Elena Horrillo · 18·junio·2025
Si se hace una búsqueda rápida del concepto creatividad en el diccionario de la lengua española, además de su definición —facultad de crear, en una primera acepción, y capacidad de creación, en una segunda—, aparecen algunos sinónimos como inventiva, imaginación, ingenio o inspiración. Una serie de palabras que, en la mayoría de los casos, se asocian a disciplinas artísticas como la literatura, la pintura, la música o el cine. Sin embargo, la creatividad en la ciencia es imprescindible para abordar nuevas ideas, enfoques y soluciones a problemas complejos.
Esa es la opinión de Arkaitz Carracedo, biólogo y profesor de investigación Ikerbasque en el Centro de Investigación Cooperativa en Biociencias (CIC bioGUNE), y de Xavier Trepat, físico, ingeniero y líder del grupo de investigación Dinámica integrativa de células y tejidos en el Instituto de Bioingeniería de Cataluña (IBEC). Estos dos científicos, que se han reunido en un nuevo vídeo de Conversaciones con Ciencia, tienen en común dos cosas: que han sido galardonados con el Premio Fundación Banco Sabadell a la Investigación Biomédica —Trepat en 2015 y Carracedo en 2019— y que ambos son tanto investigadores como artistas.
“En música creas una melodía o un solo, una improvisación. En ciencia creas una teoría, una nueva interpretación. En cierta manera, aparece algo que no existía antes de que tú contribuyeras”, afirma Trepat, que lleva tocando el trombón en grupos de jazz desde que estudiaba la carrera. Para él, la diferencia entre los dos ámbitos creativos está en cómo se viven emocionalmente; en la ciencia se busca la objetividad y en la “música todo es emoción, todo es subjetivo”, explica. Por su parte, Carracedo, que pintaba cuando era joven y lo recuperó a raíz de acompañar a sus hijas, hace hincapié en la necesidad de encontrarse en un estado físico y mental apropiado para dar rienda suelta a esa creatividad, ya sea ante un lienzo o en el laboratorio. “En el momento en que la creatividad se apaga, solo somos capaces de hacer tareas. Yo en el laboratorio puedo hacer muchas tareas, pero esa ventana creativa necesita que tenga un estado de tranquilidad, de confianza en los que me rodean”, razona.
Doctor en Bioquímica y Biología Molecular por la Universidad Complutense de Madrid. Carracedo primero se unió al laboratorio de Pier Paolo Pandolfi en el Centro Oncológico Memorial Sloan-Kettering en Nueva York, para después regresar a España a liderar su propio equipo en el instituto CIC BioGune, un centro de biotecnología en el País Vasco donde se centran en el estudio del metabolismo del cáncer. Esta investigación le llevó a obtener el Premio Nacional de Investigación para jóvenes en Biología en 2022. Anteriormente, fue ganador del Premio Fundación Banco Sabadell a la Investigación Biomédica en 2019 por su contribución en el campo de la oncología y sus aportaciones pioneras para entender la progresión del cáncer de próstata.
Fue precisamente esa creatividad la que los llevó a ambos a hacerse las preguntas adecuadas. “Nos dimos cuenta de que nuestras hipótesis fallaban porque muchas veces las células que estaban liderando la respuesta que nosotros observábamos no eran las células de cáncer”, explica Carracedo. Por ello, el equipo del investigador vasco se vio obligado a dar un paso atrás e incluso a replantear los modelos experimentales con los que se estaban acercando a la enfermedad. “El mundo del cáncer siempre se ha centrado en la célula tumoral y esto obviamente es muy lógico, pero nosotros tenemos estudios en los cuales vemos que las células del entorno son incluso más importantes que las células tumorales”, asegura Trepat. Y es que, como explica el físico e ingeniero, aunque lógicamente sin las células tumorales no existiría el cáncer, a la hora de entender el progreso del tumor hay que entender también el papel de las células que están junto a ellas.
“El tumor secuestra su entorno para que le ayude a hacer funciones que él mismo no puede hacer, por ejemplo, iniciar un proceso metastásico. En algunos casos, las células tumorales no se escaparían del tumor primario para formar una metástasis, porque tienen mucha adhesión. Pero estos consiguen que las células de su entorno les ayuden a salir de ese tumor primario e iniciar el proceso secundario”, explica Trepat, quien aboga no solo por entender el tumor, sino también las células que lo rodean desde varias perspectivas: genética, bioquímica y física. “Muchas veces las células sanas forman cápsulas alrededor de los tumores, esto impide que las células del sistema inmune penetren en el tumor y lo maten. Por esta razón, muchas inmunoterapias fallan. Esto se puede explicar, en parte, gracias a la física. Por eso importante desarrollar nuevos ensayos, nuevos marcos conceptuales”, ejemplifica Trepat.
Físico e ingeniero, Trepat se incorporó al Programa de Ciencias Fisiológicas Moleculares e Integrativas de la Universidad de Harvard como investigador postdoctoral. Posteriormente, se unió como investigador al ICREA (Institución Catalana de Investigación y Estudios Avanzados) en el Instituto de Bioingeniería de Cataluña (IBEC) donde su investigación se centra en el desarrollo de tecnologías para el estudio de las propiedades físicas de células y su impacto en enfermedades como el cáncer o la inflamación crónica. En 2015 obtuvo el Premio Fundación Banco Sabadell a la Investigación Biomédica por ser el primero en describir un nuevo mecanismo de relaciones físicas entre células que puede promover la metástasis en el cáncer.
Sin embargo, para ser capaz de dar ese paso atrás, reconocer que no se está en el camino correcto y corregir el rumbo es necesario una cualidad fundamental: la humildad. “Debemos tener la humildad para decir: el puzzle es más grande de lo que nosotros estamos viendo”, señala Carracedo, que a su vez explica: “nuestro trabajo es una suerte, porque está empujado por el compromiso, por la ilusión, por las ganas de saber, por la humildad y por la creatividad”. Por su parte, Trepat añade una cualidad más, la tenacidad, ya que la frustración es una emoción que está muy presente en el día a día de los investigadores.
Aunque para el investigador catalán hay algo casi más satisfactorio que los descubrimientos: el legado. “Esto es casi como tener hijos, es muy gratificante al final. Yo creo que llegará un día en que se acabará tu carrera investigadora, pero mirarás atrás, verás todo lo que tu laboratorio ha descubierto y te quedarás con el legado, con toda la gente que tú contribuiste a formar”, afirma. Es lo que Carracedo llama el impacto de la investigación: “personas formadas, personas que han hecho un camino, personas que lo continúan, personas que superan lo que han visto en su formación. Eso es una medida de impacto”, sentencia.