Los verdaderos guías de un triatleta ciego

Cuando José Luís García Serrano perdió por completo la visión sintió vértigo. “Fui perdiendo la vista poco a poco. Todo derivó en un glaucoma inflamatorio debido a una uveítis —la inflamación de la capa media del ojo—. Perdí la vista primero del ojo izquierdo y luego, años más tarde, perdí la vista del ojo derecho”, explica. En ese momento pensó que no iba a poder hacer nada y se preguntó qué es lo que se puede hacer sin ver. La respuesta llega este mismo verano cuando ‘Jota’, como todos le llaman, competirá en triatlón en los Juegos Paralímpicos de Tokio 2020 después de haber sido campeón de España en paraduatlón, Campeón de España en triatlón y tener varias medallas de oro en eventos mundiales de paratriatlón.

“Yo me enamoré del triatlón en un momento muy, muy puntual”, asegura ‘Jota’. Ese momento es mayo de 2011, cuando en su pueblo, Buitrago de Lozoya, al norte de la Comunidad de Madrid, se celebra un triatlón de media distancia y él, por pura curiosidad, acude a verlo. “Me quedé alucinado con este deporte. Yo vi a esos, que para mí en ese momento eran superhombres, salir del agua con esos neoprenos, montarse en bici de manera espectacular y correr como auténticas balas y ahí se me grabó a fuego triatlón”, recuerda con cierta dosis de emoción.

En aquel momento había perdido la visión del ojo izquierdo y, aunque había estudiado Óptica y Optometría y sabía cuáles eran las consecuencias de su enfermedad, no quería creer que se quedaría ciego. “Uno nunca está preparado para perder la vista”, sentencia. Le quedaba un duro camino por delante en el que iba a tener que luchar mucho, pero en el que, aunque perdiese la visión, nunca perdió la mirada y la pasión de lo que quería hacer que fuese su vida.

En aquel momento, el estado físico de ‘Jota’ no era muy bueno, no hacía mucho deporte y llevaba una vida sedentaria para evitar esfuerzos, pesaba unos 110 kilos. Pero, en ese momento, aparece una de las conexiones clave en su historia: Mario Vicente Gomara, uno de sus amigos que le propone comenzar a correr juntos, guiándole con una cuerda como ha visto en unos vídeos de YouTube. “Me santigüé y que sea lo que Dios quiera”, dice, aún riendo, ’Jota’. “Para mí, Mario es la definición con mayúsculas de generosidad y valentía”, reconoce el triatleta.

Estuvieron varios meses corriendo, con una gran progresión hasta el momento en el que Mario se da cuenta de que ‘Jota’ puede ir mucho más allá. Así ese amigo que ayudó a ‘Jota’ a dar los primeros pasos solo tiene cumplidos para el triatleta: “Él sí que es un ejemplo, él me aporta”. Meses más tarde, ‘Jota’ era operado del ojo derecho y no volvería a ver, aunque pasó meses con operaciones y tratamientos hasta que en septiembre de 2012 le dijeron que se había quedado completamente ciego. “El día que me comunican que no voy a ver más, después del vértigo, yo sabía que el deporte me iba a ayudar a salir adelante y, por qué no, el triatlón”, explica.

“Para mí, el triatlón es el cimiento de mi vida. El mayor logro es verme ocho años después de quedarme ciego viviendo del triatlón y practicándolo al más alto nivel, pero, claro, eso es imposible sin la gente que me acompaña”, sentencia ‘Jota’. Uno de esos acompañantes es Ignacio Jiménez Casas, su entrenador. “Nacho confió en mí antes de que yo mismo confiase en mí”, cuenta ‘Jota’. “Hemos vivido una historia de la nada. De Buitrago de Lozoya a estar a punto de pelear por una medalla de los Juegos Olímpicos”, reconoce Nacho, el entrenador que hizo que ‘Jota’ abrazase el deporte de alto rendimiento para sacar su mejor versión. “’Jota’ es un tío al que le pasaron un montón de cosas negativas en la vida y estamos a punto de luchar por una medalla en los Juegos Olímpicos. Increíble”, resume Nacho.

No ha sido fácil y ‘Jota’ es muy consciente de lo fundamental que ha sido para él la conexión que ha tenido con otros, en este caso con Nacho. “Lo que he vivido con Nacho, el haber tenido que remar contracorriente en muchos momentos de esta parte de mi vida con él ya no solo en lo profesional, en lo deportivo, sino en lo personal”, explica el deportista que lo sintetiza con una sola frase: “Sin ellos no soy absolutamente nada y para mí eso es el mayor reto y de lo que más orgulloso me puedo sentir”.

Cuando ‘Jota’ empezó con el triatlón no había ningún ciego total que lo practicase y para ello necesita un guía. En Madrid entrena con Luis Molina Ruíz. “Es el pegamento del equipo. Es un chaval de 24 años que solo tiene dos estados de ánimo: contento y muy contento”, describe ‘Jota’ a ‘Luisito’, su guía. Con él corre, con él nada y con él monta en bici, aunque cuenta también con otro guía, Pedro Andújar, Luis Molina Ruiz está muchísimas horas con ‘Jota’ en Madrid. “Él me aporta mucho más que lo que yo le pueda aportar a él. Nos hacemos de psicólogos mutuamente. Al final pasamos muchas horas juntos todos los días, como compañeros, como amigos, como deportistas profesionales, como guía, de todo”, explica Luis Molina Ruiz, con una gran sonrisa.

‘Jota’ no ha perdido la motivación ni las ganas en un deporte que, a pesar de su dureza, es su verdadera pasión, en la que cuenta con aliados imprescindibles como Luis Molina Ruiz. “Nos toca remar muchas veces contra corriente y si no tenemos esa conexión fuerte, esa confianza los unos en los otros, esto que tenemos ahora mismo y donde estamos ahora mismo sería totalmente imposible”, sentencia.