Ante la mirada indiferente del resto del mundo, Líbano lleva meses sumida en una profunda crisis que está dejando a muchas personas en el país sin más opciones que estas.
La profunda crisis económica ha provocado que el precio de los alimentos se quede fuera del alcance de muchas familias. Los medicamentos básicos ya no se encuentran fácilmente en las farmacias. Los bancos se niegan a dejar que la gente saque dinero y las colas de las gasolineras pueden durar horas. Todo esto ocurre mientras el país se encuentra sumido en la oscuridad, porque el suministro eléctrico solo proporciona un par de horas de electricidad al día.
Sin electricidad, combustible, ni alimentos: la profunda crisis de Líbano se ceba con la población más vulnerable, entre ella miles de refugiados y refugiadas de Palestina que se enfrentan a la crisis sin medios económicos ni derechos.