El acoso escolar puede tomar muchas formas y, aunque fundamentalmente sucede entre dos o tres, es cosa de todos porque sus consecuencias se extienden por toda la sociedad. Pese a que su impacto no está cuantificado con precisión, los expertos coinciden en que es un problema a tener en cuenta. Bajada de autoestima, estigmatización social, pérdida de amigos, depresión o pensamientos suicidas son algunos de los efectos —y de las señales de alarma a las que estar atentos— que sufren las víctimas.
La llegada de internet dio además una vuelta de tuerca en el bullying: ya no acaba cuando suena el timbre, te puede acompañar a casa metido en el móvil. Expertos y víctimas recomiendan a padres y profesores no culpar a quien lo sufre, ponerse en su lugar, denunciar en el colegio y, llegado el caso, recurrir a profesionales.