Cuando la Comisión para la Seguridad Vial Mundial hizo un llamamiento en favor de un Decenio de Acción para la Seguridad Vial en su informe de 2009, las cifras evidenciaban una realidad más que preocupante. Cerca de 1,3 millones de personas fallecen a raíz de un accidente de tráfico (más de 3.000 defunciones diarias) y más de la mitad de ellas no viajan en automóvil; entre 20 y 50 millones sufren traumatismos no mortales, y sus costes pueden llegar a suponer el 5 % del PIB de un país. De las defunciones registradas, el 90 % tiene lugar en los países de ingresos bajos y medianos, donde se halla menos de la mitad de los vehículos matriculados en todo el mundo.
Fue así como, en marzo de 2010, la Organización de las Naciones Unidas (ONU) proclamó el período 2011–2020 como el Decenio de Acción para la Seguridad Vial con el objetivo de estabilizar y, posteriormente, reducir las cifras previstas de víctimas mortales en accidentes de tráfico en todo el mundo. La resolución pedía a los Estados Miembros que llevaran a cabo actividades en materia de seguridad vial, particularmente en los ámbitos de la gestión de la seguridad vial, la infraestructura viaria, la seguridad de los vehículos, el comportamiento de los usuarios de las vías de tráfico, la educación para la seguridad vial y la atención después de los accidentes.
Sin ir más lejos, desde 2010, la cifra de muertes en carretera en la Unión Europea (UE) se ha reducido en un 20 %. Con el propósito de disminuir la siniestralidad, la UE se ha puesto manos a la obra para introducir el factor tecnológico en la ecuación. De esta manera, a partir de 2022 serán obligatorios en los vehículos nuevos hasta 15 sistemas ADAS de asistencia y ayuda a la conducción.
Investigaciones sobre siniestros reales, concienciación ciudadana, educación vial, rebajas del límite de velocidad... son algunas de las medidas tomadas en Europa.
En Alemania, entre las medidas adoptadas, destacan las alrededor de 2.000 investigaciones que se llevan a cabo sobre siniestros reales en el momento posterior al suceso. Esta línea de actuación cuenta con un presupuesto que sufragan a medias el gobierno federal y los fabricantes de automóviles, y que sirve para avanzar en el estudio de las consecuencias de la siniestralidad y, por consiguiente, en el establecimiento de las medidas preventivas.
Por su parte, en Francia, como método de concienciación ciudadana, existe la Educación Vial para la infancia, en donde los más pequeños reciben las primeras nociones sobre seguridad vial. También su legislación en materia de seguridad ha inspirado muchas de las medidas adoptadas en España, como son el control eficaz de la velocidad mediante radares, el carné por puntos o los límites de alcoholemia. De esta manera, hemos pasado de los 9.300 fallecidos de 1989 a los 1.680 de 2018, según datos de la Dirección General de Tráfico (DGT).
En España, la última medida aprobada en lo que se refiere a seguridad vial es la rebaja del límite de velocidad en carreteras convencionales de 100 a 90 km/hora. Asimismo, la última modificación del Código Penal endureció las sanciones por cometer imprudencias al volante al incluir como agravante el exceso de velocidad y el consumo de alcohol o drogas, y penalizó más las lesiones causadas por estas actuaciones. También se prevé una reforma de la Ley de Tráfico que incluiría la retirada de 6 puntos del carné de conducir por usar el móvil al volante y sanciones más duras para algunos otros comportamientos durante la conducción.
Pese a todo, Vicente Sánchez, presidente de la Asociación Española de Prevención de Accidentes (PAT-APAT), pide “un pacto de estado” entre los distintos partidos políticos para solucionar el problema y así cumplir con el objetivo último de cualquier estrategia de seguridad vial que debe ser la visión cero, es decir, un sistema de tránsito sin muertes. De ahí que desde la asociación consideren “imprescindible abordar la Seguridad Vial de manera transversal” y, por esta razón, consideran acertado que la Segunda Década de Acción para la Seguridad Vial proponga “una visión holística de la seguridad vial en el contexto de la agenda completa de los ODS, conectándola con cuestiones medioambientales, de movilidad, igualdad social, igualdad de género y planificación urbana”.
Sensibilizar a la ciudadanía sobre los peligros del alcohol y otras drogas relacionadas con la conducción
Junto a las medidas legislativas, la prevención y la concienciación se han incrementado en este decenio mediante campañas institucionales, de distintas organizaciones y empresas. En este aspecto, cabe señalar aquellas destinadas a sensibilizar a la ciudadanía sobre los peligros del alcohol y otras drogas relacionadas con la conducción. Según datos de la Dirección General de Tráfico, en 2017 hubo 275 conductores implicados en accidentes mortales que dieron positivo en las pruebas de alcohol y/o de drogas. De ellos 67, el 24 %, fueron conductores con resultado positivo a ambas sustancias.
Tanto la propia DGT como otras organizaciones llevan a cabo campañas de sensibilización que pretenden concienciar sobre los riesgos que supone conducir tras consumir alcohol y drogas. Por ejemplo, El Ministerio de Interior y la Fundación Abertis lanzaron la impactante campaña #SumatuLuz, destinada sobre todo a los conductores más jóvenes, en la que se pretendía transmitir la dureza de las consecuencias, tanto para el propio conductor como para otras personas, que pueden acarrear una conducción bajo la influencia de alcohol y drogas.
. Las nuevas tecnologías, claves para una movilidad futura más inteligente, segura y sostenible
La innovación tecnológica también está transformando el transporte. Las nuevas tecnologías de la carretera, el denominado Road Tech, serán claves para una movilidad futura más inteligente, segura y sostenible.
El Road Tech está llamado a redefinir tanto la superficie como la infraestructura viaria para incluir componentes digitales, redes y sensores inalámbricos, así como la tecnología de carga de los vehículos eléctricos.
Asimismo, la Smart Road tiene en el coche autónomo el elemento más importante para consolidar una Seguridad Vial más eficiente. De hecho, el informe Road Tech sobre el futuro de la movilidad por carretera elaborado por Abertis en colaboración con The Economist Business Intelligence estima que el despliegue del vehículo autónomo contribuirá a reducir en un 90 % el número de víctimas de accidente de tráfico.
La nueva normalidad ha abierto el debate del rediseño de los espacios urbanos
El confinamiento ha descubierto ciudades más limpias y menos ruidosas. La nueva normalidad ha abierto el debate de si los espacios urbanos deben rediseñarse pensando sobre todo en las personas. Para la PAT-APAT, “Los peatones, que son mayoritarios en las ciudades, no forman parte de la legislación general de movilidad o seguridad vial y poco en las ordenanzas municipales”.
La propia DGT reconoce que la nueva movilidad debe encaminarse a recuperar espacios urbanos para los ciudadanos, y reducir emisiones para seguir disfrutando de ciudades más limpias y con menos impactos ambientales. Por ello, “los calificativos que deberían adornar esta nueva movilidad serían ecológica, segura y sostenible”. El desafío está encima de la mesa.