Navegando por aguas internacionales en Extremadura

La baja contaminación lumínica convierte a Extremadura en un destino ideal para practicar astroturismo



Extremadura cuenta con seis balnearios y dos de ellos, Alange y Baños de Montemayor, conservan vestigios de termas romanas



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Bajo la atenta mirada de buitres y águilas, los diferentes cruceros por el Tajo Internacional nos acercan a la naturaleza, la cultura y la gastronomía de un amplio espacio fronterizo donde podemos explorar el legado de romanos y visigodos, emular a los caballeros de la orden militar de Alcántara, saborear la gastronomía rayana, con influencias españolas y portuguesas, y recorrer viejos caminos de bandoleros y contrabandistas.



A la importancia ecológica del Tajo Internacional (sus roquedos y cortados son refugio de especies como el águila real, el buitre leonado o la cigüeña negra, sin olvidar sus extensas dehesas) se une el valioso patrimonio artístico y etnográfico existente en la zona, con abundantes restos megalíticos (Valencia de Alcántara) y ejemplos de culturas como la romana (cabe destacar el majestuoso Puente de Alcántara) y la judía (Alcántara).



En la provincia de Badajoz, en aguas del Guadiana, el embalse de Alqueva es un lugar de gran belleza natural donde es posible practicar deportes náuticos y navegar en barco turístico. Estos cruceros fluviales recorren bellas localidades extremeñas y portuguesas para apreciar su abundante patrimonio histórico y cultural.



Pero los parajes naturales citados no solo ofrecen atractivos al turista atractivos de día. También lo hacen de noche. No en vano, la baja contaminación lumínica en gran parte de Extremadura y el buen clima, con numerosos días sin nubes durante los doce meses del año, hacen de la región un paraíso para la contemplación de las estrellas.



Para disfrutar al máximo de esta experiencia, es recomendable acudir al alguna de estas diez zonas: Sierra de Gata; Reserva de la Biosfera del Tajo Internacional y Sierra de San Pedro; Tierras de Granadilla; Castro Capote (Higuera la Real); Reserva de la Biosfera de Monfragüe; castillos y dehesas de la Sierra Suroeste de Badajoz; Geoparque Villuercas Ibores Jara; Parque Temático Natural Alqueva; Valle del Jerte; y Valle del Ambroz.



Termalismo, naturaleza e historia

Extremadura es también termalismo y, como ocurre tantas veces en esta Comunidad Autónoma, existe una interesante combinación de naturaleza e historia. De los seis balnearios que existen en la región, los de Alange, a 20 km de Mérida, y Baños de Montemayor, en el Valle del Ambroz, en plena Vía de la Plata, conservan vestigios de termas romanas. De hecho, el de Alange forma parte del conjunto arqueológico romano que la UNESCO declaró Patrimonio Mundial en 1993, una lista en la que se incluyen monumentos como el teatro, el anfiteatro, el templo de Diana, los puentes y los acueductos emeritenses.



Encontramos también establecimientos termales en Hervás (El Salugral), en el Valle del Ambroz; Montánchez (Fuentes del Trampal), pueblo conocido por su excelente jamón ibérico de bellota; Valdastillas (Valle del Jerte), en un territorio donde la reina es la cereza; y, ya en la provincia de Badajoz, El Raposo, en cuyo balneario del mismo nombre se realizan tratamientos de vinoterapia y se usan lodos de un arroyo cercano para combatir diversas afecciones.



Variada gastronomía

En todos ellos se puede disfrutar de la rica gastronomía extremeña. Durante siglos la región ha fusionado recetas romanas, cristianas, judías, musulmanas, pastoriles, portuguesas e incluso ingredientes del Nuevo Mundo. El resultado ha sido una gastronomía auténtica, diferente.



De la herencia romana, visible en monumentos como el teatro de Mérida o el puente de Alcántara, han llegado las salazones, como el jamón y los embutidos; de las cocinas de los grandes monasterios extremeños (Guadalupe, Alcántara y Yuste) se han recibido recetas como la perdiz al modo de Alcántara o la tortilla cartuja; en el legado hebreo, bien conservado en lugares como Hervás, Valencia de Alcántara y Plasencia, encontramos dulces a base de almendras y miel; la huella árabe, representada en las alcazabas de Badajoz y Mérida, puede degustarse en la sopa de jabis y el sinabi, antecedentes de las sopas de ajo; la tradición pastoril, tan importante en Extremadura, ha dejado joyas gastronómicas como las migas y los quesos Torta del Casar, La Serena, Ibores, La Vera, Carbajo y Acehúche, entre otros.



Por último, la cercanía a Portugal ha propiciado la adopción por parte de los extremeños de recetas lusas como el bacalao dorado y numerosos postres.



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