Fernando o Guillermo. Médico, y farmacéutico. Son solo dos nombres dentro de la comunidad de sanitarios que lucha en primera línea frente a la pandemia en España, pero sus reflexiones giran en torno a un denominador común: la necesidad de contar con un sistema de salud fuerte. Lo saben bien en los centros de Atención Primaria, claves en la labor de contención de la enfermedad y en el seguimiento de los pacientes.
Camino de cumplir el tercer mes del estado de alarma, médicos de familia como Fernando Ramírez, del Centro de Salud de Sanlúcar de Barrameda, en Cádiz, recuerda que “al principio fue un poco caótico, por logística de medios y falta de medidas de protección y de pruebas diagnósticas. Me hubiese gustado tener un protagonismo con mayor visibilidad en la Atención Primaria. Los países que más han contenido la epidemia lo han hecho en base a controlar a los pacientes en sus casas, derivando únicamente los casos más complicados a los hospitales y evitando una movilidad que al final provoca más contagios”. Ramírez cree que una de las enseñanzas de esta crisis es dar visibilidad a una atención primaria potente. “La base para que todo funcione bien es estar cerca del paciente”.
Otro servicio esencial para la población ha estado en las farmacias de todo el país. Guillermo Estrada, vocal de Investigación y Docencia en el Colegio Oficial de Farmacéuticos de Toledo, explica que “la actividad asistencial de las farmacias ha sido más compleja porque no solo se ha mantenido el acceso regular a los medicamentos, sino que se ha reforzado la atención sanitaria por los problemas de atención de consultorios y centros de salud. En muchos casos, el farmacéutico ha sido el único profesional sanitario disponible para el paciente en su municipio”.
Estrada destaca también el hecho de que “durante semanas no tuvimos mascarillas, guantes o sistema de protección alguno, y esta falta de seguridad ha derivado en más de 500 compañeros infectados. Hemos demostrado que los farmacéuticos estamos para lo que se nos necesite y que somos un aliado del Sistema Nacional de Salud que está, desafortunadamente, desaprovechado”.
Fernando Ramírez, del Centro de Salud de Sanlúcar de Barrameda, en Cádiz
Una farmacia de Almería toma medidas de seguridad frente al COVID-19 en Almería | © Chema Artero/GTRES
Sanitarios del hospital Clinic de Barcelona reaccionan a los aplausos de la gente | © Emilio Morenatti/GTRES
Guillermo Estrada, vocal de Investigación y Docencia en el Colegio Oficial de Farmacéuticos de Toledo
No ha habido descanso para todos los actores implicados en esta grave crisis sanitaria, incluido el sector de la ciencia. Israel Cruz, jefe del Departamento de Salud Internacional de la Escuela Nacional de Sanidad, pone en valor “la solidaridad en la comunidad científica, con equipos de distintas disciplinas arrimando el hombro para contribuir tanto al conocimiento como al control de esta enfermedad. En el caso de España, los centros de investigación se han ofrecido al sistema de salud para aumentar las capacidades diagnósticas y algunos de ellos han sido acreditados por el Instituto de Salud Carlos III (ISCIII)”. “Por otra parte, en solo unos meses ya hay en marcha una gran cantidad de ensayos clínicos en busca de tratamientos”, pero el gran reto para los laboratorios de todo el mundo está en la carrera por la vacuna que pueda frenar a la COVID-19.
Para Cruz, científico titular de los Organismos Públicos de Investigación en el ISCIII, “todavía se está aprendiendo sobre esta enfermedad y cómo interacciona con nuestro sistema inmune, eso sí, a pasos acelerados. Existen diferentes alianzas internacionales que están promoviendo el trabajo coordinado del sector público y privado para una producción rápida y a gran escala de una vacuna en un horizonte de 12-18 meses, lo cual no es nada fácil y sería un éxito sin precedentes si pensamos que los desarrollos completos más rápidos han necesitado de entre cuatro y cinco años, como en el caso de las vacunas de paperas y ébola”.
Israel Cruz, jefe del Departamento de Salud Internacional de la Escuela Nacional de Sanidad
Test de COVID en el Hospital Bola Azul de Almería | © Chema Artero/GTRES
Sus testimonios sirven para confirmar la importancia del Derecho a la Salud y para preguntarnos como ciudadanos qué podemos hacer para ayudar. Para el médico Fernando Ramírez, cumplir con las restricciones y las medidas preventivas es fundamental: “Los aplausos de agradecimiento deben traducirse en una responsabilidad individual y social, sobretodo porque hemos comenzado a desescalar y hay que demostrarlo en el día a día”. Para Guillermo Estrada, las informaciones erróneas o sensacionalistas exigen a los farmacéuticos “educar al paciente y transmitir el mensaje adecuado. El mejor ejemplo es el de las mascarillas, cada día nos encontramos con pacientes que no saben cómo utilizarla ni ponérsela y que realizan tratamientos de desinfección perjudiciales para la estructura de la propia mascarilla y para su salud”.
‘Menos virus. Más sanidad’. Una lección aprendida que ha puesto de manifiesto “la necesidad de contar con sistemas de salud fuertes y resilientes”, afirma el científico Israel Cruz. “Como sociedad tenemos que entender el valor de no descuidar la inversión en investigación. Para nosotros esta epidemia ha sido algo extraordinario, difícil de imaginar, pero tenemos que pensar que no ha sido casual y que probablemente volverá a ocurrir un fenómeno similar”. Desde Anesvad, el movimiento SanidadPorBandera.org nace para convencernos de que solo reforzando nuestro sistema público de salud estaremos mejor preparados, hoy y en el futuro.
Protestas ciudadanas en el madrileño barrio de Moratalaz | © Daniel González/GTRES