En agosto de 2017, cientos de miles de familias protagonizaron un éxodo masivo y sin precedentes entre la frontera de Myanmar y Bangladesh. Todos pertenecían a la etnia rohingya, un grupo minoritario musulmán que habita tradicionalmente el norte de Myanmar, un país budista.
Llegados a la región durante el periodo colonial británico, los rohingyas han sido históricamente discriminados en Myanmar. No son considerados ciudadanos y son virtualmente apátridas desde los años 80.
Miles de rohingyas habían huido de Myanmar con anterioridad, buscando dejar atrás la violencia, pero el éxodo alcanzó su punto culminante el verano pasado, cuando comenzaron a acometerse asesinatos masivos y desplazamientos forzados.
Por tierra, a través de la selva, o por el mar, en masificadas embarcaciones, los refugiados pronto empezaron a contarse por miles. Muchos de ellos eran niños que habían perdido a toda su familia.
La mayoría huyeron hacia el norte, en dirección a la frontera con Bangladesh. Aquí, en campos como el de Cox's Bazar, se han establecido miles de familias en unas condiciones infrahumanas. Los refugiados rohingya han levantado sus rudimentarias viviendas allí donde han encontrado espacio y dependen de las entregas de agua, comida y otras asistencias básicas para sobrevivir.
Están, además, sometidos a un grave riesgo de contraer enfermedades que, en esas condiciones, pueden ser mortales. Se calcula que 720.000 niños rohingya están en necesidad de ayuda humanitaria a ambos lados de la frontera.
Durante los últimos meses, la labor de organizaciones humanitarias como UNICEF ha permitido que los miles de niños que se han visto inmersos en esta crisis humanitaria puedan tener sus necesidades básicas cubiertas.
Se ha vacunado a 390.000 menores, se han repartido alimentos y se han construido infraestructuras de saneamiento. UNICEF ha logrado también escolarizar a más de 80.000 niños refugiados y ha proporcionado ayuda psicosocial a los miles de niños que han llegado solos y han visto terribles imágenes de violencia que se les quedarán para siempre en sus retinas.
Sin embargo, ahora nos encontramos ante una emergencia dentro de la emergencia. Buena parte del trabajo realizado hasta la fecha podría arruinarse por culpa de la temporada de los ciclones. Las precarias construcciones y lo irregular del terreno sobre el que están edificados los campos podría provocar la destrucción masiva de infraestructuras y la pérdida de miles de vidas.
Toda ayuda es poca en este momento en el que UNICEF y el resto de organizaciones humanitarias se encuentran en una lucha contra el reloj para evitar, en la medida de lo posible, el desastre que provocará la tormenta perfecta del monzón.
Los niños constituyen el 60% del total de los refugiados rohingyas. Se estima que unos 720.000 menores rohingya en el sur de Bangladesh y el estado de Rakhine, en Myanmar, necesitan de asistencia y protección humanitaria. Muchos de ellos han llegado a los campos solos, tras ver morir a sus familias, aterrorizados, agotados y hambrientos, después de un peligroso viaje y con una vida en el exilio por delante.
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Vinieron a nuestro pueblo y lo quemaron todo. Comenzaron a disparar y una bala me hirió en el pie".
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Estaba segura de que me matarían. Empecé a llorar mientras abusaban de mí uno tras otro. Tengo miedo. Ahora, no sé cómo ser feliz sin mis padres y mis hermanos".
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Estaba ahí cuando mataron a mis padres. Reunieron a las mujeres y se las llevaron a una casa. Poco después, la incendiaron. Ellas seguían dentro".
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Hubo matanzas, quemaron las casas, masacraron a la gente, las torturaron y abusaron de ellas. Por eso tuvimos que huir".
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En Bangladesh no puedo ir al colegio. Me encantaría tener la oportunidad de aprender. La educación es necesaria para todos, pero aquí solo hay clases hasta el segundo grado".
Descubre en un minuto quiénes son los rohingya, cuál es su situación y cómo los monzones pueden amenazar aún más sus vidas.
Conoce en detalle cuáles son los retos a los que se enfrentan los rohingya con la llegada del próximo monzón: sus vidas, sus infraestructuras y sus precarias construcciones están en peligro.
Los niños rohingya se enfrentan a una nueva amenaza: el monzón. Ayúdanos a salvar sus vidas. Dona ahora y contribuirás a que estos niños puedan tener agua potable, vacunas, alimentos para combatir la desnutrición aguda o acceso a la educación en una emergencia como esta.
En la elaboración de este especial sobre la emergencia dentro de la emergencia de los refugiados rohingyas han participado las siguientes personas: