Erradicar enfermedades olvidadas: una lucha en la que el acceso a medicación es clave

La Fundación Anesvad centra sus esfuerzos en combatir enfermedades a menudo olvidadas y para las que es esencial actuar temprano y tratar a todos los pacientes
Por Andrea Menéndez Faya | 25·enero·2024

No hay medicina para el dolor. Me han recetado antibióticos muy fuertes para combatir la infección. Mi pierna sangra y genera pus, así que hay que prevenir una infección mayor”. Es la vida de Jidda, enfermo de elefantiasis desde hace décadas, una enfermedad de las que en occidente llamamos ‘olvidadas’ pero que sigue presente en las sociedades más empobrecidas. “En África nadie puede decir que un médico ha descubierto el tratamiento para la elefantiasis. Solo te dicen que la enfermedad ha crecido mucho”.

No hay medicina para el dolor. Me han recetado antibióticos muy fuertes para combatir la infección. Mi pierna sangra y genera pus, así que hay que prevenir una infección mayor”. Es la vida de Jidda, enfermo de elefantiasis desde hace décadas, una enfermedad de las que en occidente llamamos ‘olvidadas’ pero que sigue presente en las sociedades más empobrecidas. “En África nadie puede decir que un médico ha descubierto el tratamiento para la elefantiasis. Solo te dicen que la enfermedad ha crecido mucho”.

Las enfermedades tropicales desatendidas (ETD) son una problemática que afecta a personas que viven en áreas de bajos y medianos ingresos en países tropicales y subtropicales. Sus nombres los conocemos, pero falta información para entender que no son cosa del pasado y aún persisten en nuestra sociedad: lepra, filariasis linfática, úlcera de Buruli o pian, son enfermedades que caen en el olvido, la falta de interés y financiamiento de la industria farmacéutica y de la comunidad internacional. Sin embargo, se pueden combatir.

Acceder a los medicamentos que frenan o aminoran los efectos de estas enfermedades es esencial para garantizar el derecho a la salud, pero esta tarea no es siempre sencilla. La atención médica en caso de enfermedad y la prevención, así como el tratamiento y control de las enfermedades, dependen en gran medida del acceso oportuno y adecuado a medicamentos de calidad.

En los últimos años se han realizado progresos en este aspecto, pero muchas personas siguen sin tener acceso a los medicamentos esenciales para tratar sus patologías debido a los obstáculos que impiden llegar a medicamentos de buena calidad de forma asequible y oportuna, sobre todo en los países en desarrollo. Este hecho desafía la dignidad humana y ataca a la base de todos los derechos humanos, incluidos los derechos a la vida, la salud y el desarrollo de todas las personas, sea cual sea su origen y condición. Sigue existiendo un vínculo intrínseco entre la pobreza y la realización del derecho a la salud: los países en desarrollo son los que más necesitan y los que menos acceso tienen a los medicamentos.

En los últimos años se han realizado progresos en este aspecto, pero muchas personas siguen sin tener acceso a los medicamentos esenciales para tratar sus patologías debido a los obstáculos que impiden llegar a medicamentos de buena calidad de forma asequible y oportuna, sobre todo en los países en desarrollo. Este hecho desafía la dignidad humana y ataca a la base de todos los derechos humanos, incluidos los derechos a la vida, la salud y el desarrollo de todas las personas, sea cual sea su origen y condición. Sigue existiendo un vínculo intrínseco entre la pobreza y la realización del derecho a la salud: los países en desarrollo son los que más necesitan y los que menos acceso tienen a los medicamentos.

Un objetivo: la erradicación

La Organización Mundial de la Salud, así como los sistemas mundiales de atención, marcan como objetivos primordiales el acceso equitativo a los medicamentos y su suministro fiable, pero llegar a estas metas es un esfuerzo que se ve frenado por diversos factores. El primero, los problemas de reglamentación que afectan a la compra de medicamentos en el mercado, generan retrasos y demoran el suministro en algunas zonas del planeta. Los altos precios, el uso indebido de drogas y la calidad deficiente o poco fiable de los fármacos también agravan este problema que se extiende ahora además a países ricos.

En muchos países de bajos ingresos, el gasto público en salud es elevado y supone también una causa de empobrecimiento y endeudamiento de las familias. El gasto público varía entre los países, desde menos del 20% de los gastos sanitarios totales en los países de altos ingresos, hasta el 66% en los de bajos. Los medicamentos —responsables del 73% del aumento de la esperanza y calidad de vida en las sociedades desarrolladas— son la base de cualquier sistema sanitario moderno. Garantizar el acceso de la población a los nuevos tratamientos es crítico.

En muchos países de bajos ingresos, el gasto público en salud es elevado y supone también una causa de empobrecimiento y endeudamiento de las familias. El gasto público varía entre los países, desde menos del 20% de los gastos sanitarios totales en los países de altos ingresos, hasta el 66% en los de bajos. Los medicamentos —responsables del 73% del aumento de la esperanza y calidad de vida en las sociedades desarrolladas— son la base de cualquier sistema sanitario moderno. Garantizar el acceso de la población a los nuevos tratamientos es crítico.

José Antonio Ruiz Postigo es médico del equipo de Enfermedades Tropicales Desatendidas de la piel, en el Departamento de Control de las ETD de la Organización Mundial de la Salud y Miembro del Consejo Asesor de Fundación Anesvad. “La estrategia consiste en buscar a todas y cada una de las personas afectadas, con un doble beneficio: la curación o el alivio para el enfermo, así como la interrupción de la cadena de transmisión”, explica.

José Antonio Ruiz Postigo es médico del equipo de Enfermedades Tropicales Desatendidas de la piel, en el Departamento de Control de las ETD de la Organización Mundial de la Salud y Miembro del Consejo Asesor de Fundación Anesvad. “La estrategia consiste en buscar a todas y cada una de las personas afectadas, con un doble beneficio: la curación o el alivio para el enfermo, así como la interrupción de la cadena de transmisión”, explica.

En muchos casos, el tratamiento de estas ETD es complejo, pero existe otro grupo para las que disponemos de medicamentos de fácil administración que se pueden distribuir de forma sencilla a la población general con el objetivo de prevenir la enfermedad. Es el caso de la elefantiasis (filariasis linfática), la ceguera de los ríos (oncocercosis) o la esquistosomiasis, que pueden afectar al hígado, causar cáncer de vejiga urinaria y trastornos a nivel genital, incluida la infertilidad. Sin acceso a este tipo de medicamentos, las poblaciones afectadas sufrirían enormemente.

Barreras más allá de la enfermedad

Ruiz Postigo empezó a trabajar con Medicus Mundi Cataluña en una zona remota de Angola hace más de 25 años. Sus conocidos le preguntaban si el equipo disponía de los medios necesarios para realizar su labor, incluida la medicación. Ya entonces, el éxito de la operación dependía de poder desplazarse y distribuir medicamentos, además de transportar enfermos graves por caminos limitados a 20 km/h, o remontando el río en una pequeña lancha para transportar el laboratorio móvil.

Ruiz Postigo empezó a trabajar con Medicus Mundi Cataluña en una zona remota de Angola hace más de 25 años. Sus conocidos le preguntaban si el equipo disponía de los medios necesarios para realizar su labor, incluida la medicación. Ya entonces, el éxito de la operación dependía de poder desplazarse y distribuir medicamentos, además de transportar enfermos graves por caminos limitados a 20 km/h, o remontando el río en una pequeña lancha para transportar el laboratorio móvil.

Ha pasado un cuarto de siglo, pero las circunstancias siguen siendo norma en los lugares donde las ETD hacen estragos: “El gran desafío consiste en poder distribuir millones de comprimidos a millones de personas en países donde las carreteras están muy deterioradas o no existen”, explica el doctor, quien además indica que los desplazamientos se hacen por vía fluvial, en bicicleta o incluso a pie durante horas. Sin embargo, el primer escollo está en conseguir que las compañías farmacéuticas donen estos medicamentos o se puedan comprar a un bajo precio.

Otro aspecto a tener en cuenta es la calidad de los medicamentos. Nadie en Europa cuestiona que las medicinas puedan ser de mala calidad o no estar conservadas en condiciones adecuadas, mientras que “en muchos países tropicales existe un mercado paralelo donde se venden medicamentos que no han superado los debidos controles de calidad”, comenta Ruiz Postigo, “la OMS dispone de un programa específico para asegurar que los medicamentos que se donan tengan los mismos estándares de calidad que tenemos en España”.

Otro aspecto a tener en cuenta es la calidad de los medicamentos. Nadie en Europa cuestiona que las medicinas puedan ser de mala calidad o no estar conservadas en condiciones adecuadas, mientras que “en muchos países tropicales existe un mercado paralelo donde se venden medicamentos que no han superado los debidos controles de calidad”, comenta Ruiz Postigo, “la OMS dispone de un programa específico para asegurar que los medicamentos que se donan tengan los mismos estándares de calidad que tenemos en España”.

Enfermedades olvidadas

Hay enfermedades de las que no se habla en nuestra sociedad, pero eso no quiere decir que no existan y que no hagan estragos en las poblaciones más necesitadas. Entre ellas, la OMS ha establecido como objetivo de erradicación —es decir, que el microbio causante ya no exista en condiciones naturales y nadie pueda adquirir la enfermedad— a la dracunculiasis o gusano de Guinea y el pian.

Hay enfermedades de las que no se habla en nuestra sociedad, pero eso no quiere decir que no existan y que no hagan estragos en las poblaciones más necesitadas. Entre ellas, la OMS ha establecido como objetivo de erradicación —es decir, que el microbio causante ya no exista en condiciones naturales y nadie pueda adquirir la enfermedad— a la dracunculiasis o gusano de Guinea y el pian.

El gusano que causa la dracunculiasis se ha adaptado a vivir fuera de los humanos, se encuentra ahora principalmente en perros con 700 casos confirmados el pasado año, y cortar su transmisión es difícil, pese a que solo se declararon 13 casos en todo el planeta en 2022, los 13 en cuatro países africanos: Chad, Etiopía, Sudán del Sur y la República Centroafricana. En estos países los conflictos armados y las dificultades de acceso interrumpen todas las actividades necesarias para erradicar la enfermedad.

Por su parte, se contabilizaron casos de pian en 15 países endémicos de África, Asia y el Pacífico occidental, llegando a casi 1.500 detecciones. La mayor dificultad para su erradicación es la distribución del medicamento donado, además de que las poblaciones afectadas comparten escenario geopolítico con la dracunculiasis. Es por ello que se necesita un esfuerzo financiero que apoye la tarea de quienes están en el terreno, como Fundación Anesvad, para actuar en las zonas afectadas, de no ser así “toda nuestra labor será en vano y el mundo seguirá siendo un lugar algo más insalubre para millones de personas que no han tenido el privilegio de nacer o vivir en países como el nuestro”, concluye Ruiz Postigo.

Por su parte, se contabilizaron casos de pian en 15 países endémicos de África, Asia y el Pacífico occidental, llegando a casi 1.500 detecciones. La mayor dificultad para su erradicación es la distribución del medicamento donado, además de que las poblaciones afectadas comparten escenario geopolítico con la dracunculiasis. Es por ello que se necesita un esfuerzo financiero que apoye la tarea de quienes están en el terreno, como Fundación Anesvad, para actuar en las zonas afectadas, de no ser así “toda nuestra labor será en vano y el mundo seguirá siendo un lugar algo más insalubre para millones de personas que no han tenido el privilegio de nacer o vivir en países como el nuestro”, concluye Ruiz Postigo.

Diagnósticos que esconden una historia

Mohammed Assakin Jidda nació en el estado de Borno, al norte de Nigeria, en 1959. En 1990, mientras trabajaba en el Aeropuerto Internacional de América, sus tobillos comenzaron a hincharse. Visitó a una dermatóloga en Patalkot que le diagnosticó una infección cutánea que provocaba pérdidas en la piel. Su pierna estaba hinchada, de la rodilla a los dedos. En una segunda visita, escucharía el diagnóstico que le acompañaría hasta hoy: elefantiasis. Una enfermedad que precisaba de un tratamiento en Alemania que no podía costear.

Mohammed Assakin Jidda nació en el estado de Borno, al norte de Nigeria, en 1959. En 1990, mientras trabajaba en el Aeropuerto Internacional de América, sus tobillos comenzaron a hincharse. Visitó a una dermatóloga en Patalkot que le diagnosticó una infección cutánea que provocaba pérdidas en la piel. Su pierna estaba hinchada, de la rodilla a los dedos. En una segunda visita, escucharía el diagnóstico que le acompañaría hasta hoy: elefantiasis. Una enfermedad que precisaba de un tratamiento en Alemania que no podía costear.

“La dermatóloga me explicó que la elefantiasis se transmite por la picadura de un mosquito que deposita en el cuerpo parásitos que, en su fase más grave, provoca un crecimiento irreversible de las piernas, como en mi caso”, repite este diplomado en Administración Pública por el Federal College of Education de Kano que ha tenido que aprender a convivir con términos médicos desde su diagnóstico.

La falta de recursos le hizo recurrir a la medicina tradicional, sin alivio. Poco después, médicos especializados en Enfermedades Tropicales Desatendidas le recetaron medicinas que tampoco han conseguido que la enfermedad remita. “He estado tomando medicamentos que me proporcionan las ONG en Nigeria, principalmente antibióticos para combatir infecciones, sin embargo, cuando me dieron el diagnóstico de filariasis, la dermatóloga no me realizó pruebas de sangre, ni me recetó ninguna medicina”, explica Assakin Jidda.

La falta de recursos le hizo recurrir a la medicina tradicional, sin alivio. Poco después, médicos especializados en Enfermedades Tropicales Desatendidas le recetaron medicinas que tampoco han conseguido que la enfermedad remita. “He estado tomando medicamentos que me proporcionan las ONG en Nigeria, principalmente antibióticos para combatir infecciones, sin embargo, cuando me dieron el diagnóstico de filariasis, la dermatóloga no me realizó pruebas de sangre, ni me recetó ninguna medicina”, explica Assakin Jidda.

Un problema que va más allá de la medicina: el estigma

La enfermedad afecta a sus relaciones personales y también ha provocado que tenga que jubilarse con una pensión de 200 dólares, insuficientes para vivir y además costear el tratamiento. Pero el trabajo que Jidda hace con las ONG va más allá, en la búsqueda de sentirse otra vez parte de la sociedad. Colabora en charlas sobre el estigma y el rechazo que sufren los pacientes de filariasis linfática y sobre el proceso que afecta a su salud mental, que a menudo tampoco es tratada “no fui a un hospital psiquiátrico para ser diagnosticado porque, si lo hiciera, aumentaría el estigma sobre mí. La gente quizá dirá que exagero, pero ese es el verdadero motivo por el que no fui”.

La enfermedad afecta a sus relaciones personales y también ha provocado que tenga que jubilarse con una pensión de 200 dólares, insuficientes para vivir y además costear el tratamiento. Pero el trabajo que Jidda hace con las ONG va más allá, en la búsqueda de sentirse otra vez parte de la sociedad. Colabora en charlas sobre el estigma y el rechazo que sufren los pacientes de filariasis linfática y sobre el proceso que afecta a su salud mental, que a menudo tampoco es tratada “no fui a un hospital psiquiátrico para ser diagnosticado porque, si lo hiciera, aumentaría el estigma sobre mí. La gente quizá dirá que exagero, pero ese es el verdadero motivo por el que no fui”.

Viajar alrededor del mundo con las ONG para contar su experiencia hace que, a su vez, la comunidad le valore y que él se sienta importante dentro de ella. Su enfermedad es permanente, necesita un tratamiento adecuado, pero no desaparecerá.

De ahí el valor que tiene la aceptación y la participación de ese nuevo rol visibilizando a quienes la padecen “Invito a las ONG como Fundación Anesvad a que vengan a ayudar, que nos ayuden en lo económico, pero también en lo social. En África no existe un tratamiento para nosotros, pero, además, nos enfrentamos a un problema de marginación”.

De ahí el valor que tiene la aceptación y la participación de ese nuevo rol visibilizando a quienes la padecen “Invito a las ONG como Fundación Anesvad a que vengan a ayudar, que nos ayuden en lo económico, pero también en lo social. En África no existe un tratamiento para nosotros, pero, además, nos enfrentamos a un problema de marginación”.

La salud de millones de personas depende del reparto de medicamentos antes de que sea demasiado tarde.

No hay tiempo que perder.

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