Los grandes nombres de la arquitectura tienen gancho y atraen visitantes a las bodegas que, a su vez, fomentan otras actividades turísticas alrededor como fundaciones, museos, catas, hoteles, rutas...

No son pocas las bodegas que, a lo largo de la historia, se han hecho con grandes obras arquitectónicas para proteger sus caldos de las inclemencias del tiempo. Ni se quedan cortas las que se adornan con cuadros clásicos maravillosos, ni son pocos los lienzos que reflejan el proceso de elaboración o bellos bodegones de la vid.

La Vinicultura, que, según el Diccionario del Vino, es el “conjunto de conocimientos, sistemas, procesos, etc. necesarios para elaborar el vino”, ha estado siempre rodeada por todas las demás expresiones de la cultura. Como referente, la Fundación para la Cultura del Vino (FCV) “pretende dar a conocer en la sociedad española el vino de calidad y mostrar los múltiples ejemplos que en nuestro país se dan de estrecha relación entre el mundo de la cultura y el del vino, entendida tanto como cultura popular y lo arraigado que el vino está en ella, como cultura en sentido de las artes y las múltiples relaciones que el vino tiene con todo tipo de disciplinas artísticas”.

La arquitectura de las bodegas, un clásico muy atractivo

En la Fundación observan que muchos bodegueros están “haciendo un esfuerzo considerable para modernizar sus instalaciones, no solo desde un punto de vista meramente técnico, para mejorar la elaboración de los vinos de calidad que producen, sino también por la importancia que día a día van cobrando las visitas. Todas las bodegas son muy conscientes de la importancia creciente del turismo del vino y la relación cada vez más estrecha entre mundo del vino, hostelería y restauración, así como las posibilidades que ello ofrece a un posible incremento de la venta directa”.

Ahora bien, no es simplemente una moda contemporánea pasajera. Por poner un ejemplo, en el siglo XIX, bodegas como González Byass, famosa por su Tío Pepe, apostaron por la arquitectura de vanguardia: “La Bodega de la Concha se llama así por la forma del techo, como un molusco. Se construyó para celebrar la visita de la reina Isabel II y se atribuye el diseño de esta bodega al famoso Gustave Eiffel, arquitecto de París, de 1872. Su mano se nota en el edificio metálico, todo a remaches, sin una soldadura ni columna que aguanten el peso, que lo soporta el anillo real”, comenta su portavoz.

Y esa tradición de embellecer sus instalaciones ha sido extendida por las mejores marcas viticultoras a la hora de fichar a reconocidos arquitectos para atraer a más aficionados al vino. Así lo confirma Álvaro García, de la agencia especializada on line Viajeros del Vino, para quien “los grandes nombres de la arquitectura tienen gancho y atraen visitantes a las zonas vinícolas donde firman sus edificios”. Es el caso de Moneo para Chivite en Pago de Arínzano o de Marqués de Riscal, que ha creado la Ciudad del Vino alrededor de la obra de Frank Ghery (quien ya tiene su propio vino homónimo) e incluye un hotel de lujo y hasta su exclusivo spa vinoterapéutico”.

Por su parte, Bodegas Sommos, situada en la DO Somontano, ha sido elegida como la segunda maravilla arquitectónica del mundo gracias al proyecto del arquitecto J. Mariano Pascual. Ysios fichó a Calatrava en La Rioja; Campoviejo, a Ignacio Quemada en Villar de Arrendó; Protos probó con Richard Rogers en Peñafiel; Portia, para grupo Faustino, acertó con Norman Foster en Gumiel de Izán, en Burgos; López de Heredia apostó por Zaha Adid en Haro... Hasta en Lanzarote hay bodegas que merece la pena visitar, como Stratvs.

ÁLVARO GARCÍA
(Agencia especializada on line Viajeros del Vino)

“Los grandes nombres de la arquitectura tienen gancho y atraen visitantes a las zonas vinícolas donde firman sus edificios".

¿Qué más aportan las bodegas al turismo?

Según Álvaro García, “la finalidad es conectar las visitas de las bodegas con la naturaleza que rodea al mundo del vino” permitiendo “organizar catas al aire libre, picnics y todo tipo de eventos, desde celebraciones hasta reuniones empresariales”. Aquí unos cuantos ejemplos:

Experiencias muy vívidas

La bodega Viña Real lo dio todo por Philippe Mazières en Laguardia, La Rioja Alavesa, poniendo un mirador donde sorprende visualmente al visitante una gigantesca tina, que se alza sobre el Cerro de la Mesa y, con esas vistas, se celebra la Viña Real Experience para catar sus vinos con un menú maridado. Algo parecido hace CVNE, que incluso tiene ludoteca para que los padres caten mientras los niños juegan.

Actividades con valor añadido

Ante la curiosidad de los consumidores de vino, es necesario ofrecer un valor añadido, que es el criterio por el cual se recomiendan ciertas bodegas: restaurantes para particulares, celebraciones y encuentros empresariales, paseos en globo sobre viñedos, rutas de cicloturismo o 4x4, visitas y actividades entre viñedos (como catas al atardecer), conciertos, cursos de cata y maridaje, exposiciones artísticas, recitales de literatura y poesía.... En general, en toda España hay una ingente oferta, a consultar en la web de la Fundación, “que recoge todas las actividades, propias o no, en las que se relacione el vino con algún aspecto de carácter cultural”.

Festivales vinateros

En los últimos tiempos hemos visto el surgimiento de varios festivales de música y gastronomía convocados por Denominaciones de Origen o por empresas bodegueras que congregan a miles de aficionados al vino con la intención de fomentar su consumo y dar a conocer sus productos. La DO Ribera del Duero incluso mejora la oferta de bebidas de ciertos festivales ya asentados donde antes solo servían cerveza y combinados y ahora ponen tres stands de sus vinos.

Rutas en bus para poder catar

Uno de los grandes dilemas de ir de bodegas es cómo bebes si tienes que conducir de vuelta, así que muchas DO ya han caído en la cuenta de que lo mejor es poner un bus vitivinícola que traslade a los aficionados de una bodega a otra, por ejemplo, las rutas de la Garnacha de la DO Borja o del Vino de las Piedras de Cariñena.

Museos para fomentar el conocimiento de la vinicultura

Algunos ayuntamientos han creado sus propios museos, de hecho, hay una Asociación de Museos del Vino de España, y en todas las DO hay alguno. En Rioja, Dinastía Vivanco es de los más antiguos en ofertar multitud de experiencias como “visitas al Museo y a la Bodega guiadas. Realizamos los fines de semana cursos de iniciación a la cata de dos horas de duración y actividades infantiles todas las semanas. Asimismo, realizamos actividades para celebrar determinados periodos del año, como la vendimia, exposiciones temporales en la entrada al Museo… Y tenemos un Centro de Documentación con todo tipo de documentos relacionados con el mundo del vino: revistas, libros, cartas, vídeos, etc.”.

Pinacotecas más allá del vino

No es raro que los bodegueros hayan tenido una especial sensibilidad hacia el arte en general y ahora quieran compartir sus colecciones con los visitantes que vayan a probar sus vinos. Por ejemplo, Bodega Tradición, en Jerez, muestra una espectacular pinacoteca privada que es de lo mejor de España en clásicos.

Clubs de bebedores de vino

En todas las ciudades se organizan catas en las vinotecas y existen clubs de aficionados que realizan catas mensuales con actividades y visitas a bodegas. Por ejemplo, el Club Diviñas, en Zaragoza, aglutina a 400 mujeres que lo mismo hacen una cata solidaria por la Lucha contra el Cáncer que se van a pintar cuadros con vinos, aparte de bebérselos. En esa línea, el pintor ‘al vino’ Cristóbal Pérez García ‘Tobal’ organizó la experiencia de pintar con vino y un asistente cuenta: “Nos reunió a una veintena de pintores de 10 galerías de arte la región. Pintamos con vinos reducidos y tierras naturales con temple al huevo como aglutinante”.

En conclusión, para Álvaro García, “la democratización del turismo del vino es una realidad, pero aún nos queda mucho por hacer, a través de programas integrados entre todos los actores (bodegas, rutas, hoteles, restaurantes, agencias, ayuntamientos, autonomías...)”. De momento, están floreciendo cantidad de hoteles y casas rurales alrededor de las bodegas de diseño o incluso de los museos. O sea, actividad enológica atrae más actividad turística.

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