Tomás Muñoz M. | 25·septiembre·2023
Hace una década que el Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación reconoce de forma anual a los mejores vinos de nuestro país, a través de los Premios Alimentos de España, galardones que tienen el objetivo de poner en valor la excelencia de nuestros productos alimentarios. En el año 2022, el caldo elegido como ganador fue un ribeiro procedente de la denominación de origen homónima, concretamente de Castrelo do Miño (Ourense) y la distinción sirvió para que todo el sector vitivinícola dirigiera su mirada hacia la —hasta entonces— discreta bodega que lo alumbró: Ramón do Casar.
Sin embargo, el éxito en un sector tan exigente como el del vino nunca llega de forma casual y repentina, sino que siempre es la culminación de un proceso que madura con el tiempo, como la propia uva. En el caso de la bodega orensana, el arraigo a la tierra gallega juega un papel determinante en un camino que inició el padre de los actuales propietarios, cuando se vio obligado a emigrar a Venezuela a mediados del siglo pasado en busca de mejor suerte. La historia de Ramón González es la de muchos de sus paisanos, emprendedores gallegos que se vieron obligados a cruzar el charco buscando un futuro mejor.
Sus anhelos comenzaron a cumplirse en vida, cuando adquirió con el dinero procedente de América los primeros viñedos en su tierra natal, algunos en los que incluso había trabajado cuando era más joven. Comenzó haciéndolo casi como una afición, por puro amor: “Él tenía el sueño de las fincas, las viñas y la bodega, y nosotros teníamos el sueño de crear un gran vino”, asegura Ramón González Sabucedo, Moncho, uno de sus tres hijos y actual propietario. “Es a partir del año 2000 cuando los tres hermanos, de alguna forma, tomamos el relevo para darle forma a todo lo que él había hecho hasta ese momento”. Fue así como la idea se convirtió en empresa y Moncho, Etelvino y Javier comenzaron a profesionalizar todos los procesos.
El primer paso fue agrupar todas las tierras y adquirir otras nuevas hasta alcanzar las 25 hectáreas. Como no podía ser de otra manera, los herederos de Ramón González siempre tuvieron claro que querían producir ribeiro como símbolo del terruño y, al mismo tiempo, dignificarlo lo máximo posible para elevarlo de categoría. “Para obtener el mejor resultado, decidimos contratar al enólogo Pablo Estévez, ya que es un verdadero mago del vino”, apunta en este caso Javier, otro de los hermanos. “En paralelo —continúa—, decidimos apostar por una economía de aprovechamiento. Nuestro producto tiene muy pocos residuos, algo rentable ecológica y económicamente. Por un lado, parte de los desechos orgánicos se reintroducen en el viñedo como abono; por otra, la pepita y piel de la uva se venden a destilerías de la zona para la elaboración de orujos gallegos”.
Por su parte, Pablo Estévez relata que “los tres hermanos me explicaron detalladamente cuál era su idea. Querían una buena bodega en la que poder elaborar algunos de los mejores vinos de España”. Por esta razón, el que ha sido recientemente elegido por cuarta vez como Mejor enólogo de vinos jóvenes de España, en los Premios Baco que organiza la Unión Española de Catadores, tuvo claro desde el principio cuál era el plan a seguir: “Siempre digo que, para hacer un gran vino, primero hay que hacer una gran viticultura y llegar a bodega con una gran uva. Ese es el camino que hemos seguido en Ramón do Casar”, confirma el experto.
No en vano, Javier reconoce tener “un claro propósito de crecimiento y expansión internacional”, que incluye una ampliación de la bodega y la venta más allá de nuestras fronteras para así llegar a la amada Venezuela del patriarca familiar. Para recorrer este camino, “inicialmente contamos con la ayuda del Banco Santander y, hasta hoy, nunca nos ha dejado de apoyar en nuestro proyecto”. La entidad financiera enmarca sus acciones como parte del trabajo que desarrolla para que el sector agroalimentario se adapte al ritmo de los cambios que experimenta la sociedad española. De esta forma, Banco Santander ha apoyado al sector con más de 4.200 millones de euros de financiación en 2022, destinados a los más de 425.000 clientes agricultores y ganaderos con los que cuenta en nuestro país. Estas cifras, según fuentes de la propia entidad, suponen un incremento del 11% con respecto al ejercicio anterior.
Entre las diferentes fórmulas que ofrece la entidad para apoyar al agro se encuentran la contratación del Anticipo Cosecha, el Préstamo I+D+I Agro o los préstamos a largo plazo para la transformación de fincas a cultivos más rentables, centrados en la digitalización y la sostenibilidad. Asimismo, recientemente, el banco ha habilitado Préstamos Sequía, una línea de 5.000 millones para apoyar al sector agro afectado por la sequía que tiene como fin paliar la compleja situación de carencia de agua que vive el campo español, así como hacer frente a otras adversidades climáticas, tales como las originadas por las inundaciones.
Además de referente en el mercado vitivinícola español, Ramón do Casar ha querido erigirse en bodega abanderada de la cultura gallega. Los tres hermanos coinciden a la hora de señalar la relevancia que tiene la tierra, tanto en sus vidas, como en el grueso del proyecto: “Es una parte importantísima para nosotros tres. Se trata de volver atrás en el tiempo y regresar a aquellos lugares en los que estuvimos en nuestra niñez”, constata Moncho; mientras Javier, su hermano y socio empresarial, subraya que “somos de aquí y para nosotros es un honor poder elaborar un ribeiro. Por esta razón siempre quisimos que esta forma de hacer vino estuviera a la altura de los mejores caldos de España”. Y lo consiguieron.
El gran broche de oro con el que Ramón do Casar quiere homenajear a aquel padre emprendedor, pero también a todos los emigrantes que se vieron forzados a dejar sus pueblos y ciudades atrás, es la etiqueta de sus botellas. De esta forma, las cinco variedades de vino que produce la bodega —Varietal, Treixadura, Lento, Godello y Nobre, este último es el reconocido como mejor vino de 2022— van recubiertas con algunas de las imágenes más icónicas realizadas por Alberto Martí, considerado como el fotógrafo por excelencia de la emigración gallega. Hoy, su trabajo se une al de los tres emprendedores orensanos que quisieron materializar el sueño de su padre y consiguieron situar sus caldos en lo más alto del pódium vinícola español.