Por Azahara García | 27·abril·2023
Beau tiene miedo, el nuevo estreno de Ari Aster (creador de Hereditary y Midsommar), que llega a los cines el 28 de abril, ahonda en dos clásicos del cine de Aster: el terror psicológico y las relaciones familiares complicadas. Así, Beau tiene miedo viene a incorporarse al clan con una historia sobre un hombre paralizado por su trastorno de ansiedad (interpretado por un espléndido Joaquin Phoenix) que debe enfrentarse a la peculiar relación que tiene con su madre (Patti LuPone en la ficción), una mujer autoritaria, altamente exitosa y profundamente involucrada en la vida de su hijo en el que proyecta todas sus ansiedades, temores y expectativas de una manera salvaje.
"Beau es alguien cuyo desarrollo ha sido seriamente detenido", dice Aster. "Hay mucho dentro de él que no se ha resuelto o que no entiende. Está paralizado por la ansiedad, atrapado en sí mismo, y básicamente suspendido en un estado adolescente". Pero, debido a una serie de hilarantes y dolorosas desgracias, debe enfrentarse a una surrealista odisea homérica que le llevará a confrontar todos sus miedos e inseguridades además de a las mentiras que le han contado los más cercanos a él. Incluida su madre.
Esta asfixiante relación entre madre e hijo se une a una dilatada estirpe de vínculos familiares tóxicos reflejados en la gran pantalla, una temática que ha sido fuente constante de inspiración para los cineastas. Con perspectivas de reconciliación, explorando las dinámicas de poder y las rivalidades dentro de la familia o analizando cómo afectan a la salud mental de los miembros, como es este caso, al público le apasionan estas historias por su idoneidad para exorcizar emociones. Aristóteles ya mencionaba la capacidad de las tragedias griegas de involucrar a los espectadores, haciendo que experimentasen auténticas catarsis y facilitando que redimiesen las bajas pasiones propias al verlas proyectadas en los personajes.
En esta película esto puede resultar aún más sencillo por su narración centrada en el personaje de Beau y en sus emociones. La cinta transita por el estado mental del protagonista, haciéndolo suyo y reflejándolo constantemente en el mundo que lo rodea, lleno de agresividad y miedo y carente de lógica. De esta manera, la historia transcurre como una suerte de pesadilla en la que no solo está presente el miedo sino también un humor extravagante e histriónico que bordea siempre el absurdo.
Beau tiene miedo funciona como una especie de exorcismo para el protagonista y también puede serlo para el espectador que camina a su lado. Es un ejemplo más de cómo el cine puede provocar una reflexión sobre los problemas o temores propios. Así nace la cineterapia o filmoterapia, que emplea películas como herramienta terapéutica, aprovechando su potencial para que las personas procesen sus sentimientos y pensamientos y de esta forma puedan comprender y manejar sus propios problemas emocionales. “El cine tiene un montón de niveles por eso puede aportar tanto a nivel psicológico”, explica Jaime Burque, psicólogo y autor del libro Filmoterapia. 100 películas inspiradoras.
“A través de estos beneficios se pueden trabajar a nivel terapéutico desde varios planos y con una gran variedad de enfoques, pero siempre teniendo en cuenta que los medios audiovisuales son herramientas que complementan las sesiones y que necesitan por lo tanto de una sólida terapia”, asegura Burque que también puntualiza que hay que tener muy presente cómo es la persona a la que se dirige. Este tipo de terapia se suele llevar a cabo en un entorno terapéutico, con películas seleccionadas por un profesional y con una conversación posterior sobre lo visto y cómo afecta eso a la propia vida. “Se trata de una reflexión a nivel cognitivo, que hace plantearse las cosas o ver prismas que antes no se veían gracias en parte a que en la película empatizas con los personajes”, señala Burque.
Aunque, prescindiendo de ese entorno formal, es práctica habitual que las personas elijan películas que reflejen y traten problemas propios. Situaciones como una ruptura, una infidelidad o una etapa de estrés o ansiedad marcan y dirigen los gustos a la hora de elegir una película, evidenciando que el cine aporta una maravillosa forma de experimentar de manera indirecta emociones que muchas veces son propias. No importa que se sepa que lo que se ve y se escucha no es real porque la emoción que se transmite y que llega a quien observa sí lo es. No en vano, películas como Beau tiene miedo sirven como exorcismo a su propio director que reconoce que esta película es la más personal que ha hecho hasta ahora. “Mi personalidad y humor están embebidas en ella", sentencia.