Es innegable que la música tiene un efecto en el cerebro y en el estado de ánimo. Es fácil que cuando suene una canción triste sea más fácil entrar en un estado melancólico, mientras que si los acordes que llegan son alegres sea más sencillo contagiarse de la melodía y dejarse llevar por el entusiasmo que provoca la dopamina recorriendo nuestro organismo. Sobre estos efectos sabe bien el compositor Lucas Vidal, uno de los 100 personajes creativos más influyentes según la revista Forbes en 2019 y el último protagonista de ‘Mejor conectados’, la iniciativa de Telefónica para visibilizar el talento e inspirar conexiones.
Vidal, cuyo abuelo fundó la empresa discográfica Hispavox y que toca el piano desde los tres o cuatro años, es un firme defensor de la importancia de elegir que la canción que suene en nuestra cabeza cuando llega la adversidad sea una que nos haga ver el lado positivo sin dejar de ser realistas. Para él, la actitud positiva es estar bien con uno mismo y también con los demás. “Yo creo que cuando tú estás bien y cuando también proyectas esas ganas de hacer bien las cosas y de ser majete y de buen rollo, al final también impregnas, de alguna manera, actitud positiva a los demás”, señala en este nuevo vídeo. Para Vidal, esta actitud no solo nos ayuda a conectar mejor con nosotros mismos y con los demás, también nos hace contar con más apoyo y así es más fácil llegar a lograr nuestros sueños.
Por ejemplo, recuerda su primera grabación con la orquesta. “No tenía músicos, no tenía pasta para pagarles y pensé: ‘¿Cómo puedo hacer para conseguir buenos músicos y que graben lo que hago?’. Entonces iba parando a estudiantes y les decía: ’Oye, ¿quieres grabar para una grabación que estoy haciendo? No tengo pasta, pero, bueno, tengo una carta de recomendación y pizza’. Y entonces la gente, con la pizza, pues decían: ‘Ah, pues sí’. Ese caso refleja muy bien la estrategia que este compositor ha tenido siempre, desde que inició su carrera a los 16 años, cuando fue becado a Berklee College of Music, en Boston (Estados Unidos). “Cuando era estudiante siempre estaba el ‘no’. O sea, siempre todo el mundo me decía: ‘No, no puedes hacer esto, no, no puedes trabajar’. Y cada ‘no’ yo lo quería, de alguna manera, transformar a un ‘sí’”, recuerda.