que se le suman tres hectáreas de terreno que llegan hasta el mar. No en vano, desde cada habitación se sale a distintos caminos que terminan en la playa.

Decoración natural

Las 63 habitaciones están decoradas de forma muy natural. La inspiración está en las formas orgánicas, en las piedras, en la vegetación, colores, formas, sentimientos y leyendas de la Costa da Morte cuya geografía se recorre también a través de las cuatro plantas de las habitaciones. Cada una de las plantas representa una de las cuatro rías: la Ría de Corcubión, la Ría de Lires, la Ría de Camariñas y la Ría de Corme y Lage. Cada habitación tiene nombre de un lugar visitable y una carta náutica para que el huésped sepa por qué esa habitación se llama así y dónde está ubicado el lugar que recuerda y cuál es su leyenda. Lo mismo pasa con otros espacios como la "Cafetería La Buserana".

Arte y cultura de Galicia

El proyecto artístico - cultural del establecimiento pretende profundizar en el territorio, en la cultura y artistas de la zona, que es sorprendentemente activa. María Gimeno, responsable de Colecciones Artísticas de Paradores, es la encargada de ponerla al alcance de los clientes del Parador de Muxía, en cuyas paredes colgarán fotografías en blanco y negro del siglo XX “que nos transportan a otra época y nos ayudan a entender la sociedad, las formas de vida y la identidad de este territorio”. También se podrán contemplar fotografías icónicas como la de Xurxo Lobato, “Hundimiento del Prestige, 2002”, símbolo en las movilizaciones del movimiento Nunca Mais. Manuel Sendón, con una fotografía de gran formato de su serie “Crebas, 2009” nos traslada a un mundo poético y mágico vinculado al mar. Además, el parador albergará dos imponentes esculturas de madera de artistas gallegos contemporáneos: “Habanero”, de Francisco Leiro y “Becerro”, de Álvaro de la Vega. La oferta cultural se completa con guiños a la artesanía local, la cerámica de Buño y el bordado de Camariñas, y con una biblioteca frente al mar “con más de 300 volúmenes en los que el cliente descubrirá la literatura gallega y la Costa da Morte”, explica Gimeno.

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