En un primer momento la falta de experiencia previa en tareas de restauración y la ausencia de metodologías externas aplicables hizo que desde sus inicios las tareas se realizaran de manera autónoma siguiendo un planteamiento de “aprender construyendo”. En las plataformas era relativamente sencillo recuperar el uso agrícola del terreno pero en las escombreras de materiales estériles las pendientes eran muy pronunciadas y poco naturales.
A partir de 1986 se modificaron los criterios y se procedió a reducir las pendientes y a moldear un paisaje más armonioso y naturalizado, de manera que se consiguiera una integración paisajística con el entorno circundante.
Para llevar a cabo una regeneración vegetal estable lo primero era mover y preparar las tierras, conseguir una superficie lo más regular posible, para seguidamente proceder a la revegetación y recuperación de plataformas y taludes. El objetivo de este proceso es conseguir que los terrenos modificados y alterados por las labores de minería gocen de una nueva vida, mediante el uso agrícola de las plataformas obtenidas y la implantación de masas forestales en los taludes de escombrera se garantizó una buena integración paisajística, y además, como elemento diferenciador de un proceso de restauración estándar, se dedicaron algunas superficies a la creación de humedales, donde la flora autóctona y el asentamiento de aves migratorias acuáticas fuera posible.
Para que esto fuera posible primero fue necesario dar forma a los vasos receptores, para después impermeabilizar las superficies y crear las infraestructuras necesarias para el aporte del agua. Con todo listo sólo quedaba implantar la vegetación autóctona y controlar la calidad del agua embalsada.
ENDESA, como responsable tanto de la explotación como de la rehabilitación del terreno, llevó a cabo todo el proceso con la firme intención de que el nuevo espacio creado pudiera convivir en armonía con el marco natural, difuminando así la huella de la minería extractiva gracias a la acción minera restauradora. En 2016, tras un laborioso proceso de restauración medioambiental sostenible, se llevó a cabo el cierre del centro minero de Andorra.