El cerebro,
ese gran desconocido que estudia su propio enigma

El cerebro,
ese gran desconocido que estudia su propio enigma

Dos investigadores expertos, un psiquiatra y un neurocientífico, reflexionan sobre la misión de explorar y descifrar el órgano más complejo en el vídeopodcast ‘Conversaciones con Ciencia’.

Elena Horrillo · 4·junio·2025

El cerebro es el único órgano que se estudia a sí mismo. Situado en el cráneo y con un peso algo menor de un kilo y medio, según las investigaciones consta de 86.000 millones de neuronas y, teniendo en cuenta que cada una de ellas conecta a su vez con otras, se podría hablar de unos 1.000 billones de conexiones. También se ha demostrado que es un mito que a mayor tamaño, mayor inteligencia y también eso de que solo se use un 10% —lo cierto es que está siempre activo, incluso durante el sueño—, la cuestión es que hay muchas cuestiones del cerebro que aún se desconocen.

Ese, el cerebro y sus secretos, es precisamente el campo de estudio de Benedicto Crespo-Facorro, catedrático de psiquiatría y director de la Unidad de gestión clínica de Salud Mental del Hospital Universitario Virgen del Rocío (Sevilla) y de Manuel Valiente, doctor en neurociencias y líder del grupo Metástasis cerebral del Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas (CNIO). “Realmente cada parte del cerebro tiene una función determinada, pero a la vez tiene una conexión que, a día de hoy, todavía tratamos de entender”, asegura Valiente, en este vídeopodcast del ciclo Conversaciones con Ciencia que ha unido a diferentes galardonados por el Premio Fundación Banco Sabadell a la Investigación Biomédica, en el vigésimo aniversario de su creación.

Para ambos expertos, precisamente la lucha contra ese desconocimiento es una motivación diaria y un reto constante. Coinciden en que “se ha avanzado muchísimo” pero aún hay mucho por investigar. “La complejidad del cerebro es apasionante, pero a la vez intimida”, afirma Crespo-Facorro, recientemente elegido académico de la Real Academia Nacional de Medicina.

Este psiquiatra lleva años estudiando los aspectos clínicos y las bases biológicas de las psicosis no afectivas (PNA), en especial de la esquizofrenia, lo que le valió, ya en 2007, el premio Fundación Banco Sabadell a la Investigación Biomédica. No en vano, estos galardones buscan reconocer la excelencia de jóvenes investigadores que destaquen en su especialidad por su capacidad de innovación. Ahora en su laboratorio trabajan con modelos para intentar dar respuesta a los grandes problemas de salud mental. “Debemos ser conscientes de la heterogeneidad en la clínica, no todos las esquizofrenias son iguales, no todas las depresiones son iguales, e intentar buscar esos biomarcadores, esos aspectos biológicos tratables, modificables, que nos permitan esos nuevos tratamientos que evidentemente redundarán en mejor calidad de vida de la población”, explica Crespo-Facorro.

Investigación

Benedicto Crespo-Facorro

Este psiquiatra lleva años estudiando los aspectos clínicos y las bases biológicas de las psicosis no afectivas (PNA), en especial de la esquizofrenia, lo que le valió, ya en 2007, el premio Fundación Banco Sabadell a la Investigación Biomédica.

Ahora en su laboratorio trabajan con modelos para intentar dar respuesta a los grandes problemas de salud mental.

La importancia de la interconexión

Un lenguaje común para estudiar el cerebro

Si hay algo que está claro sobre el cerebro es la increíble conexión que tiene con prácticamente todas las partes del organismo y su participación en innumerables procesos. “Cómo a partir de un órgano pueden generarse tantas funciones diversas, que lo que somos realmente, gran parte de lo que somos y cómo actuamos está determinado en este órgano, eso me parece fascinante”, señala Valiente. Y curiosamente seguir su ejemplo es algo que puede ser determinante para avanzar en su conocimiento. Es precisamente por esto por lo que aboga Crespo-Facorro: “Una de las grandes tendencias actuales es intentar poner en red, la multidisciplinaria. Es decir que el psiquiatra puede estar hablando con un biólogo molecular, con un neurocientífico, etc.”. Aunque, eso sí, el psiquiatra se queja de que uno de los grandes hándicap de su disciplina es precisamente ese, la dificultad al intentar atraer a expertos de otros campos.

Algo en lo que Valiente está de acuerdo y en lo que corrobora la dificultad: “Al principio parece que está teniendo un diálogo de besugos porque uno habla de sus cosas, el otro habla de sus cosas, hablas, pero realmente la sensación es que es que yo no estoy acabando de entender. Y no sé si la otra parte tiene esta sensación”. Sin embargo, para el neurocientífico es solo una cuestión de paciencia y de dejar que la cosa vaya fluyendo. “En algún momento empieza a haber un clic, una conexión, un punto que une. Esa conversación a lo mejor hay muchas cosas que no van a ninguna parte, pero cuando se hace esa conexión permite empezar a indagar desde perspectivas muy diferentes y abordar problemas que son trascendentes”, sentencia Valiente.

Y desde luego, él lo sabe bien. En su equipo estudian cómo llega la metástasis al cerebro y cómo viven y proliferan allí las células cancerosas y por qué los tratamientos fallan más en esa zona. “Tenemos una red de investigación centrada en metástasis cerebral donde hemos conectado clínicos de diferentes especialidades, gente que hace imagen, que dan radioterapia o que hacen cirugías, con investigadores básicos, con un biobanco… Y realmente estamos viendo como el proceso de investigación es más eficiente”, explica Valiente, que obtuvo el Premio Fundación Banco Sabadell a la Investigación Biomédica en 2023. Para él, como narra en el vídeo, es fundamental que se comparta ese conocimiento, se dé tiempo a compartir opiniones y así se vean dónde están los puntos fuertes y los puntos débiles. “Esto es muy enriquecedor. Además aprendes un montón durante el proceso”, sentencia.

Investigación

Manuel Valiente

En su equipo estudian cómo llega la metástasis al cerebro y cómo viven y proliferan allí las células cancerosas y por qué los tratamientos fallan más en esa zona.

La plasticidad o la capacidad de adaptación

El cerebro cambia... y quienes lo estudian también

Otra de las características fundamentales del cerebro —y también de quienes lo estudian— es la plasticidad. Algo especialmente singular para Crespo-Facorro. “Está continuamente recibiendo y modificándose en su biología, en su función, dependiendo del entorno que le rodea. Interno y externo. Eso es mágico para mí”, señala. Y es que el cerebro cambia y se adapta constantemente. Algunos claros ejemplos pueden ser cuando se dan nuevos aprendizajes, por ejemplo un idioma, o al sufrir una lesión donde se producen nuevas conexiones neuronales.

Y, como no podía ser de otra forma, esa capacidad de adaptación también es necesaria para aquellos que aspiran a desentrañar sus secretos.“A lo mejor, desde fuera, la imagen del investigador del laboratorio, con la bata, las gafas, se corresponde muy poco con la realidad. Yo creo que es un trabajo súper creativo. Enfrentarte al desconocimiento es maravilloso. Sabes que el problema está ahí. Y sabes que si hay un problema, tiene que haber una solución. Cómo llegar, esa es la dificultad”, reflexiona Valiente, feliz de poder salir prácticamente a diario de su zona de confort para poder llevar a cabo un trabajo que le apasiona.

En esa motivación por su trabajo que ambos investigadores relatan, también se percibe una importante responsabilidad que les sirve de acicate para seguir avanzando. “Tener esa responsabilidad y también tener esa presión. Tengo que intentar ir lo más rápido posible, hacer las cosas lo mejor posible, buscar el mayor impacto posible para que algo de lo que estoy haciendo dentro de unos años pueda llegar a la clínica”, resume Valiente. También abogan por el futuro, por esos niños que empiecen a descubrir en la ciencia, en la investigación, el mundo estimulante que ellos ven y que todos deberían percibir. “Como persona ¿cómo no te va a interesar qué eres o cómo te has construido?”, sentencia Valiente.