La aviación vive un momento decisivo. En plena transición energética, el sector afronta uno de sus mayores retos: reducir las emisiones de CO2 sin renunciar a su papel esencial en las conexiones globales. Entre las soluciones que ya están en marcha, los combustibles sostenibles de aviación —Sustainable Aviation Fuel, SAF por sus siglas en inglés— se perfilan como una de las vías más prometedoras. Y no, su desarrollo no es una posibilidad futura, sino una realidad que empieza a despegar..
El SAF es, en esencia, un sustituto directo del queroseno tradicional. Se produce a partir de materias primas de origen renovable —biomasa o electricidad generada con energías renovables— y cumple con los estándares más exigentes de la Unión Europea. Su gran ventaja es que puede utilizarse en los aviones existentes sin necesidad de adaptaciones técnicas.
Según los análisis de ciclo de vida, los combustibles sostenibles pueden llegar a reducir en torno a un 80% las emisiones respecto a los fósiles, dependiendo del tipo de materia prima y del proceso de producción, a nivel ciclo de vida completo. Además, su elaboración se rige por criterios estrictos de sostenibilidad tal y como se defne en la Directiva de Energías Renovables de la Unión Europea.
Junto con la renovación de flota, el desarrollo y uso del SAF es una de las claves para avanzar hacia una aviación con menos emisiones. Su reto principal no es técnico, sino de escala: producirlo en la cantidad suficiente y a un coste competitivo.
El avance del SAF abre también una ventana de oportunidad para España. El país cuenta con una posición privilegiada en energías renovables, una industria química preparada para adaptarse a la nueva demanda y una potente cadena agroalimentaria que puede aportar materias primas sostenibles. Todo ello configura un escenario favorable para liderar el desarrollo de combustibles sostenibles en el sur de Europa.
El impulso a esta industria no solo tiene un componente ambiental. Supone también una apuesta por la economía circular, la creación de empleo en zonas rurales y la atracción de inversión. En un país donde el turismo es motor económico, la transición hacia una aviación más sostenible se presenta como un paso natural para reforzar su competitividad sin comprometer los objetivos climáticos.
El compromiso de España con las renovables puede ser aprovechado para avanzar más rápido en la producción de combustibles sostenibles. La combinación de sol, viento e innovación tecnológica coloca al país en un punto de partida óptimo para atraer inversiones y consolidar un ecosistema industrial en torno al SAF. La colaboración entre administraciones, centros de investigación y empresas será clave para transformar esa ventaja natural en una oportunidad real de desarrollo.
En este contexto nace el Círculo SAF, una iniciativa impulsada por Iberia que busca unir a empresas de distintos sectores en torno a un mismo propósito: promover la reducción de la huella de carbono de los viajes corporativos y contribuir al desarrollo de los combustibles sostenibles. La idea es sencilla, pero poderosa: sumar esfuerzos para lograr un impacto común.
El programa permite que las compañías participantes contribuyan a reducir parte de las emisiones asociadas a sus desplazamientos mediante la adquisición de atributos medioambientales de SAF. De esta forma, cada empresa puede avanzar en sus objetivos de descarbonización gradual y, al mismo tiempo, apoyar la producción de estos nuevos combustibles.
El Círculo SAF representa una forma práctica de cooperación entre sectores que, de otro modo, difícilmente podrían intervenir en la transición energética de la aviación. Su propósito no se limita a mitigar el impacto ambiental, sino a impulsar un mercado que todavía está en plena consolidación.
En el Círculo SAF confluyen compañías de sectores muy distintos que comparten el objetivo común de avanzar hacia la descarbonización gradual de los viajes corporativos, apoyando el desarrollo de una nueva industria energética en España.
Desde Iberia destacan que apostar por el SAF como alternativa viable para descarbonizar gradualmente la aviación exige alianzas sólidas: no es un reto que pueda afrontarse en solitario, sino que es necesario el papel de empresas de diferentes hábitos que aporten sus respectivos puntos de vista. Desde la perspectiva tecnológica, pasando por el contacto con millones de viajeros diarios, la gestión de la huella de carbono y la transición energética o la producción de biocombustibles y la innovación en dicha premisa.
Con todos estos puntos presentes, los partícipes del Círculo SAF lo entienden como una herramienta compartida, donde cada participante aporta su conocimiento y su capacidad de acción. A la vez que se promueve la reducción de emisiones, se abre camino a una forma distinta de entender los viajes de empresa y, también, el papel que cada organización puede tener en la transición ecológica del país.
El Círculo SAF ayuda a las organizaciones a contribuir en la reducción de parte de sus emisiones de Alcance 3, aquellas que no se generan directamente en sus operaciones pero sí como consecuencia de ellas. En este grupo se incluyen, entre otros, los viajes de trabajo, el transporte de mercancías o los desplazamientos de empleados. Según la GBTA Foundation, los viajes de negocios suponen de media un 25 % de las emisiones totales de las empresas.
Reducir ese impacto exige herramientas concretas. Los combustibles sostenibles permiten hacerlo de forma medible y trazable, contribuyendo a objetivos corporativos y regulatorios cada vez más exigentes. Además, ayudan a crear conciencia dentro de las propias organizaciones sobre la importancia de elegir opciones de movilidad más responsables.
Los vuelos que Iberia ya realiza empleando SAF pueden ser considerados el rumbo que el sector de la aviación puede tomar en un futuro cercano. Gracias a ellos, tenemos pruebas tangibles de que la descarbonización de la aviación no es una idea lejana. Aunque el SAF representa aún una fracción mínima del consumo total, su papel será determinante en los próximos años, especialmente cuando se amplíe la capacidad de producción.
Sin embargo, está igualmente claro que la transición hacia una aviación con menor emisiones de CO2 no depende de una única tecnología ni de una sola empresa. Requiere inversión, regulación, innovación y, sobre todo, colaboración. El Círculo SAF demuestra que ese trabajo conjunto ya ha comenzado, y que aerolíneas, energéticas, entidades financieras y tecnológicas avanzan de la mano para acelerar un cambio que, en definitiva, beneficiará a toda la sociedad.