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La infancia perdida de los niños rohingya

Homaira llegó a finales de 2017 a Bangladesh. A pesar de no tener más de 8 años, logró atravesar la frontera y alcanzar al campo de refugiados de Cox's Bazar junto con tres primos menores que ella. El desplazamiento forzado al que se vieron sometidos miles de niños rohingya les separó de sus familias, de sus amigos y de sus estudios. En cierto modo, Homaira y sus primos dejaron abruptamente de ser niños.

Ahora, Homaira dirige a una veintena de niños en una clase mientras cantan una canción y dan palmas bajo la mirada de su profesora, también rohingya. Aunque las condiciones están lejos de ser las ideales y los alumnos de distintas edades se sientan en el suelo de la pequeña aula, estos niños rohingya han vuelto a las actividades propias de su edad.

"¡Tengo libros y deberes!", exclama entusiasmada Homaira, ante lo que muchos niños del mundo tienen garantizado y ven prácticamente como una carga. "Estoy feliz por leer y disfruto aprendiendo inglés", declara la joven refugiada a la salida de su clase.

Una solución de emergencia

Más de 80.000 niños rohingya cuya educación se vio interrumpida por el desplazamiento, ahora luchan para no ser dejados atrás en los 695 centros que UNICEF y sus organizaciones colaboradoras han establecido en el entorno de los campos. En ellos, grupos de unos 30 alumnos de entre 4 y 14 años acuden a clase con sus mochilas azules de UNICEF y aprenden inglés, matemáticas, birmano, ciencias y artes.

Estos centros han sido una solución de emergencia muy efectiva, pero la escasez de recursos y espacio hace necesario avanzar un paso más allá, particularmente para seguir atrayendo a los niños de más edad.

Los centros han funcionado bien como una opción de emergencia y de transición", declara Risto Ihalainen, coordinador sectorial de educación de UNICEF. "Nuestro objetivo ahora es desarrollar un plan de estudios que se base en patrones globales. Una vez hecho esto, podemos centrarnos en las cuestiones de calidad de la educación y en ofrecer más, especialmente a los niños de mayor edad".

El objetivo de UNICEF para finales de 2018 es que más de 200.000 niños reciban educación en los centros de los campos de refugiados rohingya y otros 370.000 estén dentro de todo el sistema educativo. Para ello se requerirán técnicas innovadoras, como la educación a distancia a través de la radio y establecer colaboraciones con madrasas locales.

Pero, ante todo, se necesitarán fondos, que aún están muy por debajo de lo necesario a día de hoy. De los 28,5 millones de dólares que UNICEF ha estimado necesarios para poder desarrollar sus proyectos educativos en Bangladesh y los 6,4 millones para Myanmar, se ha recaudado apenas un cuarto hasta la fecha. La lucha por lograr los fondos es también una carrera contra el tiempo, dado que cada día el monzón está más cercano, amenazando con destruir multitud de hogares y escuelas. La escasez del terreno, escarpado y abrupto, condiciona dónde construir, lo que provoca que muchos levantamientos deban situarse en las zonas más bajas de los campos, las más propensas a inundarse durante las lluvias torrenciales.

Espacios Amigos de la Infancia

"Estos dos niños llegaron hace dos días y su historia es terrible", declara Sara Bordas, jefa de operaciones de UNICEF en Bangladesh hasta el mes pasado, con dos niños rohingya en su regazo. "Han tenido que caminar durante seis días después de que quemaran su casa. Aquí el trabajo que UNICEF hace con ellos es proporcionarles ayuda psicosocial para entender cuál es su situación familiar para ayudarlos lo mejor que podamos", explica Bordas.

Estos niños son acogidos en los llamados espacios de amigos de la infancia. "Aquí hacen mucho dibujo terapéutico y también se les reúne en grupos para que puedan compartir sus experiencias, pero una de las formas más poderosas de hacer esto es a través del dibujo. Si te fijas en ellos puedes ver cómo expresan todos los traumas y todo lo que sienten", declara Bordas.

UNICEF calcula que durante el monzón se perderán el 10% de las escuelas y el 16% de los espacios amigos de la infancia. 100 centros de aprendizaje se encuentran actualmente en zonas bajas y podrían verse inundadas por las lluvias torrenciales que comenzarán en las próximas semanas. "Reubicar los centros de aprendizaje en lugares más altos es muy difícil debido a la falta de espacio", declara Risto Ihalainen. "La educación no es vista necesariamente como una prioridad por los otros sectores humanitarios, pero estamos intentando hacer cambiar esta percepción".

AYUDARLOS ES POSIBLE

Los niños rohingya se enfrentan a una nueva amenaza: el monzón. Ayúdanos a salvar sus vidas. Dona ahora y contribuirás a que estos niños puedan tener acceso a la educación en una emergencia como esta.

Agua potable 10 Niños y niñas con acceso a educación en una emergencia como esta por

50€

Facilitar el acceso a la educación

Riesgos a los que se enfrentan

Conoce en detalle cuáles son los retos a los que se enfrentan los rohingya con la llegada del próximo monzón: sus vidas, sus infraestructuras y sus precarias construcciones están en peligro