Ricardo Arnaiz | 23·Octubre·2025
Hasta hace no tanto, hablar de carreteras era hablar de asfalto, kilómetros, señales y áreas de servicio. Pero hoy, esa definición se ha quedado corta. Las vías rápidas están empezando a incorporar sensores, algoritmos y datos en tiempo real que transforman algo tan cotidiano como conducir en una experiencia más segura y eficiente. Si sabemos cómo nos movemos y cómo se gestionan las autopistas con las últimas tecnologías, es posible que una simple infraestructura física se convierta en toda una plataforma inteligente.
Abertis, uno de los grandes operadores mundiales de autopistas, ha decidido colocarse en el centro de esa transformación. Lo hace con un planteamiento claro: la movilidad del futuro debe ser segura, sostenible y eficiente, y eso solo es posible si se combina innovación tecnológica con una responsabilidad real hacia la sociedad y el planeta.
Con esa premisa nació Beyond Roads, el hub de innovación que actúa como paraguas de todos los proyectos que la compañía impulsa en sus concesiones alrededor del mundo.
El objetivo va más allá de lo que ocurre en la calzada. Se trata de imaginar un ecosistema en el que la digitalización, la inteligencia artificial, la economía circular y la colaboración abierta se entrelazan para lograr metas tan ambiciosas como reducir emisiones, anticipar accidentes o alargar la vida útil de los pavimentos. Y lo más interesante es que muchas de esas soluciones ya están en marcha.
Autopista Sanef 4 en Francia | © Abertis
Esa visión global se concreta en proyectos muy tangibles. Barcelona se ha convertido en el epicentro de la innovación con el Future Road Lab de Abertis (AFRL), un centro que convierte las autopistas en bancos de pruebas reales. Allí, la C-32 funciona como un auténtico laboratorio a cielo abierto: se analizan en tiempo real los flujos de tráfico, se predicen riesgos de accidente y se detectan incidencias en cuestión de segundos.
La lógica es sencilla: cuanto antes se detecte un problema, antes se puede actuar. Eso significa menos colisiones en cadena, menos retenciones inesperadas y una capacidad de respuesta mucho más rápida.
Este modelo también se está aplicando en la autopista A4 italiana que gestiona Abertis y abre la puerta a replicarse en otras de sus concesiones.
Pero no se trata solo de seguridad. Los living labs que operan en estas autopistas permiten medir el impacto ambiental y trabajar en estrategias para reducir la contaminación vinculada al tráfico. Barcelona no es solo un escaparate tecnológico, sino un ejemplo de cómo una infraestructura puede evolucionar hacia un servicio público más limpio y eficiente.
El centro Future Road Lab de Abertis | © Abertis
El Future Road Lab es solo una pieza de un engranaje a mayor escala. Abertis ha apostado por un modelo de innovación abierta en el que startups, universidades, centros tecnológicos, administraciones y empresas de sectores tan distintos como la energía o las telecomunicaciones trabajan de la mano.
De esa colaboración surgen espacios como los LABs de innovación, donde se testean tecnologías punteras: sensores capaces de medir el estado de la calzada, conectividad 5G para que los vehículos y las infraestructuras hablen entre sí o sistemas cooperativos C-ITS que permiten anticipar maniobras peligrosas.
El Observatorio de Innovación rastrea tendencias emergentes que pueden aplicarse a la movilidad, desde nuevas soluciones digitales hasta materiales más sostenibles. Al mismo tiempo, el programa abre la puerta a que los propios empleados aporten ideas que después pueden convertirse en proyectos piloto. Y el mundo académico tampoco queda al margen: desde 2003, la Fundación Abertis impulsa las Cátedras Abertis, que generan investigación aplicada sobre seguridad vial y movilidad sostenible.
Todo este ecosistema hace que la innovación no dependa de un solo factor, sino de la suma de muchos.
Una autopista | © Abertis
De todas las tecnologías que se exploran, la inteligencia artificial es probablemente la que tiene mayor capacidad de transformación inmediata. En mayo de 2025, Abertis selló una alianza con Google Cloud para desplegar la herramienta Roads Management Insights (RMI), construida sobre Google Maps y BigQuery.
El objetivo de esta plataforma es claro: analizar datos de tráfico en tiempo real para anticipar lo que va a ocurrir en la carretera. Eso significa identificar patrones de congestión, prever cómo una tormenta puede alterar la movilidad, localizar zonas de riesgo para colocar señalización adicional o incluso diseñar badenes que reduzcan la siniestralidad.
Con todo esto se puede pasar de un modelo reactivo a uno proactivo, por lo que se puede pasar de esperar a que algo ocurra para intervenir, a poder actuar antes de que el problema aparezca.
Las pruebas iniciales en la C-32 de Barcelona y la A4 italiana ya están ofreciendo resultados alentadores. La combinación de big data, algoritmos y análisis geoespacial permite optimizar tanto la seguridad vial como la experiencia de conducción. Y, de paso, facilita la planificación urbana e interurbana con datos mucho más afinados.
Una mujer conduciendo | © Abertis
La inteligencia artificial no es solo cosa de gigantes tecnológicos. También son las startups las que están aportando ideas frescas. Buena prueba de ello es el Abertis Global Challenges, un reto global lanzado por Abertis y su Fundación que busca soluciones innovadoras para predecir, prevenir y gestionar accidentes.
La segunda edición bajo el nombre Zero Accidents AI Challenge, ha tenido un ganador con sello español: EarthPulse, gracias a su plataforma Road Safety Pulse. La propuesta combina datos satelitales y viales con Inteligencia Artificial para anticipar riesgos de accidente en tramos concretos de carretera. El potencial es enorme, porque se trata de aplicar análisis inteligentes a una escala nunca vista, lo que abre la puerta a intervenciones más rápidas y mejor dirigidas.
Un dron | © Abertis
La seguridad vial no depende solo de la tecnología. También está el factor humano. Por eso, Abertis mantiene un Observatorio de comportamiento de los usuarios, que recopila y compara datos de distintas concesiones internacionales. Así se pueden identificar patrones comunes, como las infracciones más habituales, y diseñar campañas de sensibilización más ajustadas a la realidad. Estas campañas, canalizadas a través de la Fundación Abertis, buscan cambiar hábitos al volante y reforzar la idea de que la movilidad responsable es tarea de todos.
La sostenibilidad es otro pilar fundamental. La compañía ha asumido un compromiso firme con la economía circular que ya da resultados: en 2024 logró revalorizar el 86% de los residuos generados y se ha fijado el objetivo de mantener esa cifra por encima del 80% hasta 2027.
Un hito que se traduce en prácticas muy concretas, como la intensificación del uso de RAP (Reclaimed Asphalt Pavement) y otros materiales reciclados en la construcción de pavimentos. Además de reducir la huella ambiental, esta técnica alarga la vida de la carretera y mejora su seguridad.
El esfuerzo por una movilidad más limpia también se plasma en el proyecto CRETA, un consorcio en el que participa Abertis y que busca desarrollar sistemas de gestión de tráfico con tecnología 5G. Su gran aportación es permitir la comunicación en tiempo real entre vehículos e infraestructuras, combinada con análisis avanzados basados en IA. El resultado: flujos de tráfico más ordenados y la posibilidad de medir emisiones de forma remota, lo que ayuda a mejorar la calidad del aire en las ciudades.
Abertis apuesta por una movilidad más limpia | © Abertis
El panorama, en definitiva, nos deja un sector en plena transformación. Las carreteras ya no son solo vías de paso, sino que se han convertido en plataformas de innovación que pueden ser aprovechadas. Los algoritmos anticipan atascos, las startups aportan talento global, los materiales reciclados refuerzan la sostenibilidad y la conectividad hace posible que los vehículos ‘hablen’ con las infraestructuras.
El objetivo es fácil de explicar, pero complejo de alcanzar. Para avanzar hacia un futuro de cero accidentes y cero emisiones, Abertis sabe que todavía queda mucho por recorrer, pero también que el camino ya está en marcha. Quizá, dentro de solo unos años, miremos atrás y nos cueste recordar cómo eran las autopistas antes de que empezaran a pensar por sí mismas.
Una persona conduciendo | © Mae Dulay - Unsplash