Cáncer y cerebro,
los dos enigmas que siguen desafiando a la ciencia

Cáncer y cerebro,
los dos enigmas que siguen desafiando a la ciencia

Dos investigadores españoles analizan cómo la ciencia está transformando la lucha contra el cáncer y por qué el cerebro es uno de los grandes retos biomédicos del siglo.

Elena Horrillo · 16·julio·2025

Según las estimaciones de la Organización Mundial de la Salud (OMS), se prevé que en 2050 se diagnostiquen más de 35 millones de nuevos casos de cáncer, lo que supone un aumento del 77% con respecto a los casos estimados en 2022. En España, según el informe Las cifras del cáncer en España 2025, elaborado por la Sociedad Española de Oncología Médica (SEOM) y la Red Española de Registros de Cáncer (REDECAN), en 2025 se registrarán más de 296.000 nuevos casos, un 3,3% más que en 2024.

Con estas abrumadoras cifras, no es de extrañar que la lucha contra esta enfermedad sea una prioridad para la comunidad científica. De hecho, esta enfermedad se comprende cada día mejor; en la actualidad se previene y se trata con éxito en muchos casos. “Es muy complejo, son diferentes enfermedades, que cambian con el tiempo; cada tumor es diferente. Necesitamos medicina personalizada de precisión, necesitamos tratamientos especializados para cada paciente”, señala Joan Seoane, Premio Fundación Banco Sabadell a la Investigación Biomédica en 2009, que puntualiza: “La visión más optimista nos invita a mirar 20 años atrás. El significado del cáncer es muy distinto en la actualidad; la respuesta a este avance es la ciencia”. Seoane se une a Óscar Marín, que obtuvo el mismo premio un año antes, en una nueva entrega de Conversaciones con Ciencia. Una charla en la que ambos expertos debaten sobre cómo la ciencia va ganando terreno a esta enfermedad.

“Debemos entender cómo el cáncer logra escabullirse del sistema inmune; qué escudos utiliza para crecer. Si logramos eliminar esos escudos, tendremos un tratamiento muy bueno, que será independiente de la heterogeneidad del cáncer. También tendremos la posibilidad de crear un tratamiento a largo plazo, porque, a pesar de que el cáncer cambie, siempre podremos intentar actuar con la ayuda del sistema inmune”, relata Seoane, que se encuentra muy interesado por la inmunoterapia, es decir, la capacidad del sistema inmune de erradicar o atacar el cáncer.

Además, Seoane se muestra optimista con el futuro de la investigación biomédica en España, a la que augura un horizonte muy positivo: “Estamos en el vértice del iceberg; en el contexto de entender los mecanismos moleculares y tener la capacidad de actuar, para intentar modificar los procesos que no están funcionando bien”. Algo con lo que Marín, que también es presidente del jurado del Premio Fundación Banco Sabadell a la Investigación Biomédica, se muestra de acuerdo y pone como ejemplo la evaluación de las candidaturas a dichos premios: “Obtienes una visión puntual, pero muy precisa de cuál es el estado de la investigación biomédica en España. El número y la calidad de las nominaciones es realmente espectacular”.

Investigación

Joan Seoane

Joan Seoane es doctor en bioquímica y profesor de investigación en la Institución Catalana de Investigación y Estudios Avanzados (ICREA). Es jefe del Grupo de Expresión Génica y Cáncer, así como codirector del Programa de Investigación preclínica y Traslacional del Instituto de Oncología del Hospital Universitario Vall d’Hebron (VHIO). Además, también es presidente y cofundador de Mosaico Biomedicals, una spin-off de ese mismo instituto. En 2009 recibió el Premio Fundación Banco Sabadell a la Investigación Biomédica por su trabajo sobre la proliferación celular y la relevancia de las células madre tumorales en la progresión del cáncer.

La biología de la adaptación

La investigación debe ajustarse constantemente ante problemas que evolucionan

Ambos investigadores ven similitudes en la dificultad de investigar el cáncer y el cerebro humano, ya que ambos son cambiantes y adaptativos. “Parte del problema de entender el desarrollo del cerebro es que es un sistema dinámico, plástico, que evolutivamente está diseñado para adaptarse a cualquier cambio, lo que nos permite aprender cosas nuevas, olvidar cosas, etc. Durante el desarrollo, esa plasticidad es tan enorme que pequeños cambios hacen que el cerebro adquiera configuraciones muy diferentes. Entender este dinamismo es quizás lo más complicado y lo más fascinante de este problema”, explica Marín, a lo que enseguida Seoane ve el paralelismo: “El cáncer también es un proceso evolutivo, está continuamente siguiendo las leyes de Darwin, adaptándose al ambiente”.

El caso de los tumores cerebrales es aún más complicado. “Tienen unas características únicas que no se dan en otros órganos, porque el cerebro dispone de células propias”, señala Seoane. Estos tumores están menos estudiados porque resulta difícil extraer muestras, y se desconocen sus causas, pero son muy agresivos y tienen un alto impacto en la vida del paciente. Marín, cuyo principal campo de estudio son las causas biológicas de las enfermedades mentales, señala a su vez que existe un gran estigma respecto a las enfermedades del sistema nervioso, especialmente sobre aquellas que aparecen durante los primeros años de vida, cuando se da el neurodesarrollo.

Investigación

Óscar Marín Parra

Óscar Marín Parra es biólogo y catedrático de neurociencia. Realizó su formación posdoctoral en el Instituto Cajal y en la Universidad de California. Al regresar a España, se incorporó al Instituto de Neurociencias y dirigió el Laboratorio de Migración y Especificación Neuronal. En 2014, se trasladó a Londres como profesor y director del Centro de Neurobiología del desarrollo del King’s College London. Obtuvo el Premio Fundación Banco Sabadell a la Investigación Biomédica en 2008 por su investigación sobre las causas biológicas de las enfermedades mentales, a partir del conocimiento del desarrollo de la corteza cerebral.

Mentores y maestros

La importancia de cómo se transmite el amor por la ciencia

“Una de las cosas que me gusta de nuestra profesión y es que te moldea a nivel personal. El tema de tener un espíritu crítico, de ser honesto, de trabajar con una hipótesis que debes validar…”, resalta Seoane, mientras recuerda a sus principales mentores; Joan Josep Guinovart, fundador y exdirector del Institut de Recerca Biomèdica (IRB), y Joan Massagué, director del Instituto Sloan Kettering de Nueva York. Marín, que menciona también a Guinovart, así como a Agustín González o Ángela Nieto, destaca también la importancia de quienes vienen detrás. “Terminas aprendiendo mucho de tus discípulos, de la gente que se forma en tu laboratorio la ventaja de este trabajo es que nunca te haces mayor, porque siempre llega gente joven con mucho entusiasmo que viene a enseñarte cosas, no solo a aprender”, recalca Marín en lo que Seoane denomina un “círculo virtuoso”.

Y es que ambos señalan la altura científica que se está alcanzando en España. “Estamos haciendo ciencia de calidad, competitiva a nivel internacional. Realmente vale la pena esta carrera nuestra. Aunque es dura en algunos momentos y también un poco frustrante, lograr el sentimiento de eureka es algo único, que muy pocos trabajos te dan y que te hacen seguir adelante con mucho orgullo”, sentencia Seoane.

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