El castillo de Castellet se alza en el parque natural del Foix, en la comarca del Alt Penedès de Barcelona, como si fuera un vigía. Fue construido a finales del siglo X como método de defensa frente al Al-Ándalus. Seis siglos antes, en aquel lugar ya existió un asentamiento íbero del que a día de hoy se han encontrado algunos restos cerámicos.
En la época medieval, los señores de Castellet fueron construyendo nuevas estructuras como la torre del homenaje, un Domicilium señorial del siglo XI, el palacio gótico construido entre los siglos XIII y XIV y ya en el siglo XVI, la muralla del lado de levante. Quedó abandonado en el siglo XVI y aunque hubo intentos por reconstruirlo en el XX, el castillo fue degradándose hasta convertirse en una ruina, rehabilitada en 2001 por la Fundación Abertis, que estableció allí su sede. Su segunda vida llegó a partir de 2013, cuando fue declarado Centro Internacional UNESCO para las Reservas de la Biosfera Mediterráneas. Desde entonces se ha convertido en un hub para conocer, velar y proteger el patrimonio cultural y natural de toda la cuenca mediterránea.
Este centro ha sido reconocido por la UNESCO como ejemplo de colaboración público-privada, ya que en él coinciden la UNESCO, la Administración Pública y la empresa privada. Pertenece a la categoría 2, que incluye los centros creados y financiados por los países miembros de la organización internacional. El objetivo es conseguir los objetivos estratégicos del programa MaB (Man and Biosphere) de la UNESCO, el programa que propone una agenda de investigación interdisciplinaria y de formación de capacidades para mejorar la relación de la gente con el medio ambiente.
Como comenta Sergi Loughney, director de la Fundación Abertis, “aparte de su importancia científica, representa el primer caso de colaboración entre un organismo internacional como es la UNESCO con una empresa del ámbito privado como Abertis”. Según destaca, “el resultado es una fórmula imaginativa y novedosa que ponemos a disposición con la esperanza de que sirva de ejemplo para otros centros similares que puedan crearse en el futuro en colaboración con la UNESCO”.
Ante todo es un centro de difusión de ideas y conocimiento, siendo paradigma de la gestión sostenible del patrimonio. Son proyectos que se encuadran, en cuanto a las sostenibilidad y la protección del medio ambiente, en todos los movimientos que se están sucediendo en los últimos meses en favor del cuidado de nuestro entorno natural.
De hecho, allí trabaja la Red de Reservas de la Biosfera Mediterráneas, que fue creada en abril de 2014, y que actúa como plataforma para el intercambio y la transferencia de conocimiento entre las orillas del Mediterráneo. Son quince los países que forman parte de esta red: Argelia, Bulgaria, Croacia, Eslovenia, España, Francia, Grecia, Israel, Italia, Jordania, Líbano, Marruecos, Montenegro, Portugal y Túnez. En total es una malla que cubre hasta 70 territorios como el parque de Doñana, la isla de Menorca o el Monte Olimpo de Grecia.
Según señala Milagros Pérez Villalba, gestora de la Reserva de la Biosfera Intercontinental del Mediterráneo (RBIM), el mapa de este mar ofrece toda una serie de valores físico-naturales como “la presencia del estrecho para los tránsitos de aves y cetáceos y la abundancia del agua en distintas manifestaciones que permiten, por ejemplo, la presencia de los bosques de pinsapos o los bosques de niebla”. Por este motivo, esta gestora relata que el centro internacional UNESCO es básico para “facilitar el trabajo funcionando como un instrumento de coordinación e impulso para todo lo referente a la reservas de la biosfera mediterráneas, entre las cuales la RBIM puede jugar un papel significativo para el desarrollo de experiencias demostrativas, al converger en su ámbito las dos orillas del mediterráneo con sus respectivas problemáticas y contar con un marco de relaciones e instrumentos de planificación y gestión que facilitan la cooperación”.
Para Nizar Hani, gestor de la Reserva de Biosfera de Shouf, en Líbano, la relevancia de este centro estriba en la posibilidad de proteger los valores que tienen estos territorios. En el caso de Shouf son su patrimonio cultural y natural, principalmente bosques de cedro, de biodiversidad, agua subterránea y los paisajes. Además, también es importante para “apoyar a las comunidades locales de manera sostenible, colocar la reserva en el mapa global de reservas y trabajar en la creación de capacidades del equipo”, sostiene.
No son pocos los obstáculos a los que se enfrentan las bioesferas. Como relata Hani, en Shouf las principales dificultades son la falta de una limitación clara de los límites de la propiedad y la falta de guías para el uso del terreno, la escasez de suelo fértil, el mantenimiento y restauración de bosques y tierra de cultivo, la escasez de algunos recursos para locales y la gestión del agua. Por supuesto, también incluye los retos que puede traer el cambio climático.
En este lugar privilegiado se desarrolla, desde finales del pasado año, un proyecto Erasmus+ -es un programa de la Unión Europea que ofrece oportunidades a cuatro millones de europeos- para alinear la actividad universitaria entre las dos orillas del Mediterráneo. En él participan instituciones españolas, italianas, francesas, marroquíes y libanesas: las universidades de Cadi Ayyad (Marrakech), la Mohammed V (Rabat), la San José y la Universidad Americana (ambas en Beirut), Aix-Marseille (Francia), así como la Unión para la Universidad Mediterránea (UNIMED), con sede en Roma; y dos ONG’s: MAB Francia y la Asociación para la Protección de la Reserva de la Biosfera de Jabal Moussa.
El proyecto, que cuenta con la involucración de más de 100 personas, consiste en trazar unas líneas prioritarias para el fortalecimiento y la mejora de la actividad académica universitaria en los países de la cuenca mediterránea. Se busca también promover la internacionalización del personal académico.
El centro UNESCO de Castellet es, principalmente, un punto de unión entre la orilla occidental y la oriental del Mar Mediterráneo, que siempre han estado hermanadas, no ya sólo por compartir un espacio natural, sino también por sus relaciones culturales.
Por ello, se ha creado un centro de documentación para coordinar todos los materiales académicos y técnicos relacionados con las Reservas de las Biosfera Mediterráneas. De momento, cuenta ya con más de 220 documentos que ya han sido catalogados y puestos a disposición de los investigadores y se puede consultar de forma online a través del catálogo on-line).
En definitiva, el Castillo de Castellet es el punto en el que confluyen las dos orillas, y de la misma manera en la que fue erigido como defensa de un territorio en el siglo X, ahora su función es velar por el patrimonio natural y cultural de todo el mapa mediterráneo.