La muestra está compuesta por las pinturas de 1973 Personaje, pájaro I, II y III y las esculturas Mujer, pájaro y Mujer, ambas también de principios de los setenta, cuyo título y composición se basan en el vocabulario de signos del artista. En los lienzos, de composición simplificada, Miró amplía las imágenes hasta ocupar prácticamente toda la superficie con un gesto enérgico. Universo Miró también ha contado con el apoyo del Ministerio de Exteriores e incluye actividades de carácter educativo y una serie de actos, eventos y encuentros para difundir el legado del artista catalán.
El apoyo de la Fundación Abertis, cuya actuación siempre ha pivotado en torno a la seguridad vial, el medioambiente, la acción social y la cultura, a Universo Miró se suma a una lista de colaboraciones con la Fundació, entre las que se encuentra también la exposición La couleur de mes rêves, gran retrospectiva sobre el artista que se pudo visitar el año pasado en París, con gran éxito de público.
La Fundación Abertis patrocina exhibiciones de otros grandes nombres del arte español como El Greco, cuya retrospectiva se exhibe actualmente en el Gran Palais de París. En el pasado, también ha esponsorizado grandes muestras de Pablo Picasso, Salvador Dalí, Diego Velázquez o Antoni Gaudí, en ciudades como París, Madrid, Roma, Buenos Aires, São Paulo, Río de Janeiro o Santiago de Chile. La Fundación es el brazo filantrópico de Abertis, una de las mayores empresas gestoras de autopistas del mundo.
Para que colaboraciones como la de Abertis y la Fundació Miró ayuden al renacimiento del sector, a principios de 2019 el Gobierno anunció que se estaban dando los primeros pasos para poner en marcha una ley de mecenazgo bajo la supervisión de la Comisión Delegada de Asuntos Culturales. Una iniciativa que llevaba tiempo siendo reclamada por diferentes actores culturales, ya que, hasta la fecha, la normativa solo contempla una serie incentivos fiscales, que se ampliaron en 2014 para dar cabida al micromecenazgo.
No obstante, la filantropía privada siempre ha estado presente en la vida cultural española. Organismos como el Museo del Prado han recibido a lo largo de su historia numerosas donaciones, herencias y legados. El más importante fue el de Manuel Villaescusa en 1991, una de las donaciones más excepcionales de las entregadas a la institución en toda su existencia. La suma permitió a la pinacoteca la adquisición de más de 200 obras de arte –la mayoría, españolas, desde pintura gótica hasta el siglo XIX-, entre las que se encontraba La condesa de Chinchón, de Goya, adquirida en el año 2000. En el caso del Museo Reina Sofía, más del 26% de su colección proviene de donaciones y legados, lo que arroja un total de 6.050 obras.
“Creemos firmemente en la colaboración público-privada como un modelo de éxito”, valora, por su parte, Marko Daniel. “La Fundació Miró necesita recursos públicos y privados para llevar a cabo su programación y actividades, y empresas como Abertis resultan fundamentales para el mudo cultural”. Esta institución posee una colección única de las obras de Joan Miró, que incluye su biblioteca personal y un archivo con la totalidad de sus dibujos preparatorios; por lo que se trata de un centro de referencia en la investigación, divulgación y promoción de la producción y legado del artista, además de un espacio indispensable del arte contemporáneo.
Con más de 40 de trayectoria, la Fundació ha mantenido colaboraciones estables y prolongadas con diferentes instituciones y empresas privadas a través de la figura del mecenazgo, “ya que la cultura y el arte para Joan Miró eran una acción social y la Fundació sigue trabajando en esta línea”. La crisis supuso un cambio importante en esa colaboración. Según relata su actual director, “evidenció carencias sociales que requerían de la ayuda de las empresas privadas”. “Actualmente un buen número de empresas, con sensibilidad en el arte y la cultura, participan y contribuyen generosamente a la Fundació Joan Miró”, explica.
Como otros actores que reclaman un impulso de la filantropía privada a través de una ley de mecenazgo, Daniel considera necesaria una normativa que prevea incentivos fiscales y cree sinergias que potencien el acercamiento del mundo empresarial a la cultura y al arte. “Aunque –señala- resulta grato comprobar cómo, aún sin ella, hay empresas, fundaciones y personas que ponen la importancia de la cultura por encima de otros intereses”.
Esta opinión está en sintonía con algunos de los datos de micromecenazgo que se han ido conociendo tras la modificación de la normativa. Las previsiones del Gobierno para 2016 se superaron: fueron 3,1 millones las personas que hicieron una donación a alguna actividad cultural. Un dato muy optimista si se tiene en cuenta que más de la mitad de la población española desconoce la existencia de exenciones fiscales por la contribución en las artes y la cultura, según un estudio de la Asociación Española de Fundaciones.
El interés existe y la voluntad, a tenor de los análisis, también; quizás solo haga falta un empujón que afiance las colaboraciones público-privadas y fortalezca la vida cultural. En junio de 2018 el Museo Thyssen de Madrid lanzó una campaña de crowdfunding para restaurar La plaza de San Marcos en Venecia, de Canaletto. Dividieron en un millar de fragmentos la obra, que se podían apadrinar por 35 euros cada uno. Fue tal el éxito de participación que la iniciativa se saldó con 20.000 euros de superávit.