La población de la Franja vive en condiciones infrahumanas. 2 millones de personas, incluidas 1,4 millones de refugiadas y refugiados de Palestina, sobreviven prácticamente sin electricidad, sin agua, sin medicinas y, lo peor, sin esperanza, en una tierra que cuenta con 365 km2 y una de las densidades de población más altas del mundo. El 80% de los refugiados y refugiadas de Palestina depende de la ayuda de UNRWA, la Agencia de Naciones Unidas por los refugiados y refugiadas de Palestina, para sobrevivir
Bloqueada por tierra, mar y aire desde hace más de una década, Gaza se ha convertido en la cárcel a cielo abierto más grande del mundo.
Durante la última década, las condiciones de vida en la Franja han empeorado considerablemente. El bloqueo, endurecido a raíz de la victoria de Hamas en las elecciones de 2007, ha diezmado las vidas de sus habitantes y también sus medios de subsistencia.
Sin posibilidad de entrar ni salir y con unas restricciones inhumanas a la importación y exportación de bienes y mercancías, una población bien formada y con alta cualificación profesional sufre la obstaculización constante de sus oportunidades de desarrollo personal y colectivo.
La situación en Gaza tiene un terrible impacto psicológico sobre la población. El número de suicidios ha aumentado alarmantemente y la población infantil de la Franja, que representa a más del 50% del total, necesita ayuda psicológica urgente.
En Gaza las mujeres sufren por doble: se enfrentan a la violencia derivada de los valores patriarcales de la sociedad y a la situación provocada desde hace casi 13 años por la ocupación y el bloqueo israelí, que exacerban e introducen nuevas formas de violencia. En un escenario de destrucción, las mujeres rehacen y recuperan la vida. Tienen una gran capacidad de resiliencia y mantienen unido el tejido social de la Franja.