El fútbol es un juego en apariencia sencillo donde veintidós participantes se mueven durante 90 minutos por un rectángulo de césped golpeando una esfera para meterla entre tres palos separados por 7 metros. Todo lo anterior es susceptible de cambio: se puede jugar en parquet, reduciendo los espacios, haciéndolo más llamativo, más acrobático y espectacular, con cinco jugadores por cada equipo, y en dos partes de 20 minutos cronometrados. La coincidencia es que en cualquiera de estas dos versiones, si hablamos en femenino, en Europa manda España.

La Primera División de la Liga Nacional de Fútbol Sala Femenina comparte categoría con su homóloga de fútbol 11, en ese baremo de la Real Federación Española de Fútbol de las categorías profesionalizadas. En ella, 18 equipos divididos en dos subgrupos pelean esta temporada 2020/21 por relevar al vigente campeón, el Burela FS. Para Patricia González ‘Peque’ (Madrid, 1987), capitana y uno de los pesos pesados del equipo, el curso anterior fue una época convulsa, con la interrupción por el confinamiento, las dudas sobre la reanudación y el playoff express por el campeonato.

La Real Federación Española de Fútbol suspendió todas las competiciones no profesionales durante el estado de alarma. El fútbol sala corrió mejor suerte que el fútbol femenino en campo: cuando las aguas se calmaron, reanudó para coronar a un campeón. “Parar en lo mejor de la temporada es difícil. Por suerte tuvimos la oportunidad de acabar la temporada. El equipo respondió bien en el Playoff y conseguimos el título. Fue un momento complicado, pero estamos contentas con el resultado”.

Esta nueva temporada, marcada por la COVID y todas las circunstancias deportivas y extradeportivas que la envuelven, se lleva de forma distinta. La competición está estructurada en dos subgrupos para poder dar garantías de que se finalice si hay aplazamientos. El calendario de una liga no profesional siempre es difícil de asegurar en un contexto tan delicado como el actual. Los equipos están pendientes de un protocolo estricto que marca aplazamientos por positivos en plantilla, hay que reubicar partidos y extremar precauciones que chocan con la realidad: no se puede aislar a jugadoras que a menudo estudian o incluso trabajan porque no pueden vivir del fútbol sala.

Burela es un caso único en la Primera División de fútbol sala femenino, con todas sus jugadoras con contrato profesional. “Han sido fundamentales las ayudas de Federación y patrocinadores para que el fútbol sala femenino crezca. Las jugadoras pueden ahora dedicarse profesionalmente a esto, pensar 24 horas al día en fútbol” explica Peque. Ella, recientemente nombrada segunda mejor jugadora del mundo, tiene la suerte de vivir la pasión por el fútbol sala en un equipo que trabaja por y para ser profesional. “El Burela trabaja mucho para conseguir dinero y que se invierta en nosotras. Esto repercute en los resultados deportivos. Llegué aquí en 2011 y el club ahora es muy diferente: la estructura tiene el mismo nivel que la del masculino. Ese es el camino”.

La rueda es sencilla: para que gocemos de un éxito deportivo tiene que haber una inversión previa que mejore las condiciones de las jugadoras, su preparación deportiva y su contexto profesional. Las estructuras de los clubes están destinadas a mejorar con los años y, con ello, aparecen jugadoras distintas que acaban triunfando en la Selección nacional de fútbol sala: hoy en día son campeonas de Europa, con un cambio de generación en el que referentes acompañan a jóvenes promesas que ya son una realidad. “Es un trabajo de muchos años” –explica Peque– “Vane Sotelo, Irene Samper.., son jugadoras jóvenes que son pilares en esta Selección. La transición no ha sido radical, y hoy en día podemos presumir de tener a las mejores y competir a un altísimo nivel”.

Uno de los pesos pesados de la competición, el Futsi Atlético Navalcarnero, tiene entre sus filas a Anita Sevilla Luján, 'Anita Luján' (Cuenca, 1991), una jugadora por la que cualquier espectador de fútbol sala pagaría contento una entrada, considerada una de las mejores del mundo, con talento y experiencia. Para Anita es ya su decimocuarta temporada en el fútbol sala español, pero su vida, más allá de las pistas de la liga, se vive con el rojo de la Selección. “Llevo desde los 17 años en la Selección y poder hacer Historia con España es un sueño hecho realidad, algo que otras compañeras no pudieron conseguir, y es una responsabilidad”.

El fútbol sala es un deporte minoritario. Al ser femenino, el silencio viene por partida doble. Ganar un campeonato europeo en febrero de 2019 hizo que nuestras jugadoras se llevaran titulares y portadas, pero pronto volvieron al cajón. “No hay mucha continuidad en la información sobre el fútbol sala femenino” –lamenta Anita Luján– “Hicimos historia porque no se había jugado ninguna competición oficial (aunque suene raro, no existían hasta ese momento), pero si preguntas a la gente, no saben que somos campeonas de Europa”.

Para la Selección Española de Fútbol Sala Femenino aquel campeonato europeo fue un punto de inflexión. No por ganar, sino por poder por fin competir. “Teníamos una motivación personal. Éramos unas privilegiadas ya solo por jugar, ganarlo fue algo único. Muchas generaciones han pasado por la Selección jugando solo torneos y partidos amistosos, el sueño de todos los amantes del fútbol sala era poder disputar una competición oficial”.

En una época tan convulsa en lo deportivo y social, la convocatoria para el Pre-Europeo se ha movido de fecha y tiene modificaciones: gente nueva, más joven, en busca de renovar la sabia pero asentar el estilo. “El grupo que ganó el Europeo es muy bueno a nivel humano y futbolístico. Esa fue la clave para que funcionara tan bien. Teníamos un buen ambiente, que es necesario para concentraciones tan largas” recuerda Anita Luján. Para ella, el camino que se empezó a recorrer la temporada pasada tiene un único destino: poder disputar un Mundial.

“El pabellón de Gondomar estaba lleno. No nos faltan espectadores interesados en el fútbol sala, necesitamos que se apueste desde arriba, desde las autoridades y los patrocinios para poder disfrutar un Mundial”. Nuestra selección ocupa el número 1 del Ranking UEFA con 10.000 puntos, por delante de Portugal (8.000) y Rusia (5.667), competir de tú a tú con selecciones como Brasil en un Mundial sería la oportunidad de colocarse al frente de una generación que pretende dar el salto de esa coletilla de deporte minoritario a especialidad en auge. Crecer, en este caso, pasa por triunfar y demostrar cuánto se ha crecido ya. En ese proceso será clave el patrocinio de Iberdrola a la Selección, que demuestra así su compromiso con el deporte femenino y su fe en los éxitos futuros del combinado nacional.

A corto plazo, el fútbol sala femenino español tiene que seguir trabajando para esquivar la pandemia y no dejar de crecer. Esta temporada, marcada por las circunstancias, es de adaptación y de búsqueda de la profesionalización definitiva que asiente las bases de una competición estable, que a nivel deportivo goza de una salud excelente y que quiere convertirse en un referente mundial. A medio y largo, no tiene motivos para dejar de soñar.