El ingrediente básico que aportan ONG como Fundación Anesvad en su acción sostenida en el terreno de países como Liberia es el aporte a los Gobiernos y a los programas nacionales de una mejora del sistema de salud. La puerta de entrada es el manejo de casos y diagnósticos, que es el punto inicial y donde menos dinero se invierte, pero más allá del inicio, se necesita una buena financiación para la prevención.
El ingrediente básico que aportan ONG como Fundación Anesvad en su acción sostenida en el terreno de países como Liberia es el aporte a los Gobiernos y a los programas nacionales de una mejora del sistema de salud. La puerta de entrada es el manejo de casos y diagnósticos, que es el punto inicial y donde menos dinero se invierte, pero más allá del inicio, se necesita una buena financiación para la prevención.
El éxito de las campañas de erradicación se comparte entre esa financiación amplia de la prevención y la primera piedra que ponen las ONG en el manejo de casos, aunque la parte política siempre pone el peso en la primera. “Si perdemos años en hacer las campañas de administración de medicamentos, habrá más casos de filariasis linfática”, explica Larraitz Ventoso Cenzano, responsable de Liberia de la Fundación Anesvad. “Lo complicado es el mantenimiento. No hay cura. Si no atajamos los casos, el programa se desbordaría y la parte de la prevención sería insostenible”.
Las campañas de prevención de las Enfermedades Tropicales Desatendidas son esenciales, y desde la COVID han sufrido una bajada de financiación por parte de los grandes fondos que realizaban el impacto directo en los presupuestos y en el control de la enfermedad, dejando desatendidos a 28 países de África y cuatro de Asia. En el caso de Liberia, varios financiadores más pequeños se juntan para apoyar la campaña de administración de medicamentos durante los años 2021 y 2022, pero una vez terminada la campaña, se requiere la ayuda de Fundación Anesvad para apoyar en las zonas donde está presente la esquistosomiasis, la filariasis linfática y la oncocercosis.
La entrada de Fundación Anesvad en la distribución masiva de medicamentos es una mirada al futuro. “Con ello tiene que venir un plan de incidencia política para conseguir fondos a largo plazo en la quimioterapia preventiva”, explica Ventoso. “Estamos trabajando en paralelo para crear un plan de incidencia de cuatro años, presentarlo a grandes donantes y conseguir que alguien se comprometa”. La inyección primera sigue la misma estrategia que ha seguido Fundación Anesvad durante una década en otros países, convirtiendo, en el caso de Liberia con varios agentes en el terreno en la coordinación, envío de fondos o incentivos a voluntarios. “Estar aquí nos permite ver a las personas afectadas con filariasis linfática y saber que esta situación se podía haber prevenido, pero que, sin embargo, por injusticias mundiales, no puede ser así”.
La entrada de Fundación Anesvad en la distribución masiva de medicamentos es una mirada al futuro. “Con ello tiene que venir un plan de incidencia política para conseguir fondos a largo plazo en la quimioterapia preventiva”, explica Ventoso. “Estamos trabajando en paralelo para crear un plan de incidencia de cuatro años, presentarlo a grandes donantes y conseguir que alguien se comprometa”. La inyección primera sigue la misma estrategia que ha seguido Fundación Anesvad durante una década en otros países, convirtiendo, en el caso de Liberia con varios agentes en el terreno en la coordinación, envío de fondos o incentivos a voluntarios. “Estar aquí nos permite ver a las personas afectadas con filariasis linfática y saber que esta situación se podía haber prevenido, pero que, sin embargo, por injusticias mundiales, no puede ser así”.
Anthony Bette, coordinador de esquistosomiasis y helmintiasis del Programa de Prevención y quimioterapia de las enfermedades tropicales desatendidas en Liberia, fue uno de los grandes promotores a la hora de presentar el Proyecto de Emergencia a Fundación Anesvad, en el viaje de Íñigo Lasa —Director General de Fundación Anesvad— el pasado julio para la firma del acuerdo con el Programa Nacional. En aquel momento, los donantes habían abandonado el proyecto y Fundación Anesvad tendió la mano para alcanzar la meta de erradicación y cumplir con la hoja de ruta completa de las ETD 2030.
Anthony Bette, coordinador de esquistosomiasis y helmintiasis del Programa de Prevención y quimioterapia de las enfermedades tropicales desatendidas en Liberia, fue uno de los grandes promotores a la hora de presentar el Proyecto de Emergencia a Fundación Anesvad, en el viaje de Íñigo Lasa —Director General de Fundación Anesvad— el pasado julio para la firma del acuerdo con el Programa Nacional. En aquel momento, los donantes habían abandonado el proyecto y Fundación Anesvad tendió la mano para alcanzar la meta de erradicación y cumplir con la hoja de ruta completa de las ETD 2030.
La situación en Liberia es delicada. En el país, hay 13 condados en los que la esquistosomiasis es endémica y en los que se requiere tratamiento anual para niños en edad escolar y adultos, y 15 donde lo es la helmintiasis, además de la presencia de la lepra y la oncocercosis, aunque el último mapeo realizado se hizo en 2012. En estas zonas, la administración masiva de medicamentos es la única forma de prevención, y en las que es necesario impulsar una investigación para ver realmente las causas de la prevalencia de las enfermedades.
“La población de riesgo está formada principalmente por niños en edad escolar de 5 a 14 años”, comenta Anthony Bette. “Tanto ellos como los adultos están en riesgo, así que tratamos a ambos cada año mientras la prevalencia sea superior al 50%”. El riesgo en la población infantil aumenta por la forma de contraer estas enfermedades. “Se bañan y luego van al arroyo, donde se encuentra el gusano que produce la infección. Sin embargo, los adultos que se infectan son aquellos que desarrollan actividades en el agua: pescan, lavan, nadan, etc.”.
“La población de riesgo está formada principalmente por niños en edad escolar de 5 a 14 años”, comenta Anthony Bette. “Tanto ellos como los adultos están en riesgo, así que tratamos a ambos cada año mientras la prevalencia sea superior al 50%”. El riesgo en la población infantil aumenta por la forma de contraer estas enfermedades. “Se bañan y luego van al arroyo, donde se encuentra el gusano que produce la infección. Sin embargo, los adultos que se infectan son aquellos que desarrollan actividades en el agua: pescan, lavan, nadan, etc.”.
Una situación complicada cuando en estas zonas rurales, el sustento es la agricultura. Plantaciones de caucho, palmeras, cría de animales —cabras, ovejas o pollos—, por lo que limitar las actividades que impliquen estar en contacto con el agua es una tarea imposible. Además, el desafío del reparto de medicamentos va más allá: en 2014, tras la pandemia de Ébola, y posteriormente con la de la Covid, se interrumpió la cadena de prevención de las Enfermedades Tropicales Desatendidas, lo que implica una nueva reeducación en el uso de medicamentos: no hay que estar enfermo para ir al hospital y pedir medicación.
La Organización Mundial de la Salud marca 2030 como fecha objetivo para la erradicación de este tipo de enfermedades. “Creo que la prevalencia está bajando. Si seguimos en esta línea, confiamos llegar al 80% de cobertura para la oncocercosis y la filariasis linfática, un 75% de cobertura para la esquistosomiasis, y estaremos en una fase de control y eliminación”, aclara Bette.
La Organización Mundial de la Salud marca 2030 como fecha objetivo para la erradicación de este tipo de enfermedades. “Creo que la prevalencia está bajando. Si seguimos en esta línea, confiamos llegar al 80% de cobertura para la oncocercosis y la filariasis linfática, un 75% de cobertura para la esquistosomiasis, y estaremos en una fase de control y eliminación”, aclara Bette.
El impacto de la medicación en la vida de los enfermos va para Bette mucho más allá de los beneficios de la salud: “cuando un enfermo de oncocercosis toma su medicación y empieza a ver con claridad, la gente se siente feliz”, de ese objetivo secundario nace el empujón a interrumpir la transmisión, para que la comunidad tenga también una vía de mejora. “La oncocercosis está muy estigmatizada. La gente que vive en zonas en vía de desarrollo y es pobre, se queda ciega. Se convierte en algo muy difícil para la población, por eso hay que concienciar y alentar”.
El impacto de la medicación en la vida de los enfermos va para Bette mucho más allá de los beneficios de la salud: “Cuando un enfermo de oncocercosis toma su medicación y empieza a ver con claridad, la gente se siente feliz”, de ese objetivo secundario nace el empujón a interrumpir la transmisión, para que la comunidad tenga también una vía de mejora. “La oncocercosis está muy estigmatizada. La gente que vive en zonas en vía de desarrollo y es pobre, se queda ciega. Se convierte en algo muy difícil para la población, por eso hay que concienciar y alentar”.
Tras la marcha de los principales inversores, y con el proyecto de distribución masiva de medicamentos ya en marcha, llega un momento de incertidumbre en el que la Fundación Anesvad decide apoyar esta campaña de emergencia sanitaria. Pero de cara al año que viene, este apoyo parece insuficiente, máxime contando que el proyecto durará otros cuatro años, por eso continúa la búsqueda de fondos que inviertan en la erradicación de las ETD. “Nos ayudaría en el proceso de hoja de ruta de la OMS para Liberia, en el que ya estamos avanzando”.
El gasto no viene de las medicinas: existe ya un donante responsable de producir el medicamento y también de hacerlo llegar al país —y asegurarse de que llegue— a través de la OMS. El problema está en la financiación para distribuirlo a una población de aproximadamente 300.000 personas, para lo que se requiere la formación de personal y voluntarios en 55 centros de salud, que a su vez serán los encargados de formar a más voluntarios en los distritos para la distribución masiva, en la que la campaña para que todos los ciudadanos tengan la información necesaria es otro pilar básico del éxito.
El gasto no viene de las medicinas: existe ya un donante responsable de producir el medicamento y también de hacerlo llegar al país —y asegurarse de que llegue— a través de la OMS. El problema está en la financiación para distribuirlo a una población de aproximadamente 300.000 personas, para lo que se requiere la formación de personal y voluntarios en 55 centros de salud, que a su vez serán los encargados de formar a más voluntarios en los distritos para la distribución masiva, en la que la campaña para que todos los ciudadanos tengan la información necesaria es otro pilar básico del éxito.
Karsor Kollie es el Director del Programa Nacional para Enfermedades Tropicales Desatendidas de Liberia y ha trabajado en el Ministerio de Salud del país durante la última década, donde además ocupó el puesto de Director del programa de epidemias antes, durante y después de la guerra. Fue el responsable superior del mapeo para la esquistosomiasis, filariasis linfática y oncocercosis, y en todo lo referente a organizar y establecer el programa en cada condado. “Desarrollamos el primer plan maestro de ETD, en su mayoría en capas, por lo que la aplicación fue muy eficaz y se inició la administración masiva de medicamentos con el apoyo de ONG”.
Karsor Kollie es el Director del Programa Nacional para Enfermedades Tropicales Desatendidas de Liberia y ha trabajado en el Ministerio de Salud del país durante la última década, donde además ocupó el puesto de Director del programa de epidemias antes, durante y después de la guerra. Fue el responsable superior del mapeo para la esquistosomiasis, filariasis linfática y oncocercosis, y en todo lo referente a organizar y establecer el programa en cada condado. “Desarrollamos el primer plan maestro de ETD, en su mayoría en capas, por lo que la aplicación fue muy eficaz y se inició la administración masiva de medicamentos con el apoyo de ONG”.
Un plan que sufrió varias revisiones desde su inicio en 2012 hasta 2017, incluyendo más tratamientos a enfermedades como la Úlcera de Buruli o la lepra. “No hicimos una evaluación para averiguar cuánto impacto tuvo en la aplicación del Plan Maestro, porque no fue impulsado por el país”, explica Kollie, lo que llevó a una revisión en 2016 en la que el presupuesto de más de 500 millones de dólares hizo que los donantes se replantearan su inversión y se tuviera que reformular todo de cara a una nueva fase que terminaba en 2020. “Nos encontramos en un problema: creíamos que tendríamos un dinero y luego no lo tuvimos”.
Llegó el momento de gestionar la falta de fondos y la nueva búsqueda de socios que llenaran el vacío que se había producido y que frenaba el plan de erradicación. “No tienes fondos para transportar, no los tienes para comprar los materiales, ni tampoco para la logística. No tenemos vehículos para llegar a las zonas, ni el dinero para pagar a los voluntarios”, explica. El presupuesto asciende a un millón para todo el país en dos o tres meses. “No es solo una enfermedad. Además, es solo una campaña de tres meses. El desafío: ayudar a Liberia en 96 días”.
Llegó el momento de gestionar la falta de fondos y la nueva búsqueda de socios que llenaran el vacío que se había producido y que frenaba el plan de erradicación. “No tienes fondos para transportar, no los tienes para comprar los materiales, ni tampoco para la logística. No tenemos vehículos para llegar a las zonas, ni el dinero para pagar a los voluntarios”, explica. El presupuesto asciende a un millón para todo el país en dos o tres meses. “No es solo una enfermedad. Además, es solo una campaña de tres meses. El desafío: ayudar a Liberia en 96 días”.
Las enfermedades tropicales desatendidas tienen mucho más impacto en la población que otro tipo de patologías debido a su gravedad. Además, son enfermedades que golpean a los más pobres, y por tanto a los más débiles de la sociedad, frustrando su forma de vida y sus esperanzas. Erradicar este tipo de enfermedades no es solo combatir a un gusano o una bacteria que causan daños en los individuos, es también erradicar la imposibilidad de desarrollar una sociedad que genere su propia riqueza con sus recursos agrarios y agrícolas, y que los niños en edad escolar crezcan sanos y miren al futuro.
Las enfermedades tropicales desatendidas tienen mucho más impacto en la población que otro tipo de patologías debido a su gravedad. Además, son enfermedades que golpean a los más pobres, y por tanto a los más débiles de la sociedad, frustrando su forma de vida y sus esperanzas. Erradicar este tipo de enfermedades no es solo combatir a un gusano o una bacteria que causan daños en los individuos, es también erradicar la imposibilidad de desarrollar una sociedad que genere su propia riqueza con sus recursos agrarios y agrícolas, y que los niños en edad escolar crezcan sanos y miren al futuro.
La salud de millones de personas depende del reparto de medicamentos antes de que sea demasiado tarde.
No hay tiempo que perder.
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