Poderosos en la fase de aceleración, silenciosos como una alfombra mágica a velocidad sostenida, automáticos por definición y con una autonomía muy notable cuanto más se circula dentro del tráfico urbano, los vehículos híbridos resultan especialmente placenteros de manejar. Estas son las claves que los definen.
Conducir un coche de propulsión híbrida no dista mucho de cómo se hace con un vehículo automático tradicional: hay un pedal de acelerador, otro de freno, y una palanca que gobierna el cambio. Solo hay que ponerla en la posición de marcha (D), acelerar para ganar velocidad y frenar hasta detenerlo sin enredos con los cambios o el embrague. Claro que describir así este funcionamiento deja por el camino muchos otros pequeños rudimentos y avanzados dispositivos que solo se encuentran en este tipo de vehículos.
El esquema de funcionamiento de un híbrido combina un motor de gasolina, uno o varios eléctricos y una caja de cambios que es capaz de mezclar y transformar de manera progresiva la potencia que proporciona uno u otro motor en distintas circunstancias
La fácil modulación de un motor eléctrico permite que se puedan mantener velocidades extremadamente bajas sin miedo a tirones o acelerones imprevistos
En el caso del nuevo Kia Niro, el motor eléctrico se encuentra físicamente a continuación del de gasolina, y ambos se conectan a una caja de cambios de seis velocidades y doble embrague. Este tipo de transmisión tiene como principal ventaja derrochar la mínima cantidad de energía posible y un mayor agrado de conducción, superior al de otras alternativas.
¿Has probado a empujar un frigorífico cargado hasta las topes por el suelo de la cocina? La maniobra que más energía consume en un automóvil es la de echarlo a andar. Y parece lógico: aún realizado con gran cantidad de aceros de alta resistencia y aluminio, ambos muy ligeros, un Kia Niro declara en la báscula 1.425 kilogramos. ¡Ponte a empujarlo! En el tráfico diario, ese cambio de parado a en marcha es el responsable del más del 70% del consumo en una hora de circulación; también de las emisiones. Ahí es donde el motor eléctrico se pone manos a la obra disculpando la mayor ineficiencia del motor térmico. Una vez en marcha y en función de la carga, la orografía o lo intensa que sea la demanda de potencia, el motor de combustión entra en funcionamiento un régimen de giro menor que el que se hubiera demandado en la aceleración pura.
Para hacerse una idea, la potencia efectiva (aquella que se mediría en relación a la fuerza aplicada a las ruedas) de un coche híbrido cuyo motor de gasolina rondara los 1,5 litros de cilindrada igualaría a la de un buen turbodiésel de dos litros en la misma maniobra. La sensación de empuje es parecida y solo depende de cuánta carga reste en la batería.
Los frenos de un coche híbrido no están conectados directamente con las pastillas que abrazan los discos. Aunque sea una metáfora para ilustrar en qué forma la frenada regenerativa resulta importante para mantener todo el equilibrio de motor, batería y cambio de un híbrido, lo cierto es que cuando se pisa el pedal de freno no siempre se frena como en un coche normal. Cambiando la polaridad del motor eléctrico, éste pasa a convertirse en un generador de corriente. ¿Recuerdas las dinamos de las bicicletas de la infancia? Pues de igual forma, pero en varios cientos de grados de magnitud superior, esta dinamo enorme carga la batería a cambio de ofrecer una enorme resistencia al giro que le proporcionan las ruedas. Así, con la mitad del pedal pisado se incrementa cada vez más esa resistencia y solo al final de la frenada entran en juego los sistemas hidráulicos tradicionales. Los discos sufren menos, las pérdidas de energía en forma de calor se tornan en beneficiosa electricidad y los costes de mantenimiento se reducen.
Todo lo dicho anteriormente cobra también brillo cuando se trata de aparcar en la calle, moverse dentro de un parking o enfrentarse a un garaje ratonero. Como el motor eléctrico es muy fácil de modular, se pueden mantener velocidades extremadamente bajas sin miedo a tirones o acelerones imprevistos. Y puesto que su cifra de par y potencia es instantánea, subir una cuesta pronunciada cargado hasta arriba no supone ningún sobre esfuerzo para la transmisión o un motor de combustión tradicional.
Suave, silencioso, económico de mantener y con la misma autonomía que proporciona un automóvil de combustión tradicional, los híbridos serán legión antes de que concluya la década: 700.000 unidades se prevén vender solo en Europa antes del año 2020.
Una legislación cada vez más restrictiva y una concienciación medioambiental más implantada en la sociedad actual son los dos principales factores para entender el progresivo abandono de los motores diésel en favor de las variantes híbridas: gasolina más eléctrico.
Leer másEl sistema híbrido de 141 CV de potencia y consumo combinado de 3,8 l/100 km se combina con un cambio automático de doble embrague que favorece una conducción más ágil y unas baterías de litio que no restan espacio interior.
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