Garantizar la justicia social como vacuna para la insolidaridad

Cada vez son más las voces que reclaman unidad y solidaridad para defender el derecho a la salud, frente a los intereses comerciales y geopolíticos en juego.

Fabiola Barranco | 07·04·2021

La rapidez en encontrar vacunas contra la COVID, parece haberse convertido en la nueva carrera espacial. En menos de un año ya había varias vacunas aprobadas para su uso en distintos países. Un hito que rompe con la media de tiempo de 40 años que existía hasta el momento para elaborar vacunas y que destrona a la inyección contra el sarampión como la más rápida en su hallazgo y aplicación, tardando sólo una década. Otras enfermedades como la fiebre tifoidea o la meningitis demoraron un siglo desde que se descubrieran sus respectivos patógenos hasta que se diera con su correspondiente inoculación.

El mismo tiempo que ha trascurrido desde que se detectara la malaria, una enfermedad que aún carece de vacuna y que, según las últimas estimaciones de la OMS, ha provocado la muerte de 409 mil personas en todo el mundo, afectando especialmente a países de África Subsahariana. O, el virus del ébola, identificado por primera vez en 1976 pero que hizo temblar al mundo entre los años 2014 y 2016 cuando se desató el mayor brote epidémico de la enfermedad, extendiéndose por la geografía africana (especialmente en Guinea Conakry, Sierra Leona o Liberia). Un brote que, en dos años registró la muerte de más 11.300 personas y que causó especial conmoción cuando afectó a ciudadanos procedentes de países occidentales.

Un vial de la vacuna Pfizer-BioNTech COVID-19 en el hospital Enfermera Isabel Zendal en Madrid | © Sergio Pérez/Reuters/GTres

Un vial de la vacuna Pfizer-BioNTech COVID-19 en el hospital Enfermera Isabel Zendal en Madrid | © Sergio Pérez/Reuters/GTres

Una mujer que recibe el alta del centro de tratamiento del ébola Island Clinic en Monrovia (Liberia) es rociada con desinfectante en 2014 |  © Jerome Delay/GTres

Una mujer que recibe el alta del centro de tratamiento del ébola Island Clinic en Monrovia (Liberia) es rociada con desinfectante en 2014 | © Jerome Delay/GTres

“Hay que invertir en la INVESTIGACIÓN de TODAS LAS ENFERMEDADES

Berta Mendiguren, doctora en Antropología de la Medicina, Miembro del Grupo de Estudios Africanos (GEA) de la UAM y Patrona de Anesvad, señala que, aunque hasta el momento, “hemos sido los países enriquecidos los que hemos ignorado las epidemias de enfermedades infecciosas en África, es ahora, cuando más nos está afectando el coronavirus y en África no tanto”. Lo que, según Mendiguren, nos ayuda a comprender que, “la problemática es global” y deja a relucir la necesidad de “invertir en la investigación de todas las enfermedades, no simplemente para el coronavirus”.

La presidenta de Anesvad y magistrada Garbiñe Biurrun incide en la repercusión de la COVID a nivel local, pero también internacional, sobre el avance en investigación o tratamiento de otras enfermedades.

“Se calcula que el 85% de los programas anti SIDA están interrumpidos, que el 75% de los programas de lucha contra enfermedades tan graves en África como tuberculosis o malaria también se están resintiendo gravemente. Y, por otra parte, están las más olvidadas, las llamadas enfermedades tropicales desatendidas de las que en Anesvad nos ocupamos y de las que afectan a más de mil millones de personas que también están sufriendo este grave impacto”, advierte Biurrun.

Berta Mendiguren, doctora en Antropología de la Medicina, Miembro del Grupo de Estudios Africanos (GEA) de la UAM y Patrona de Anesvad

Berta Mendiguren, doctora en Antropología de la Medicina, Miembro del Grupo de Estudios Africanos (GEA) de la UAM y Patrona de Anesvad | © Elssie Ansareo / Anesvad

Investigadora de la Facultad de Química de la Universidad de Ghana realizando una prueba de diagnóstico para detectar la úlcera de Buruli

Investigadora de la Facultad de Química de la Universidad de Ghana realizando una prueba de diagnóstico para detectar la úlcera de Buruli | © Elssie Ansareo / Anesvad

La propia Winnie Byanyima, Directora Ejecutiva de ONUSIDA, recordaba el pasado mes de diciembre que, “a la hora de responder a la tremenda COVID-19, el mundo no puede cometer los mismos errores que en su momento cometió al luchar contra el VIH. Por aquel entonces, millones de personas en países en vías de desarrollo murieron mientras aguardaban la llegada de algún tratamiento”. Y, apelaba a “la solidaridad mundial y la responsabilidad compartida”, como canales para “erradicar la COVID-19, acabar con la epidemia del sida y garantizar el derecho a la salud para todos”. Unas palabras que apuntan a la necesidad de establecer una sanidad universal y servicios de salud de calidad y acceso igualitario, como dique ante las desigualdades y, al mismo tiempo, pilar de sociedades basadas en la justicia social.

“No estamos en una carrera entre países, sino en una CARRERA COMÚN CONTRA EL VIRUS

Aunque los esfuerzos en la investigación científica en busca de claves y soluciones para acabar con esta pandemia sean más que evidentes y han marcado un antes y un después; no se puede cantar victoria hasta que la vacuna llegue a cada rincón. Una tarea pendiente y que parece no preocupar demasiado, si tenemos en cuenta que, según un estudio publicado por el British Medical Journal, en noviembre del año 2020, las vacunas estaban reservadas en un 51% para los países que solo tienen un 14% de la población.

“Es lamentable que algunos países sigan dando prioridad a la vacunación de los adultos más jóvenes, sanos y con menor riesgo de enfermar en sus propias poblaciones antes que a la vacunación de los trabajadores de la salud y las personas mayores de otros lugares”, lamentaba el pasado uno de marzo en rueda de prensa, Tedros Adhanom, director general de la OMS. “No estamos en una carrera entre países, sino en una carrera común contra el virus. No estamos pidiendo a los países que pongan en riesgo a su propia población. Estamos pidiendo a todos los países que formen parte de un esfuerzo mundial por suprimir el virus en todas partes”, enfatizaba el directivo internacional.

Aunque es evidente que la geopolítica está jugando un papel muy importante desde el inicio de esta pandemia, cada vez son más las voces que reclaman unidad y acceso universal a la vacuna. Y, en definitiva, el derecho a la salud de todas las personas.

Un trabajador de la salud sostiene un cartel pidiendo vacunas COVID-19 gratuitas, seguras y efectivas durante una protesta en Manila, Filipinas  | © Eloisa Lopez/Reuters/GTres

Un trabajador de la salud sostiene un cartel pidiendo vacunas COVID-19 gratuitas, seguras y efectivas durante una protesta en Manila, Filipinas | © Eloisa Lopez / Reuters / GTres

BLOQUEAR LAS PATENTES para bloquear la COVID, la propuesta ciudadana para la UE

Con ese espíritu surge la primera Iniciativa Ciudadana Europea (se llama así a la vía directa para proponer un cambio legislativo a la Comisión Europea) sobre salud que pretende liberar las patentes de los medicamentos para luchar contra la COVID. Se trata de una amplia coalición de organizaciones sociales, sindicatos y sociedad civil, agrupadas en la Iniciativa Rigth2Cure, para recoger un millón de firmas entre la ciudadanía de los 27 estados miembros, con el fin de obligar a la Comisión Europea a poner en marcha todas las medidas necesarias para garantizar que los derechos de propiedad intelectual -como son las patentes o las licencias-, no limiten o bloqueen la disponibilidad de tratamientos y vacunas contra la COVID.

Esta iniciativa vinculante se apoya en cuatro puntos o peticiones a la Unión Europea, que refleja fielmente la preocupación de la sociedad civil, así como de algunos líderes mundiales, ante las barreras financieras y logísticas que hacen que las vacunas y tratamientos desarrollados estén disponibles solo para una parte reducida de la población.

Mientras que, a nivel internacional, tanto India como Sudáfrica, solicitaron a la Organización Mundial del Comercio (OMC) la suspensión de las patentes de las vacunas, medicamentos y tratamientos contra la COVID, mientras dure la pandemia. Una petición que, de momento, solo ha obtenido un no por respuesta.

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