Las nuevas generaciones de emprendedores en España son, sin duda, las más preparadas de la historia. Sin embargo, su visión del mundo y los valores que priorizan a menudo chocan con las estructuras del empresariado tradicional. Frente a un sistema basado en la propiedad privada, jerarquía vertical y la búsqueda de ganancias para los accionistas, el cooperativismo de trabajo se presenta como una alternativa. Este modelo promueve relaciones horizontales entre socios, equidad y un reparto justo de beneficios. Pero ¿qué distingue exactamente a esta manera de concebir el mercado laboral y qué impacto está generando?
El cooperativismo se ha convertido en un vehículo para abordar algunas de las grandes cuestiones sociales del momento, como la igualdad de género, la inclusión, el empleo de calidad y la sostenibilidad medioambiental. Silvia Soto Ruiz, directora de EgaleCo Lab, expone que “este modelo ha permitido históricamente la plena participación de las mujeres, incluso antes de la conquista de derechos como el sufragio femenino”. Para muestra un botón: “En España, el 54% de los puestos directivos en cooperativas de trabajo son ocupados por mujeres, y más de la mitad de estas organizaciones cuentan con planes de igualdad, aunque no sean obligatorios”, incide la experta. “Las cooperativas proporcionan un entorno donde las mujeres pueden asumir roles de liderazgo con confianza, superando barreras sociales”, añade Soto Ruiz.
Directora de EgaleCo Lab
Al mismo tiempo, las cooperativas son espacios inclusivos para la diversidad LGTBIQ+, “implementando protocolos para garantizar ambientes libres de discriminación”, confirma la directora de EgaleCo Lab. En su opinión, “este enfoque colaborativo y equitativo atrae cada vez más a los jóvenes y talentos emergentes”. Por todo ello, Soto Ruiz invita a las nuevas generaciones a “explorar este modelo como una alternativa al empleo tradicional, caracterizado a menudo por la precariedad”, y recuerda que “el cooperativismo ofrece una opción sostenible y enriquecedora para el autoempleo colectivo”.
En lo que respecta a la sostenibilidad medioambiental, este modelo también demuestra ser un eje transversal. Pablo Ascasibar, responsable de Proyectos Europeos en Agresta, recalca que “por ejemplo, las cooperativas forestales contribuyen a la obtención de materias primas renovables y la prevención de desastres naturales, como incendios e inundaciones”. Según Ascasibar, estas organizaciones “fomentan la participación comunitaria en proyectos a largo plazo, integrando tecnologías como la inteligencia artificial para optimizar la gestión de recursos naturales”.
responsable de Proyectos Europeos en Agresta
Con presencia en zonas urbanas y rurales, el socio con más de 20 años en la cooperativa de Agresta explica que “nuestra cooperativa adapta sus soluciones a las necesidades de cada territorio: desde la conservación de parques nacionales, hasta el uso sostenible de madera, pasando por la instalación de redes de calor en los municipios. Todas estas iniciativas combinan rentabilidad económica con valores éticos”, puntualiza. Asimismo, este experto recuerda que “abordar el cambio climático requiere soluciones que integren la sostenibilidad ambiental y las necesidades locales”.
Otra propuesta con foco en el medioambiente es Ecooo, cooperativa centrada en la instalación de placas fotovoltaicas y producción de energía. Marina Vargas, responsable de Tramitación y Acompañamiento de Autoconsumo Colectivo, destaca que “las cooperativas energéticas son comunidades que priorizan el bienestar social y ambiental sobre el beneficio económico, diferenciándose de las empresas tradicionales”. Bajo su perspectiva, este modelo “fomenta la colaboración en red, fortaleciendo el impacto colectivo y posicionándose como una solución viable frente a los desafíos sociales y energéticos actuales”.
Responsable de Tramitación y Acompañamiento de Autoconsumo Colectivo de Ecooo
Y es que, para Vargas, “el autoconsumo colectivo va más allá de instalar placas solares”, ya que “incorpora un enfoque educativo y participativo”. De esta forma, Ecooo “busca impulsar comunidades mediante talleres y reuniones, capacitando a las personas para promover un cambio energético inclusivo y accesible”. A modo de conclusión, la experta resalta que, “en el contexto actual de crisis ambiental y social, las cooperativas son alternativas rentables y sostenibles. Es urgente priorizar los valores éticos y colectivos para abordar la transición y garantizar que el cambio de modelo energético sea justo”.
Además de su impacto social y medioambiental, el cooperativismo en España tiene una sólida base institucional. La Confederación Española de Cooperativas de Trabajo Asociado (COCETA) define las cooperativas de trabajo como "empresas formadas por personas que, de manera libre, se asocian para desarrollar una actividad económica que responda a sus necesidades y aspiraciones profesionales, personales y económicas". Fundada en 1987, esta organización agrupa a la mayoría de las entidades de este tipo en España, defendiendo una visión empresarial centrada en las personas y valores como la sostenibilidad y la democracia económica.
Precisamente, COCETA es un buen ejemplo para comprender la dimensión que alcanza este modelo en la actualidad en nuestro país, ya que esta confederación engloba a 15 organizaciones territoriales y representa a casi 19.000 cooperativas, las cuales generan más de 319.000 empleos. Luis Miguel Jurado atribuye este éxito a “un enfoque integral” de la sostenibilidad, que considera sus tres ámbitos principales: económico, social y medioambiental. Así, Jurado subraya que “el modelo cooperativo apuesta por proyectos a largo plazo con impacto positivo, evitando prácticas explotadoras”. Esta visión resulta crucial para sectores emergentes “como la tecnología avanzada, las energías limpias y la economía circular, donde el cooperativismo ofrece una plataforma para emprendedores jóvenes y con visión de futuro”, asegura.
Coceta
Pero, a pesar de sus logros, el cooperativismo se enfrenta a importantes retos, como la actualización de la Ley de Cooperativas de 1990, que ya está en marcha, y una reforma fiscal que equipare sus condiciones con las de las empresas mercantiles. Sobre esta cuestión, Jurado enfatiza “la urgencia de gestionar eficazmente los fondos europeos dirigidos a la economía social y fortalecer alianzas público-privadas”. Aun así, se muestra optimista respecto al futuro, destacando “la capacidad del cooperativismo para generar valor social y ofrecer respuestas sostenibles a problemas globales”. No obstante, reclama “un mayor apoyo político y legislativo para consolidar este modelo como herramienta clave en la transformación económica y social”.
Desde el entorno académico también se señalan desafíos. Paloma Bel, profesora de la Universidad Complutense de Madrid (UCM), considera que “el cooperativismo en España afronta un importante déficit académico”. Según Bel, este modelo empresarial “recibe menos atención en los programas de estudio en comparación con las sociedades tradicionales”. Esta carencia educativa “limita la difusión de sus valores y principios”, reclama. Sin embargo, iniciativas como la Escuela de Especialización Profesional en Economía Social y redes académicas como CIRIEC-España están promoviendo la investigación y la formación en este ámbito.
Bel también resalta que “el cooperativismo representa una alternativa equitativa y sostenible, que beneficia tanto a las comunidades como al propio medio ambiente”. Para la profesora de la UCM, “es esencial incorporar el cooperativismo en los planes educativos, formando líderes que integren valores como la justicia social y la sostenibilidad. De esta manera, el cooperativismo podría consolidarse como un pilar de un modelo empresarial alineado con los Objetivos de Desarrollo Sostenible”, apunta.
Profesora de la Universidad Complutense de Madrid (UCM)
El impacto del cooperativismo en la estabilidad laboral y la reducción de desigualdades lo posiciona como un motor clave de transformación social. Por esta razón, Bel destaca que “estas empresas han demostrado ser resilientes durante crisis económicas, como la de 2008, y lideran innovaciones en economía circular, energías renovables y digitalización”. También abordan retos sociales, “como la inclusión de colectivos vulnerables y la despoblación rural, promoviendo prácticas como el crowdfunding”, defiende. “El cooperativismo, con su estructura democrática y valores colectivos, es una visión esperanzadora para construir economías inclusivas y sostenibles”, remarca para concluir.