Elena Horrillo · 11·junio·2025
Se estima que un ser humano tiene aproximadamente 30 billones de células, en función de su sexo, su edad e incluso su tamaño. La mayoría de ellas solo son visibles con un microscopio, aunque el óvulo, considerada la célula más grande del cuerpo humano, es perceptible por el ojo humano. Además, también es una de las células más longevas, ya que los óvulos se producen cuando la persona es aún un embrión en desarrollo.
Esta es una de las curiosidades que destaca, en un nuevo vídeo de Conversaciones con Ciencia, Elvan Böke, bióloga molecular y jefa del grupo Biología del Ovocito y Dormición Celular en CRG Barcelona. Böke, que fue galardonada con el Premio Fundación Banco Sabadell a la investigación biomédica en 2024, charla, en el vigésimo aniversario de la creación de estos premios, con Ben Lehner, jefe de grupos Sistemas y Biología Sintética en CRG de Barcelona y Genómica Sintética y Generativa en Wellcome Sanger Institute (Reino Unido) y Premio Fundación Banco Sabadell a la investigación biomédica en 2012.
“Siempre me ha interesado saber por qué todos los individuos somos diferentes. Me ha interesado la cuestión de dónde viene eso y cómo empezó realmente”, explica Lehner, que comenzó estudiando los C. elegans, un diminuto gusano nematodo que ha demostrado ser un muy buen sistema modelo porque, aunque no lo parezca, comparte muchos genes o equivalentes funcionales con los humanos. No en vano, se puede decir que su estudio ha contribuido al logro de más de un premio Nobel. “Siempre me interesaron, tratando de comprender cómo los cambios en la secuencia de ADN de los gusanos afectan a sus fenotipos. Notamos que, cuando tienes gusanos genéticamente idénticos, algunos son diferentes. De hecho, si tienen una mutación en su ADN que produce una enfermedad, algunos contraen la enfermedad y otros no, y esto es así incluso con gusanos con genomas idénticos y que están en un entorno muy controlado”, señala Lehner.
Buscando la respuesta a esa cuestión, Lehner empezó a preguntarse de dónde venía esa variación y así llegó a su nuevo campo de estudio; lo que provocan todos esos cambios en el ADN. “Entre mi genoma y tu genoma hay millones de diferencias en la secuencia, somos casi iguales, pero, aun así, tenemos millones de diferencias. Todavía no se sabe la función de la mayoría de estas diferencias en los seres humanos, así que no sabemos cuáles son todos los cambios en el ADN, las mutaciones que rompen los genes y que hacen que no funcionen”, relata Lehner para quien “esto de pensar continuamente sobre cosas que no entendemos y luchar con lo desconocido es una de las cosas más gratificantes en las que puedes emplear tu tiempo”.
Conocida por su investigación sobre la fertilidad femenina y la biología de los ovocitos, la Dra. Elvan Böke es jefa del grupo Biología del Ovocito y Dormición Celular en CRG Barcelona. y ha logrado importantes avances para comprender cómo los ovocitos se mantienen en condiciones prístinas durante varias décadas y por qué estas estrategias en ocasiones fallan con la edad materna avanzada.
Böke fue galardonada con el Premio Fundación Banco Sabadell a la investigación biomédica en 2024.
“Mucha gente no se da cuenta de lo divertido que es hacer ciencia, porque estás haciendo las preguntas que te interesan y aprendes de verdad por el camino, aunque fallas bastante, obtienes las respuestas”, conviene Böke, a quien la vocación le viene desde pequeña, cuando sus dibujos animados favoritos eran Las Tortugas Ninja Mutantes y Spiderman. “Todas mis cosas favoritas tenían que ver con los organismos genéticamente modificados”, explica con una sonrisa. Más tarde, se empezó a interesar por la fertilidad, algo que achaca a que su madre era mucho más mayor de lo habitual cuando dio a luz a su único hermano, 12 años menor que ella. “Mis padres le hacían preguntas al médico y él contestaba algo así como: 'Bueno, así es como se desarrolla un embarazo medio, pero no sabemos todas las respuestas. Cada embarazo es diferente'". “Y siempre me preguntaba lo mismo ¿por qué no sabemos las respuestas?”, señala Böke, que ahora mismo está estudiando lo que comen los óvulos en los ovarios. “Sabemos que las mujeres anoréxicas y las que sufren de sobrepeso tienen problemas de fertilidad, pero no sabemos realmente la razón. Sabemos que hay una conexión inherente entre la fertilidad y la dieta, pero no sabemos la base molecular”, resume.
Ambos científicos se muestran de acuerdo en la importancia de hacerse preguntas y, a ser posible, hacerse preguntas que nunca nadie se ha hecho antes. También en intentar hacer cosas que otros investigadores no están haciendo ya. Así Lehner reivindica el carácter creativo de su trabajo, porque, en muchas ocasiones, se obtienen respuestas que difieren de la pregunta inicialmente formulada. “Me encanta cuando estás trabajando en algo y lo estás haciendo solo porque crees que plantea una cuestión interesante. Es una cuestión muy básica, pero luego, a mitad de camino, de repente, te das cuenta de que es relevante para algo completamente diferente, algo en lo que no estabas pensando”, explica el británico.
Lehner pone de ejemplo lo sucedido con ALLO X, una empresa de biotecnología creada, junto con otros tres investigadores, para abordar las proteínas no tratables. “Queríamos poder mapear los sitios de unión de los fármacos en las proteínas, pero no fue así, en absoluto. A mitad de camino nos dimos cuenta de que esto nos permitía hacer algo que sería muy útil para el desarrollo de ciertos fármacos. Nunca hubo ningún plan para hacerlo”, señala.
Es jefe de grupos Sistemas y Biología Sintética en CRG Barcelona y Genómica Sintética y Generativa en Wellcome Sanger Institute (Reino Unido) y lleva años trabajando en su laboratorio sobre temas como la comprensión y predicción de cómo las mutaciones genéticas conducen a cambios fenotípicos (lo que le valió el Premio Fundación Banco Sabadell a la investigación biomédica en 2012) o la tecnología para diseñar nuevos fármacos dirigidos a sitios alostéricos de proteínas. Además de su cargo en el CRG, dirige un grupo en el Wellcome Sanger Institute en Cambridge y es miembro de la Royal Society, una de las academias científicas más importantes a nivel mundial.
Los avances tecnológicos están provocando que los experimentos avancen de una forma mucho más rápida. “La inteligencia artificial va a ser muy útil en biología porque con ella se puede construir modelos realmente complejos y predictivos”, apunta Lehner. En los experimentos actuales se obtienen conjuntos de datos con los que se pueden entrenar modelos de Inteligencia Artificial que, a la larga, pueden llegar a predecir lo que ocurre. “Cambias la secuencia de ADN y cuantificas exactamente lo que ocurre. Esto significa que una sola persona ahora puede hacer tantos experimentos como el mundo entero hace 10 años”, ejemplifica Lehner.