Por Patricia Urquiola
Como sabrás, a poco que hayas leído sobre el asunto, en los coches eléctricos se plantean varias incógnitas que tienen que ver con tipos de recarga, modos de carga (o nivel de comunicación entre coche y equipo de recarga) y tipos de conectores. En este artículo intentaremos explicar exhaustivamente, pero con la mayor sencillez posible, la primera de estas cuestiones.
Antes de entrar en harina, conviene aclarar dos conceptos clave sin cuya comprensión es difícil entender las diferencias entre las diferentes clases de recarga:
Antes de entrar en harina, conviene aclarar dos conceptos clave sin cuya comprensión es difícil entender las diferencias entre las diferentes clases de recarga:
Podemos distinguir cinco modalidades principales:
Es la que se realiza en una toma no específica para el vehículo eléctrico, es decir, en un enchufe doméstico clásico tipo Schuko (de hasta 16A y con unos 230V) como el que usamos para electrodomésticos como la lavadora. Puesto que la instalación no incluye seguridad, se aconseja para pequeñas motos y bicis eléctricas, patinetes y hoverboards, y no para coches. En todo caso, estos pueden recargarse en una toma de esta clase, aunque no tiene los elementos de seguridad de una cargador; es mucho más lento (necesitarán entre 10 y 12 horas para hacerlo) y además tampoco hay posibilidad alguna de comunicación con el vehículo.
Llamada a veces recarga lenta, es la que proporciona una instalación que suele ser específica para el coche eléctrico y consiste en una caja tipo Wallbox con un enchufe tipo Schuko o un cable Tipo 2 (Mennekes) y provista de los sistemas de protección adecuados. La intensidad y el voltaje es 16 amperios y 230 voltios, pudiendo entregar el Wallbox hasta los 3,7 kWh. El vehículo precisará entre 6 y 8 horas para rellenar sus baterías en una instalación de este tipo, preferentemente en horario nocturno, cuando las tarifas suelen ser más asequibles.
Esta modalidad requiere o bien de un Wallbox o de equipos que pueden suministrar mayor potencia, llegando hasta los 22kWh. La instalación de estos dispositivos es más compleja y requiere de mayores protecciones. El proceso de carga dura aquí aproximadamente cuatro horas. Debido al hábito de los usuarios del vehículo eléctrico, este tipo de recarga está ganando terreno con respecto a la convencional o lenta, ya que se ajusta perfectamente a las necesidades del usuario.
A diferencia de las anteriores, se realiza en corriente continua, no alterna, debido a que la potencia que se transfiere es muy alta, del orden de 50 kW. Normalmente se trata de estaciones de uso público donde el coche puede recuperar entre el 80% y el 90% de la capacidad de la batería en unos 15 o 20 minutos. La recarga rápida se considera habitualmente de conveniencia e indicada sobre todo para viajes largos en los que no se dispone de tiempo para parar durante varias horas.
Este tipo de cargadores son los que van a permitir cargar las baterías en cuestión de minutos y serán claves en el despegue real de la movilidad eléctrica. Se verán, sobre todo, en las estaciones de servicio y gracias a ellos apenas tendremos que cambiar nuestros hábitos cuando hagamos un viaje por ejemplo. Hablamos de potencias de 350kW, pero de momento, incluso, apenas hay vehículos eléctricos que dispongan de sistemas de recarga a esos niveles.
Aunque muchos usuarios de coches eléctricos tengan resuelto el problema de la recarga gracias a conexiones en su casa o en el trabajo, la opción inalámbrica suena atractiva a todos los oídos. Se está investigando a fondo en diferentes posibilidades y hay quien trabaja ya en el proyecto de que el vehículo pueda rellenar sus baterías mientras se conduce. De momento, se han registrado avances en dispositivos consistentes en una placa o colchón sobre los que se sitúa el coche mientras está aparcado, tiempo en que la batería se recarga, así como en sistemas colocados bajo el pavimento de centros comerciales o edificios de oficinas.