Por Patricia Urquiola
Con autonomías que resultan cada vez más satisfactorias para la mayoría de los usuarios, el vehículo eléctrico se enfrenta ahora mismo a otro desafío fundamental, el desarrollo de una red abundante de puntos de recarga. Asociado a este reto está el del tiempo a invertir en la operación, aunque a buen seguro la investigación acelerada en la que trabaja la industria permitirá resolverlos ambos en un breve plazo de tiempo. Recordemos que, hace un siglo, pasaba prácticamente lo mismo con los coches de gasolina: apenas había estaciones de servicio y repostar llevaba su tiempo y requería ensuciarse con una bomba de mano y una manivela.
Veamos cuál es la situación actual de la infraestructura de recarga antes de analizar su posible evolución en el futuro.
En diciembre de 2018, España contaba con 3.865 puntos públicos de recarga, según un estudio realizado a partir de las cifras oficiales del Instituto Nacional de Estadística (INE) y las recogidas por la plataforma de referencia en esta cuestión, electromaps.com. Los datos sitúan a nuestro país como el quinto del mundo en número de instalaciones de recarga abiertas a cualquier usuario (o sea, no particulares), por detrás de Estados Unidos, con 17.143 puntos, Francia, con 6.899, Alemania (5.546) y Holanda (5.225).
En cuanto a la distribución por clases de conector, los más frecuentes son los de tipo Schuko, con 2.226 conexiones, y sobre todo el Tipo 2 o Mennekes, del que se contabilizan 2.354 instalaciones.
Por comunidades autónomas, Cataluña acapara la cuarta parte de la infraestructura de todo el territorio nacional, con 939 puntos, la mayoría (641) situados en el entorno de la ciudad de Barcelona, mientras que Madrid tiene registrados 453 sitios de recarga pública. Por supuesto, todas estas cifras se incrementan a cada día que pasa.
En cuanto a la distribución por clases de conector, los más frecuentes son los de tipo Schuko, con 2.226 conexiones, y sobre todo el Tipo 2 o Mennekes, del que se contabilizan 2.354 instalaciones.
Un acuerdo suscrito recientemente entre Red Eléctrica Española (REE) y la Federación Española de Municipios y Provincias (FEMP) pretende incrementar el número actual de puntos de recarga, que según sus registros son más de 4.800, hasta los 90.000 en un periodo de cinco años, hasta los 100.000 en 10 años y hasta los 120.000 en 15 años. Jordi Sevilla, presidente de REE, ha señalado al respecto que “la red de puntos de recarga públicos debe desarrollarse extensamente para generar confianza entre los ciudadanos y favorecer así la adquisición de coches eléctricos”.
Endesa, por ejemplo, ha lanzado, bajo la marca Endesa X, el plan más ambicioso para impulsar la movilidad eléctrica que se haya puesto en marcha en nuestro país: 108.000 puntos de recarga públicos y privados para vehículos eléctricos en los próximos cinco años, de los que más de 8.500 puntos serán de acceso público. Los 2.000 primeros entre 2019 y 2020. Un plan muy ambicioso, pero para el que Endesa cuenta con amplia experiencia: en el ámbito privado cuenta con 1.800 puntos de recarga en hogares particulares y de empresas; y en ámbito público, ya gestiona más de 170 puntos.
Endesa X, con una inversión de 65 millones de euros, instalará 108.000 puntos de recarga por toda España para vehículos eléctricos en los próximos 5 años.
El ecosistema de movilidad eléctrica aumenta cada día en el viejo continente gracias a diversas iniciativas que buscan desarrollar especialmente la recarga ultra-rápida. La primera de ellas fue Ionity, impulsada por BMW, Daimler, Ford y Volkswagen, que tiene como objetivo desplegar 400 estaciones de este tipo para 2020. Ultra-E, que respaldan Allego, Audi, BMW, Magna y Renault, entre otros, es una red que conecta Holanda, Bélgica, Alemania y Austria para usuarios de vehículo eléctrico que necesitan moverse entre estos países minimizando los tiempos de espera para recargar las baterías.
Allego es responsable también de la red Mega-E, compuesta por más de 300 estaciones de carga ultra-rápida (hasta 350 kW) y 27 centros de carga inteligentes repartidos por 20 países europeos.
Otras iniciativas a destacar son la del operador holandés Fastned y el gigante alemán ABB, así como E-VIA FLEX-E, un proyecto experimental para la instalación una primera red de recarga en carretera para vehículos eléctricos que en su primera fase implica la instalación de 14 estaciones de recarga ultra rápidas en Italia, Francia y España.
A poco que se piense, resulta evidente que la infraestructura de recarga debe adaptarse a los diversos factores que definen la idiosincrasia de un país, desde la renta per cápita de sus habitantes a los hábitos de vida y la densidad de población, entre otros muchos. Está claro, por ejemplo, que una nación rica y poco poblada donde la mayoría de la gente reside en viviendas unifamiliares tiene menos necesidades de recarga pública que otro, como el nuestro, en el que la población está concentrada en las ciudades, vive por lo general en pisos y, en una proporción elevada, aparca su coche en la calle.
Ubitricity, una startup con sede en Berlín, ha ideado –y no es la única– un modo de multiplicar la cantidad de puntos de recarga en la vía pública convirtiendo las farolas en una especie de ladrón. Los usuarios de coches eléctricos pueden conectarse a él mediante un cable especial que incorpora un contador eléctrico inteligente y un sistema de gestión de la facturación asociado a un contrato de electricidad móvil que refleja todas sus recargas. Y en nuestro país, Endesa también va a poner en el mercado la primera farola pública para cargar coches eléctricos: una farola específica capaz de dar luz y ser punto de recarga, con hasta 2 conectores de carga rápida, de hasta 22kW, de varias alturas (de 4,5 a 12 metros), y con diseños modernos y clásicos para poder adaptarse a cualquier escenario urbano.
No hay duda de que el desarrollo de la movilidad eléctrica es también cuestión de imaginación.