66 países tachados en mi mapamundi, una vuelta al mundo, miles de horas de vuelo a mis espaldas, cientos de aviones tomados, decenas de ellos transoceánicos. Y nunca he ido en business. Viajo, como tú probablemente, con la mochila, en turista, con lo que me den en el avión.
En trayectos cortos, me da igual ir en las siete primeras filas, las consideradas Priority, que en la cola del avión. Total, voy a ir sentada trabajando igual que el de al lado echando una cabezadita.
Pero todo cambia en mi organigrama mental cuando inicio un vuelo interoceánico, de esos de más de ocho horas, en los que necesitas dormir para no llegar doblada y con un sueño mortal, cuando tienes que ponerte a trabajar de inmediato o, simplemente, quieres aprovechar el día al aterrizar.
Pues bien, en ese caso, desarrollo una estrategia casi animalesca para no tener que dormir sentada (descolgándome el cuello en el intento), que consiste en observar qué hileras de tres plazas tienen posibilidades de quedarse vacías mientras se van sentando los pasajeros.
Entre tanto, mantengo preparados todos mis bártulos para trasladarme con ellos hasta la fila soñada, mi catre provisional. Las miro fijamente hasta que cierran las puertas del avión y, entonces sí, rauda tal que un guepardo, me tiro en plancha para ocupar las tres butacas.
Para conseguir el objetivo, hay que ser veloz, porque evidentemente no soy el único ser humano al que se le ha ocurrido la misma ‘okupación’. Ahí tienes que atrincherarte, poner algo como almohada, abrigarte bien, acurrucarte para que no se te salgan los pies y tomarte una valeriana.
Cuando me despiertan para ofrecerme algo de comida, sufro, porque ya por el olor algo me anuncia que no me lo voy a gozar. Y el vino, lo veo venir ya por las etiquetas, no suele ser precisamente de mis favoritos. Al final decido aprovechar para ayunar durante todo el trayecto, para llegar con ganas de probar la gastronomía local.
Entonces voy por Madrid y, en calle Velázquez 37, me encuentro con el Espacio Iberia, donde resulta que cualquiera puede reservar, todos los lunes hasta finales de junio, una hora, durante los siguientes nueve días de la siguiente semana, para hacer un simulacro en clase business o turista plus, que es justo el punto medio entre la prioritaria y la más turística.
Así que me apunto a probar esa experiencia que tantas veces he mirado con envidia al pasar hacia mi asiento en la cola de un Airbus. En este caso en concreto, presentaban el nuevo Airbus A-350, bautizado como ‘Hola, Madrid’, que me ha parecido un túnel del tiempo de lo más acogedor para dejarme llevar hasta todos sus destinos en Estados Unidos y América Latina sin ninguna objeción.
Lo cierto es que, después de aposentarme en esos mullidos sillones que ya quisiera yo en mi salón, no sé cómo voy a poder ir en turista nunca más. La bienvenida de la sobrecargo recuerda a cuando llegas a un bar señorial y te preguntan qué quiere tomar la señora y entonces tú te acomodas, te pides un cava o vino, una cerveza o un zumo. Yo me pido un Villa Conchi Brut Selección DO Cava y elijo de aperitivo, entre aceitunas o frutos secos, unos quesos. Eso, para que te tomes con calma el despegue.
Saco el ordenador y es un alivio tener al lado un cargador de USB y un adaptador para cualquier tipo de enchufe, con lo cual me aseguro de llegar con batería en todos mis dispositivos a destino.
Dispongo también de una luz dirigible para leer y una mesa que va a integrada en el mobiliario, habilitado con un revistero abajo y, arriba, una discreta percha. Frente a mi respaldo, una pantalla de televisión en condiciones, con control parental, para ver 180 películas recién estrenadas, 340 series o documentales y tanta música que no te da tiempo a escucharla toda en las 14 horas de un trayecto Madrid-Chile. Si lo prefieres, puedes jugar a 15 juegos, conectarte al WiFi de clientes Iberia plus o business. Incluso puedes hacer compras tipo duty free.
El asiento ergonómico lo puedes reclinar hasta el modo cama totalmente horizontal e incluso le puedes poner un cubrecolchón encima para sentirlo más personal, recién estrenado y más mullido, como la almohada blandita y el edredón, acogedor y transpirable.
Vista la comodidad, no extraña nada que, durante la pandemia, las cabinas business hayan tenido mayor ocupación que antes, porque hay más demanda de un turismo de mayor calidad. Y a ello se suma ahora el cliente corporativo que, para hacer sus viajes de empresa, va volviendo a apuntarse a las cabinas premium, según señala Mª Jesús López Solás, directora Comercial y de Desarrollo de red y Alianzas de Iberia.
Sobre todo porque aquí no te va a apetecer ayunar. Desde el día 1 de junio, están disponibles los menús de Business, elaborados por DO&CO, basados en la riqueza de la dieta mediterránea y en elaboraciones con materias primas de calidad y productos locales de temporada, en una vajilla de verdad, no de plástico.
Entre una amplia variedad de platos, descarto el taboulé de berenjena y quinoa, el quiche de espinacas baby gratinadas con salsa romesco y la paleta de cordero braseado. Y me quedo con el roastbeef de buey asado a fuego lento con salsa Cipriani y verduritas de la huerta con pan casero calentito y las gambas a la parrilla con salsa parmesana acompañado de arroz basmati y brocolini. Si cierro los ojos, podría perfectamente estar en un restaurante donde calientan platos de quinta gama muy bien elaborados, creativos y con los sabores equilibrados.
Para los postres, nada de mandarina o yogur, una preciosa panna cotta de mascarpone y fruta de la pasión o un dúo de helado de caramelo y café con topping de chocolate y frambuesas. Perfectos para terminar la comida o la cena con un Pedro Ximenez bien goloso de Cardenal Cisneros. Y es que la carta de vinos tiene hasta generosos, grandes crianzas ¡y un txacoli!
Con semejante ágape, yo ya estaría más que apañada para tumbarme por completo, taparme, estirar las piernas descalza (hay espacio para una persona de hasta dos metros de altura), y dejar que la almohada me arrullara.
Pero como soy un alma inquieta, me voy a dar una vuelta por el resto del Espacio Iberia para ver los carteles antiguos y souvenirs e incluso libros en su boutique y para grabarme un vídeo en la Glam Cam ataviada con uno de los antiguos uniformes de las azafatas de Iberia, diseñados por grandes diseñadores que han marcado la historia de la moda.
También puedes reservar, hasta el 30 de junio, catas de vinos, cervezas y cafés, o asistir a un showcooking de los chefs de Do&Co. Si tienes más disponibilidad los fines de semana, reserva experiencias para toda la familia probando las gafas de realidad virtual y para sobrevolar Manhattan en un vuelo virtual a lomos de su Birdly.