07/03/2021 · E. García
Si has visto la serie de Las chicas del cable, podrás perfectamente imaginarte cómo era el trabajo de las telegrafistas que copaban la plantilla de Correos y Telégrafos allá por los años 20. Pero te gustará saber que, mucho antes del siglo XX, desde el siglo XVII, ya había mujeres correo, administradoras de estafetas, conductoras de travesía y maestras de Postas.
De hecho, el primer correo de Portugalete (Vizcaya), en 1648, fue una mujer. Y fue tan profesional que, durante 90 años, el servicio lo prestaron solo ‘carteras’. Curiosamente, a partir de 1738 se alternaron con algún hombre.
En torno a 1830, ya había mujeres administradoras de estafetas agregadas consideradas empleadas de la Renta y otras, que se encargaban de llevar la correspondencia en diligencia, a caballo o a pie, se llamaban conductoras de travesía.
Correos fue la primera compañía estatal española y de la Administración en incorporar mujeres a su plantilla, siendo pionera en abrir su oferta de puestos de trabajo a las mujeres. No en vano, en 1881 se incorporó la primera mujer telegrafista y, un año después, ya había 40 más que, en 1883, ya fueron reconocidas oficialmente como trabajadoras.
Una fecha clave del pasado de la compañía fue 1909, año en que se decide reorganizar los servicios con la incorporación de la mujer a las oficinas telegráficas unipersonales.
El que era entonces director general de Telégrafos, Emilio Ortuño y Berte, se empeñó en llevar a cabo una gran reforma, rompió con los prejuicios que excluían a la mujer de las dependencias del Estado, y sentó un gran precedente, considerándola apta para desempeñar determinados trabajos.
Tanto es así que, durante el mes de junio de 1909, se convocaron, por primera vez, oposiciones a Telégrafos para Auxiliares femeninas, para poder reconocer a las mujeres como funcionarias de pleno derecho.
Entre todas las que pasaron el examen, obtuvieron plaza Consuelo Álvarez Pool, escritora y periodista de la Generación del 98, y la insigne Clara Campoamor, principal artífice del reconocimiento del voto femenino en España, a la que le debemos tantas libertades. Porque, entre otras cosas, presentarse a esta oposición ya era toda una reivindicación del derecho a una formación y a la independencia económica femenina.
Cuál no sería esa independencia que Clara Campoamor, nacida en Madrid, tuvo que ocupar su plaza en Zaragoza, bajo el juramento de “guardar el más escrupuloso secreto en la correspondencia telegráfica” ante Casimiro Zabay y Peralta, jefe del Centro Telegráfico de Zaragoza. Y un año más tarde fue trasladada a San Sebastián, donde trabajaría cuatro años. Pero fue ascendiendo hasta el punto de ganar una plaza en el Ministerio de Instrucción Pública, así que, en marzo de 1914, se le otorgó una especie de excedencia en Telégrafos.
La empresa continuó evolucionando en su política de incorporación de la mujer, y, en 1922, se nombraron las primeras 300 auxiliares postales femeninas para realizar el trabajo de los jefes y oficiales de Correos que se habían declarado en huelga. Aunque hubo que esperar a que, en 1979, se aprobara la Constitución, para que fuera posible el acceso masivo de las mujeres por oposición y en igualdad de condiciones a cualquier cuerpo y escala, entre otras, las primeras carteras urbanas.
Eso provocó innovaciones en la forma de trabajar, como el cambio de la cartera con correo al hombro al carro de reparto, gracias a que las primeras mujeres carteras funcionarias empezaron a usar carros de la compra para acarrear más cómodamente el peso de unos 20 kilos de envíos diarios.
En Correos se alcanzó la paridad en la plantilla en 2015 y, en la actualidad, trabajan más mujeres que hombres, el 52,29% de un total de 52.822 efectivos a finales de 2020, y son mayoría en personal operativo y jefaturas intermedias. Ellas son mayoría en el colectivo más numeroso de la compañía, el 52,88% de los 43.356 profesionales de atención al cliente en oficinas, de reparto en vehículo o a pie y de clasificación de los centros de tratamiento de envíos (es decir, el personal operativo).
También destaca que el 51,36% de las 5.959 jefaturas intermedias en oficinas, unidades de distribución y centros logísticos las ocupan actualmente mujeres, cuando, hace apenas una década, solo representaban en torno al 30% y se concentraban sobre todo en oficinas. A pesar de los enormes avances que se han hecho, aún quedan pasos que dar. Sobre todo, en lo que se refiere a avanzar de cara a conseguir la paridad en puestos de alta responsabilidad.
Por ejemplo, el Consejo de Administración de Correos se compone de 14 consejeros. De esos 14 consejeros 5 son mujeres, una cifra que representa el 35% del total. Unos datos que, no obstante, están por encima de la media de las empresas del IBEX 35 que cuentan con un 31% de presencia media de mujeres en sus consejos de administración, según el último informe elaborado por Atrevia y el IESE.
En conclusión, las mujeres son mayoría en los colectivos que suponen el 93,36% de la plantilla y que interactúan de continuo con la ciudadanía, la cara visible de Correos para la sociedad, lo cual no deja de ser motivador y ejemplificante.