Repostar electricidad
de la manera más fácil
Una normativa sencilla y la existencia de ayudas a la instalación permiten disponer de un punto de carga potente y rápido en el garaje.
En periodos valle, una carga completa de batería apenas cuesta tres euros.

Autor
Jorge Castro

Imprescindible para los vehículos eléctricos y más que aconsejable para los híbridos enchufables, el punto de recarga representa una aparente barrera de entrada que, en realidad, no lo es tal. Porque, aunque normalmente los fabricantes incluyen entre los cables uno con toma schuko “normal”, como el de un electrodoméstico cualquiera con toma de tierra, su rendimiento es tan limitado que no deja de ser una solución de urgencia.

Un buen punto de recarga ofrece más tensión, protección contra sobrecargas, detección de la carga de la batería del vehículo y según los casos, la posibilidad de activarse sólo cuando el precio de la energía es más favorable.

La circunstancia, a día de hoy, es muy favorable. La legislación de propiedad horizontal, más simplificada, acompaña. Los incentivos públicos del plan MOVES son generosos. Los dispositivos de carga han rebajado su coste al tiempo que han incrementado prestaciones, y las empresas de energía aplican planes de precios tan aquilatados que permiten rondar los 50 céntimos para recorrer cien kilómetros. Si la actual oferta de vehículos ya no representa un problema, el cierre de este beneficioso círculo sostenible en nuestro garaje también resulta asequible.

Para cualquier circunstancia

En este sentido, Iberdrola propone bajo su paquete de servicios Smart Mobility la instalación de un punto de recarga en el lugar donde se estaciona el vehículo, con independencia de si se trata de una vivienda unifamiliar, un garaje colectivo en propiedad en el mismo edificio, en otro edificio e incluso, en régimen de alquiler.

La compañía se encarga de suministrar al técnico que tire el cable necesario desde el cuarto de contadores, alcanzando niveles subterráneos que pueden llegar hasta un segundo o tercer sótano, sin incrementar el coste repercutido al cliente. Su web cuenta con un configurador para simular una instalación, y hay que poner las cosas muy complicadas para no obtener un precio cerrado, que ronda los 2.000 euros, dependiendo de las prestaciones del cargador.

Comentábamos que la ley de propiedad horizontal ha sido modificada para facilitar la instalación de puntos de recarga en garajes comunitarios. Desde su nuevo articulado de 2009, solo es necesario informar a la comunidad de propietarios a través del administrador de la instalación de todo el sistema: contador, cableado y wallbox o punto de carga propiamente dicho. Cualquier instalador autorizado está en disposición de cumplir la normativa fijada por el Ministerio de Industria, la conocida como ITC-BT52, e Iberdrola asesora y gestiona, en caso de interés, la instalación y los trámites necesarios ante la comunidad.

Mayor tensión, menor tiempo de carga

Si con una toma de corriente convencional la carga completa de una batería de alrededor de 35kWh ronda las 10 horas, bastan tres para hacerlo con uno de los que proporciona una instalación profesional. En el primero de los casos, un enchufe doméstico es capaz, en el mejor de los escenarios, de suministrar 3,6 kW de potencia; es lo que se denomina carga lenta. Un punto de carga trifásico a 400V eleva la potencia a 11 Kw. Y una sencilla regla de tres evidencia el ahorro de tiempo en una carga completa para una batería de mediano tamaño.

Fuera de este ámbito, los sistemas semi rápidos y rápidos, típicos de las instalaciones públicas, parkings y centros comerciales, ofrecen entre 22 y 43 kW para recargar por completo en media hora. Los potentes puntos públicos de recarga, con hasta 240 kW de potencia, reducen el tiempo de carga a poco más de diez minutos. Su implantación va progresivamente tomando forma, y hoy en día es posible incluso plantearse viajes por corredores principales en los ejes de las autopistas más transitadas, con garantías de autonomía.

Prestaciones compartidas y coste por kilómetro reducido

La elección entre un cargador básico y uno más completo, que ofrezca conectividad bluetooth con el dispositivo móvil, ha de venir determinada por el grado de automatización del que disponga el vehículo. Es importante hacer esta consideración, porque un wallbox más caro no tiene por qué ser el mejor. Salvo las motocicletas y ciclomotores más básicos, y algunos de los automóviles eléctricos elementales o de primera generación, toda la oferta disponible permite programar el momento de carga más idóneo, cuidando tanto la salud de la batería, como el tamaño de la factura.

De hecho, algunos sistemas de infoentretenimiento con su propia tarjeta 3G se comunican con una aplicación instalada en el móvil para controlar y programar todo el proceso desde cualquier lugar. Solo hay que llegar al garaje, enchufarlo, y autorizar a que el sistema se active y desactive la corriente de forma automática.

Un ejemplo de tarifa nocturna como la de Iberdrola en el denominado “Plan vehículo eléctrico” ofrece el kilovatio a 0,03 céntimos de euro entre las 01:00 y las 07:00 horas. Estimando un consumo medio de un vehículo eléctrico compacto en ciudad, que ronda sin demasiados miramientos los 0,16Wh (el consumo en litros que muestra el ordenador de un automóvil convencional), recorrer 100 kilómetros cuesta 50 céntimos. En el mejor de los casos, un automóvil de combustión urbano, diésel y muy optimizado, roza los 4 litros cada 100 kilómetros. Y con un precio medio del gasóleo de 1,3 euros es fácil observar el radical ahorro que se puede alcanzar con el uso de la electricidad.

¿Energía verde?

La electricidad no tiene color. Pero la procedencia de la energía que se destina al transporte dentro del citado “Plan vehículo eléctrico” sí que entona con la sostenibilidad que diferencia a los usuarios de este tipo de movilidad. Así, la denominada energía verde procede exclusivamente de fuentes renovables como la hidráulica, la solar o la eólica. Y ojo, que no es un brindis al sol: esta energía 100% verde cuenta con certificados de garantía de origen renovable (GdOs) emitidos por la CNMC (Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia).

Economía, responsabilidad y mitigación en las barreras de entrada, convierten a la energía eléctrica en un vector de dinamización del transporte fundamental en el futuro de las ciudades al que cualquier usuario doméstico puede sumarse.