Un gesto tan sencillo, como acudir a una farmacia cercana y adquirir una caja de antibióticos, es impensable en muchos países del mundo. La suerte de haber nacido en un rincón del planeta u otro determina nuestro futuro, y también NUESTRA SALUD. Un desequilibrio que se ejemplifica a la perfección con el siguiente dato: el 20% de la población mundial consume el 80% de los medicamentos.
Alex Adu Bousrah junto a su esposa, Regina Ama. Él era granjero y está en tratamiento de Buruli, uno de los 8 hijos de la pareja cuida de ellos porque vive en su misma comunidad.
Farmacia del Hospital de Allada en Benín.
Quienes viven en contextos de mayor vulnerabilidad y pobreza son los que padecen mayores dificultades para acceder de forma segura a los medicamentos que necesitan. Así lo aseguran desde la Fundación Anesvad, señalando que, según la OMS, hasta el 90% de la población de los países de ingresos bajos o medios tiene que comprar los medicamentos pagándolos de su bolsillo debido a la carencia de seguridad social y a los insuficientes servicios subsidiados por el sistema público.
En los últimos 40 años se han realizado progresos considerables en la mejora de la salud y el bienestar general de la población mundial, como la drástica reducción de las muertes maternas (un 50% desde 1990), neonatales e infantiles, así como en el de la lucha contra el VIH/SIDA, y otras enfermedades prevenibles mediante vacunación, pero esos avances han sido desiguales en los distintos países y dentro de cada uno de ellos. De esta manera, no es de extrañar que la esperanza de vida de una niña japonesa sea de 87 años, mientras que la de otra nacida en Sierra Leona se sitúe en tan solo 53.
Según datos proporcionados por la Fundación, cada año, las enfermedades infecciosas matan a unos 13 millones de personas, lo que equivale a 30.000 MUERTES DIARIAS. Casi la mitad de las víctimas son niños y niñas menores de 5 años. Muchas de estas muertes prematuras y de los casos de incapacidad asociados a enfermedades infecciosas se podrían evitar si la población en situación de vulnerabilidad tuviera acceso a las medicinas.
Aproximadamente 10 millones de muertes podrían evitarse cada año, mejorando el acceso a medicamentos esenciales y vacunas, 4 millones de ellas tan solo en África; un continente en el que niños y niñas menores de cinco años tienen 15 VECES MÁS PROBABILIDADES DE MORIR que los de las regiones desarrolladas.
Esta desigualdad en el acceso a las medicinas encuentra sus raíces en varios factores, aunque principalmente pivota sobre dos: las PATENTES con las que las farmacéuticas comercializan sus productos, que pueden limitar el acceso al medicamento, bien por un precio excesivo o por la capacidad de producción; y el DESINTERÉS de las mismas en destinar recursos de I+D a las llamadas ‘enfermedades olvidadas’, dolencias como el pian, leishmaniasis, dengue, úlcera de Buruli, chagas o el cólera, prevenibles, tratables y, en muchos casos, curables, que fundamentalmente afectan a países con pocos recursos.
Según un informe de la iniciativa “Medicamentos para Enfermedades Olvidadas” (DNDI), tan solo el 4% de los 850 nuevos fármacos y vacunas aprobadas en el período 2003 – 2015 fueron destinados a enfermedades olvidadas. Este escaso interés en desarrollar medicamentos para curar o tratar enfermedades consideradas ‘poco rentables’ se traduce en el sufrimiento de millones de personas, un dolor en gran medida invisible.
“En las poblaciones afectadas, como consecuencia de los problemas de acceso a la atención de salud y de unos costos que pueden ser prohibitivos para las familias pobres, muchas personas no buscan tratamiento hasta que la enfermedad se encuentra ya en una fase irreversible. Para evitar llegar a esa situación desde Anesvad promovemos la descentralización del tratamiento para evitar que las personas tengan que desplazarse. El estigma asociado a unas enfermedades que debilitan y causan deformidades a quienes las sufren tienden también a hacer que la gente -y más particularmente las mujeres- sea reacia a buscar atención”, cuenta Gabriel Díez, Responsable de Incidencia Política y Relaciones Externas de la Fundación Anesvad .
La Organización Mundial de la Salud afirma que CIEN MILLONES DE PERSONAS son empujadas cada año a la pobreza para poder hacer frente a los gastos en salud. “El alto coste de los medicamentos significa que las personas no pueden pagar los medicamentos que necesitan para mantenerse con vida y saludables. Solo lograremos cobertura de salud universal si podemos garantizar un acceso asequible a productos médicos de calidad para nuestras poblaciones”, aseguró recientemente Matshidiso Moeti, directora regional de la OMS para África.
Y ese es precisamente el reto, alcanzar la Cobertura Sanitaria Universal (CSU), una de las metas fijadas por Naciones Unidas y los países firmantes de la Agenda 2030 y los Objetivos de Desarrollo Sostenible.
La Hoja de ruta para el acceso 2019-2023: Apoyo integral al acceso a medicamentos y vacunas tiene como objetivo proporcionar una base sólida para comenzar este trabajo. Para ello, se han definido tres acciones específicas en materia de PRECIOS: el apoyo a procesos de selección y evaluación de tecnologías sanitarias; la apuesta por políticas y acciones más transparentes, que favorezcan un precio más justo y el apoyo de políticas de financiación sanitaria.
La meta es ALCANZAR LA COBERTURA SANITARIA UNIVERSAL; hacer que los medicamentos y las vacunas esenciales sean asequibles; garantizar que las mujeres tengan pleno acceso a los servicios de salud sexual y reproductiva; y poner fin a la mortalidad prevenible de niños.