La nueva revolución ya está aquí

La genética, la inteligencia artificial, la neurociencia o la robótica son campos que ya no suenan a ciencia ficción y que ya están demostrando los enormes avances a los que pueden llegar. Sin embargo, la rapidez a la que evolucionan también implica retos sociales y éticos que nos obligarán a responder a los peligros que tendremos que afrontar.

Te contamos cómo son esos avances en el ámbito de la medicina y cómo pueden llegar a cambiar nuestras vidas

La nueva

REVOLUCIÓN

ya está aquí


por María Muñoz

Estamos en el comienzo de una revolución tecnológica de un desarrollo tan acelerado que las transformaciones que va a traer apenas comenzamos a imaginarlas. No sólo porque nos harán mejorar nuestras capacidades físicas e intelectuales, sino porque su tremendo desarrollo traerá consigo implicaciones sociales, medioambientales o éticas. Esta es la espina dorsal que recorre El próximo paso: la vida exponencial, el noveno libro de la colección anual que BBVA publica en el marco de su proyecto OpenMind y que recoge las investigaciones y reflexiones de 20 especialistas internacionales en diferentes ámbitos, desde la genética, la biociencia, la neurología, a la inteligencia artificial o la robótica.





BBVA - El próximo paso: la vida exponencial



¿Será posible revertir el envejecimiento, convivir en un planeta con un sistema nervioso propio o recuperar la movilidad de las piernas gracias a robots de materiales blandos capaces de interactuar con nuestro cuerpo? ¿Estamos preparados para modificar genéticamente a los humanos para luchar contra el cambio climático? Si logramos secuenciar el genoma de un país entero que permita curar y prevenir enfermedades, ¿qué ocurrirá en los que no existe un acceso a la sanidad pública? ¿Se negarán los seguros médicos privados a cubrir a los que porten enfermedades genéticas?





Estas y otras muchas preguntas se plantean y tratan de dar respuesta los expertos reunidos en el libro. Muchas tecnologías van a cambiar y están ya cambiando lo que parecían constantes inmutables, como el concepto de mortalidad, los procesos cognitivos o el aumento de las capacidades tecnológicas de las máquinas y los humanos. Te contamos cómo esas tecnologías exponenciales, que no avanzan de forma lineal sino de manera exponencial, se están ya desarrollando en el ámbito de la genética, la biociencia o la robótica, de qué manera harán avanzar la medicina y qué implicaciones pueden tener.



Pasos para revertir el envejecimiento

"El control médico del envejecimiento es probablemente el sueño más antiguo de la humanidad… y desde luego su principal problema ahora mismo”, opina el médico británico especialista en gerontología, Aubrey de Grey. El científico explica que hasta ahora los tres enfoques empleados para luchar contra él han fracasado y de ahí que desde hace 15 años lidere una nueva perspectiva que pretende devolver al cuerpo la estructura molecular y celular de un adulto joven.



De Grey asegura que el envejecimiento puede dividirse en tres etapas:

  • En la primera, los procesos metabólicos esenciales para la vida producen toxinas, un efecto secundario inevitable de trabajar con sustancias químicas reactivas".

  • En la segunda, una pequeña cantidad del daño producido por esas toxinas no se puede eliminar de los sistemas endógenos de reparación del cuerpo, y por consiguiente se acumula con el paso del tiempo".

  • En la tercera fase, la acumulación de daños causa patologías relacionadas con la edad, ya sea de manera directa -interfiriendo con el metabolismo normal- o indirecta".



Se trata de una aproximación que le ha permitido concluir que los requerimientos para intervenir en el proceso de envejecimiento estén más claros. “Al identificar y reparar todo el daño acumulado durante el envejecimiento podemos devolver al cuerpo su estado juvenil”, explica sobre sus investigaciones. La consecuencia inmediata es que “los procesos metabólicos directos” volverán a su funcionamiento normal “y el riesgo de mortalidad no será mayor que el de cualquier otro individuo joven equivalente, haya vivido 20 o 120 años”.



De Grey va un paso más allá y subraya que si el “inventario de tipos de daños es lo bastante exhaustivo podemos repetir este esfuerzo con regularidad y mantenernos indefinidamente por debajo del umbral de la patología”. Para ello, indica, sólo es necesario un inventario de los tipos de daños existentes, “algo que puede obtenerse mediante una comparación entre individuos jóvenes y mayores”. Las investigaciones del científico buscan revertir la vejez en lugar de aplazarla y concluye que “gracias a un minucioso proceso de educación mutua entre los campos de la biogerontología y la medicina regenerativa ahora ha alcanzado el estatus de opción viable y reconocida para un futuro control médico del envejecimiento”.

¿Y si los robots no fueran máquinas duras y rígidas?

El profesor de Robótica de la Universidad de Bristol (Reino Unido), Jonathan Rossiter, cree que el desarrollo de robots con materiales blandos empieza a ser una realidad y ello es lo que verdaderamente influirá en la raza humana en las próximas décadas. “Los límites entre los materiales inteligentes, la inteligencia artificial, la personificación, la biología y la robótica se están volviendo difusos: he aquí la verdadera vía por la cual la robótica influiría en la raza humana en los próximos 20 a 40 años”, afirma y señala que ya existen “varias tecnologías de robótica blanda susceptibles de lograr la modulación de la rigidez con independencia de la actuación” que abrirán las puertas a una nueva generación robótica y a importantes avances para la recuperación de tejidos humanos.



La flexibilidad de la robótica blanda la hace ideal para la interacción directa con el tejido biológico. Las interacciones blando-blando entre un robot de este tipo y un ser humano son, por naturaleza, mucho más seguras que la interfaz rígido-blando que imponen los robots rígidos convencionales. Se ha trabajado mucho en los materiales inteligentes para el contacto directo de piel con piel y para la integración en la piel humana”, detalla el investigador. Explica que el desarrollo más lógico de esta suerte de “prendas inteligentes” es que puedan curar heridas o evitar la propagación de bacterias como si fueran unas vendas o tiritas inteligentes.



Demostración de una grulla de papel origami, de solo 32 gramos de peso, en la Feria internacional de Robótica de Tokio, en 2015

Demostración de una grulla de papel origami, de solo 32 gramos de peso, en la Feria internacional de Robótica de Tokio, en 2015



Pero además estos robots blandos plantean posibilidades con un gran impacto en personas con movilidad reducida. “Dado que el material inteligente está en contacto directo con la piel y que cuenta con capacidades de actuación puede aplicar a la piel una estimulación mecánica directa”. Si bien, Rossiter reconoce que esta última tecnología aún no está disponible cree que llegado el momento estos robots blandos harán innecesarios otros dispositivos. “¿Por qué usar una silla de ruedas si se puede volver a caminar con unos pantalones impulsores basados en robótica blanda?”, plantea el investigador.

Unos genes discriminados

EEn 2002 se completó el primer genoma humano y entonces supimos que tenemos unos 20.000 genes, los mismos que el gusano de la harina, la mosca de la fruta o un ratón. Desde entonces todas las investigaciones se han centrado en las diferencias genéticas entre las diversas especies de animales, como explica el médico e investigador estadounidense especialista en genética, Steven Monroe Lipkin. “Hoy sabemos que para comprender el papel que desempeñan las mutaciones individuales debemos entender su contexto. Esto pasa por identificar otras variantes genéticas heredadas con una mutación y, lo que es igual de importante, por encontrarle sentido a toda esa información conociendo el máximo posible de detalles del historial médico y también aparentemente no médico de la persona portadora de esas mutaciones. La información específica necesaria para una anotación detallada del genoma incluye los síntomas, a qué edad empezaron y otros datos como presión sanguínea, estatura y peso, historial de enfermedades, medicación, vacunas, etcétera”, señala.



De izquierda a derecha, células de cáncer de pecho, células HeLa, células de cáncer de colón y vasos sanguíneos en un melanoma

De izquierda a derecha, células de cáncer de pecho, células HeLa, células de cáncer de colón y vasos sanguíneos en un melanoma



De ahí, subraya, que sean tan importantes los estudios del genoma que se están llevando a cabo en diversos países. Uno de los más avanzados, 100.000 Genomas, es el que puso en marcha en 2012 el Servicio de Salud de Reino Unido para secuenciar 100.000 genomas completos de pacientes antes de que acabe este año. El objetivo final es impulsar las terapias basadas en el genoma y facilitar nuevos descubrimientos. En EEUU, el Programa Cohorte para la Iniciativa sobre la Medicina de Precisión realiza un estudio desde el año pasado con la idea de secuenciar más de un millón de estadounidenses y avanzar en la cura de enfermedades como el cáncer y la diabetes.



El investigador subraya los importantes beneficios que estos estudios pueden traer. “Permitirán detectar enfermedades graves en los pacientes antes de que aparezcan los síntomas o se produzcan consecuencias catastróficas”, detalla, y añade que además “hay motivos para confiar en que un mejor conocimiento de la genética también reducirá los costes de atención sanitaria y permitirá el uso de terapias de precisión en lugar de los tratamientos ‘de talla única’ que son hoy la norma”. Es decir, cree muy posible los tratamientos individualizados según la persona y su enfermedad.



Lipkin alerta, sin embargo, que si bien todas estas investigaciones avanzan a pasos agigantados no se desarrolla igual de rápido la legislación que debe acompañarles. Detalla que ya se ha encontrado con pacientes a los que las aseguradoras médicas privadas -en EEUU no existe un sistema sanitario público como los modelos europeos- han rechazado dar cobertura por tener una enfermedad genética. Cuenta el caso de Karen Young, que padece el síndrome de Lynch, una enfermedad de predisposición genética al cáncer que aumenta el riesgo de tipo colorectal, uterino u ovárico. Tiene poco más de 50 años y a pesar de que se le ha extirpado quirúrgicamente el colón, el útero y los ovarios, que nunca ha tenido cáncer y que se hace todas las revisiones necesarias, la aseguradora médica la denegó la cobertura precisamente por su diagnóstico genético. “Tras considerar atentamente su solicitud, lamentamos informarle de que no podemos proporcionarle cobertura debido a que ha dado positivo en la mutación del gen MSH2, que causa el síndrome de Lynch, tal y como figura en su historial médico”, le decían en la carta que le negaba el seguro.



Lipkin plantea que como estas discriminaciones ya son una realidad la sociedad no puede permitirse que la legislación vaya por detrás de los avances científicos. “Debido a la velocidad con que progresan estos ambiciosos proyectos de investigación, Estados Unidos, Reino Unido y otros países con programas similares necesitan con urgencia una protección legal más exhaustiva para las personas con su genoma secuenciado”, subraya el investigador, quien concluye que de lo contrario “existe el riesgo de una reacción pública negativa que limite la voluntad de los individuos a participar en estas importantes empresas científicas en detrimento de toda la población de nuestros países”.