Del carbón a las renovables:
la central térmica de Andorra como testigo
de la transición energética

En mayo de 2022, la voladura de las tres torres hiperboloides de refrigeración de la central térmica de Andorra (Teruel) puso fin a una época y dio paso a otra. La transición tomaba forma y se comenzaba a dejar atrás el carbón, para dar paso a la sostenibilidad medioambiental. El fin de estas estructuras de más de cien metros produjeron de residuos que, en un ejemplo de economía circular, fueron aprovechados para otras industrias. Fue una parte llamativa del proceso de desmantelamiento llevado a cabo por Endesa y, a la vez, el punto de partida del plan para instalar en esta área más de 1.800 megavatios de potencia renovable que irán acompañados de la creación y fijación de empleo en la comarca.

Aquel 13 de mayo, Rafael González, director general de Generación de Endesa, resumió la situación de una forma muy gráfica: “Hoy ha tenido lugar un hecho histórico en el mundo energético, es el símbolo del proceso de descarbonización en el que Endesa está inmersa. Comienza así un período en el que el desarrollo de una nueva industria y producción renovable será la protagonista allí donde estamos cerrando nuestras centrales térmicas”, precisó.

La instalación carboeléctrica de Andorra comenzó a funcionar en 1981, aunque su construcción se inició mucho antes, a finales de la década de 1970. Contaba con una potencia de 1101,4 megavatios y se abastecía de agua, gracias al embalse de Calanda, en el río Guadalope. Su chimenea térmica —no confundir con las tres de refrigeración voladas— es un símbolo en la zona, ya que con sus más de 340 metros de altura es una de las estructuras más altas de España. En las cuatro décadas que estuvo generando energía a través de la combustión del lignito generó numerosos puestos de trabajo directos e indirectos fijando población y riqueza en el entorno.

Con el desmantelamiento de Andorra y otras centrales térmicas de carbón, Endesa deja atrás los problemas medioambientales derivados de este modelo y se centra en recorrer el camino de la producción de energía limpia. De esta forma, el pasado 15 de diciembre, Rafael González y María Malaxechevarría, directora general de Sostenibilidad de la compañía, presentaron el nuevo plan de futuro para la zona. Todo, tras conocerse que Endesa será la beneficiaria de la adjudicación del concurso del Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico (MITECO).

En la puesta de largo de este plan, el director general de Generación de Endesa especificó que “se ha trabajado durante tres años para desarrollarlo con una inversión superior a 1.500 millones de euros, puesto que engloba energías renovables y actuaciones de futuro reales en los tres sectores de la economía que permitirán que 500 personas tengan en 2028 un empleo fijo y duradero en el entorno de Andorra”, subrayó.

Por su parte, María Malaxechevarría, aseguró que “no se trata de teoría”, sino que “es una realidad a la que se han asociado más de 30 entidades locales con proyectos innovadores y únicos, y que tienen como objetivo la generación de empleo ayudando a la diversificación de la economía. Entre otros aspectos, el plan cuenta con una formación específica para su desarrollo que beneficiará a 5.500 personas en los próximos tres años y un acuerdo con 10 municipios para impulsar las comunidades energéticas que permitirá poner a la vanguardia a estas localidades”, destacó.

Endesa construirá 14 proyectos renovables en la comarca —en Albalate del Arzobispo, Híjar, Samper de Calanda, Castelnou, Andorra, Calanda, Alcañiz, La Puebla de Híjar, Jatiel, y Alcorisa, entre otros— y desarrollará dos plantas de almacenamiento de baterías para aprovechar al máximo la producción. Al mismo tiempo, se instalará un electrolizador que permitiría gestionar los excedentes para generar hidrógeno verde y un compensador síncrono que permitirá aprovecharlos con mayor calidad y estabilidad, favoreciendo el buen funcionamiento de la red de transporte eléctrico, según detallan fuentes de la firma.

En paralelo a la instalación de renovables, existe un plan industrial con el objetivo de fabricar los componentes necesarios para la generación de energía limpia. Soltec construirá una fábrica de seguidores solares y Pretersa ampliará su producción de hormigón, mientras que la propia Endesa ya trabaja en el desarrollo de un centro de fabricación de electrolizadores y otro de turbinas eólicas de segunda vida. En una de las naves de la central térmica desmantelada se construirá una planta de procesado de astillas para calefacción con biomasa. Además, se pondrá en marcha el proyecto Smart Rural Andorra, una plataforma digital para optimizar la cadena logística de empresas del sector agroalimentario y conectar con los centros de consumo urbano mediante soluciones de transporte no emisoras de CO2.

Junto a estas iniciativas, Endesa ha apostado por la formación como uno de los vectores de su plan de transición. De esta forma, se llevarán a cabo más de 300.000 horas de formación relacionada con la actividad de las plantas renovables, favoreciendo a los colectivos más vulnerables en entornos rurales como son los jóvenes, mujeres, desempleados y personas con discapacidad. En total, se beneficiarán 1.300 desempleados de la comarca. Esta actuación socioeconómica que lleva a cabo la compañía a través de su filial Enel Green Power España abarca alianzas con más de 30 entidades de la zona.

Un ejemplo de las sinergias que genera la empresa en esta área geográfica es el Balneario de Ariño, fuente de importantes ingresos en el entorno, con el que Endesa quiere potenciar el sector ampliando sus instalaciones y creando 27 empleos. Asimismo, la compañía se ha se ha comprometido con la construcción del Centro de Investigación y Divulgación de Avifauna y, a la vez, quiere fomentar el Apiturismo rural con apiarios solares. A esta iniciativa se une la agrovoltaica, que auna producción de miel con el cultivo de diferentes especies vegetales bajo los paneles solares y que sirve para integrar actividades apícolas y agrícolas como el cultivo de aromáticas, cereal o biocultivos. Para los terrenos colindantes con la central de Andorra, se ha llegado ya a un acuerdo con Natur Nature, para el cultivo de plantas aromáticas, cuyos frutos, bajo el enfoque de la economía circular, se destinarán para la producción de aceites esenciales y su futura comercialización.

Los pastores de la zona tendrán cabida en el plan, ya que llevarán su ganado a realizar tareas de desbroce natural en las instalaciones. Estas ovejas convivirán con una microreserva de flora protegida de 20 hectáreas, que tiene como objetivo proteger especies botánicas raras, endémicas o amenazadas. En una línea similar, Endesa ha querido plantear una actuación para la protección de 150 olivos ubicados en el entorno firmando un acuerdo con ATADI, institución de referencia en el ámbito de la discapacidad y centro especial de empleo, para desarrollar el proyecto Olivar y Viverismo Inclusivo. A este proyecto se une otro, Del Huerto Solar a la Mesa, que se realizará en colaboración con la asociación Apadrina un Olivo. Se trata de la iniciativa más relevante dentro del plan en términos de generación de empleo, con casi un centenar de puestos de trabajo con diferente grado de temporalidad, y se basa en la producción y venta de aceite.

La de Andorra no es la única instalación de carbón que Endesa cierra. De hecho, la empresa tiene un plan para alcanzar la descarbonización total en el año 2040, aunque prevé cerrar todas las centrales contaminantes en 2027. Este plan, denominado Furur-e, “tiene como objetivo el impulso de distintas iniciativas para lograr un impacto positivo en las comunidades locales desde los puntos de vista social, medioambiental y económico”, según fuentes de la firma.

Estos planes —en plural porque no es uno, sino varios proyectos puestos en marcha de forma paralela— quieren contribuir a mitigar el impacto que el cierre de centrales pueda tener sobre la población local a través de cuatro ejes: búsqueda proactiva de empleo para el personal directamente afectado; fomento de la actividad económica en la zona a través de nuevos proyectos renovables; formación y capacitación de la población local para lograr el reciclaje profesional; e iniciativas de sostenibilidad de los municipios para mitigar el impacto fiscal de los cierres, fomentando la eficiencia energética de estas localidades.