La Navarra más verde:

un viaje de bosques, valles y foces

Desde la Selva de Irati hasta la Foz de Lumbier, pasando por Ochagavía y el valle de Roncal, el Pirineo Oriental de Navarra se vuelve en esta época el destino idóneo para quienes buscan disfrutar de la naturaleza al aire libre, descansar en pueblos con encanto y rendirse ante una gastronomía llena de tradición.

Ricardo Arnaiz | 04·junio·2024

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Reyno de Navarra

Navarra, con la variedad que presenta de norte a sur y de este a oeste, se podría considerar un país en miniatura. La diversidad de este territorio de poco más de diez mil kilómetros cuadrados, con sus cuatro climas bien marcados y su larga y cautivadora historia, nos deja un destino con grandes contrastes a todos los niveles, tanto paisajísticos como culturales y gastronómicos.

Por esta razón encontramos zonas tan diferentes como la Ribera, con sus llanuras, sus huertas y los desiertos de las Bardenas Reales; la Zona Media, con sus campos de cereal, lagunas, viñedos y encanto medieval; y las Montañas, con sus bosques, valles, foces, cascadas y cuevas. Tal es su riqueza que Navarra es la provincia con más espacios naturales protegidos por kilómetro cuadrado de la península ibérica, y eso la convierte en el lugar idóneo para disfrutar de cualquier actividad al aire libre.

Navarra lleva más de una década consolidada como la comunidad con mejor calidad de vida de España, tal y como comprueba cada año el INE, y es que la comunidad foral destaca como un territorio puntero en entorno y medio ambiente, condiciones materiales de vida, trabajo, salud y educación. Por eso, quienes no viven allí, siempre lo tienen en mente como un destino no masificado, sostenible y seguro al que escaparse en cualquier momento. Pero siempre, cómo no, teniendo en cuenta que cada momento tiene una Navarra diferente.

Imagen portada: Un caballo en el Valle de Baztan | © Turismo de Navarra

Primavera, el momento del Pirineo

Imágenes: Valle de Belagua y Reserva Natural de Larra y Selva de Irati | © Javier Campos y Francis Vaquero - Turismo de Navarra

Cuando avanza la primavera y se acerca el verano hay una zona de Navarra que luce con especial esplendor: el Pirineo. A un paso de Francia, en la zona norte todo brilla con especial intensidad cuando llega este momento del año. Sus montañas. Sus bosques. Sus ríos. Sus valles. Todo transmite una especial atracción cuando brilla el sol y mil y una tonalidades de verde cubren el paisaje hasta donde alcanza la vista.

Imágenes: Selva de Irati | © Javier Campos - Turismo de Navarra

El área pirenaica navarra se vuelve en el destino idóneo tanto para una escapada de fin de semana como de cuatro o cinco días, así como de unas vacaciones de verano que busquen tranquilidad lejos de las masas. Y para conocerla, no hay mejor opción que centrarse en el Pirineo Oriental, trazando un recorrido que nos lleve desde la Selva de Irati hasta la Foz de Lumbier, atravesando el valle de Roncal de norte a sur. Así, y solo así, podremos disfrutar de la naturaleza en su estado más puro, de la arquitectura tradicional en forma de enormes caseríos encalados y de una de las zonas más bonitas y embriagadoras de la geografía española.

Imágenes: Foz de Lumbier y Valle del Roncal | © Javier Campos y Francis Vaquero - Turismo de Navarra

Tanto si vamos en primavera como si no, lo que debemos tener claro es que no podemos acercarnos a los Pirineos navarros sin disfrutar de su gastronomía más auténtica, que va ligada a las tradiciones y costumbres de cada pueblo. De ese modo, te sugerimos probar delicias pirenaicas como las chuletas de ternera, las costillas de cordero acompañadas de piquillos, los guisos de caza, la chistorra, el relleno del valle de Esteribar, las migas de pastor, la trucha a la navarra, el queso curado de oveja latxa D.O. Roncal, con membrillo y nueces y, evidentemente, también el pacharán. Recuerda que la gastronomía en Navarra siempre es un asunto muy serio, que basa su fama en sus excelentes productos locales y que muchos de ellos están protegidos con Denominación de Origen (D.O.).

Imágenes: Chistorra y migas | © Diaporama y Amaya Alcelay - Turismo de Navarra

Un paraíso llamado Irati

Imágenes: Selva de Irati | © Francis Vaquero y Javier Campos - Turismo de Navarra

Para empezar por todo lo alto, te proponemos hacerlo por Irati, ese enorme bosque de hayas y abetos que se extiende entre los valles de Aezkoa y Salazar. Lo que aquí nos espera es un auténtico baño de naturaleza, un entorno privilegiado para respirar aire puro, activar los músculos y despejar la mente. Irati ofrece una infinidad de senderos en los que estirar las piernas, como el que lleva hasta la famosa cascada del Cubo, atravesando densas arboledas, hogar de una variada avifauna, así como una extensa red de rutas BTT en las que tienen cabida todos los niveles, con 16 pistas y 400 kilómetros ciclables para conocer a fondo Irati y su entorno.

Imágenes: Cascada del Cubo y Selva de Irati | © Javier Campos - Turismo de Navarra

El valle de Aezkoa nos llevará por nueve pueblos que son la viva estampa de la arquitectura popular rural, con sus casas de tejas rojas, sus puentes de piedra y los antiguos hórreos que nos hablan del pasado. Aquí también nos espera la fábrica de Armas de Orbaizeta y enclaves tan llamativos como los megalitos de Azpegi y la cueva de Arpea. Ya en las alturas y tocando Francia.

Mientras que en el otro extremo de Irati, el valle de Salazar contrasta con su arquitectura pirenaica, sus edificios góticos y románicos, y sus llamativas estelas discoidales. Todo salpicado por pueblos de marcado carácter ganadero. Aquí están Ezcároz y Jaurrieta, que no se pueden pasar por alto, así como el Santuario de Nuestra Señora de Muskilda. Pero si hay un lugar que realmente merece una mención aparte ese es el municipio de Ochagavía.

Imágenes: Hórreos del Valle de Aezkoa y Valle de Salazar | © Francis Vaquero y Javier Campos - Turismo de Navarra

Ochagavía es uno de los pueblos más pintorescos del Pirineo, sus orígenes se remontan nada menos que al S.XI, por lo que es un lugar para parar, pasear y descansar. Para comprar pan de pueblo, para cruzar su puente medieval de piedra y para degustar la rica gastronomía local. Aquí, además, el Centro de Interpretación de la Naturaleza de Ochagavía nos ayudará a comprender aún mejor el entorno de Irati y a disfrutarlo aún más si cabe.

Visitar Irati puede convertirse en una magnífica oportunidad para, además de disfrutar de la naturaleza y del patrimonio navarro, disfrutar de algún buen alojamiento de calidad, como los iglús de Irati Barnean o las casas-árbol de Iratiko Kabiak, para así vivir una experiencia diferente y peculiar.

Imágenes: Ochagavía y Danzante de Ochagavía | © Francis Vaquero y Oskar Montero - Turismo de Navarra

El valle de Roncal, de punta a punta

Imágenes: Valle de Belagua | © Raúl Mayo y Javier Campos - Turismo de Navarra

Una vez que dejamos atrás Irati es momento de adentrarse en el valle de Roncal, y como venimos desde Ochagavía, lo haremos de norte a sur. Este valle es un lugar propicio para sumergirse en su pasado histórico y en sus tradiciones. Se compone por un total de siete bonitos pueblos con encanto, todos ellos ideales para desconectar paseando por sus calles empedradas entre imponentes caseríos con tejados de pizarra a dos aguas. Comenzaremos por Uztárroz y terminaremos en Burgui, pero por el camino siempre merece la pena pasar por Isaba, Urzainqui, Roncal, Garde y Vidángoz.

La primera gran parada la deberás hacer en Isaba, donde te podrás contagiar del ambiente montañero que se respira antes de poner rumbo a las cumbres más altas del Pirineo navarro. Y, si ya has recuperado fuerzas tras patear Irati, en Isaba comienza también el sendero que nos lleva hasta la cascada de Belabarce.

Imágenes: Valle de Belagua y Reserva Natural de Larra | © Javier Campos - Turismo de Navarra

Y la última parada, antes de dejar atrás el que es considerado uno de los valles más bonitos de Navarra, ha de ser en Burgui. Aquí podremos recorrer el Paseo de los Oficios, donde se han reconstruido antiguas formas de vida y de trabajo para que conozcamos cómo habitaban los antiguos pobladores del valle, al mismo tiempo que el camino nos lleva hasta un mirador desde donde se ve a la perfección la Foz de Burgui. Si además en Burgui quieres probar algo rico, entonces acércate a la quesería Larra, que tiene D.O. Roncal.

Imágenes: Senda de los oficios y Día de la Almadía en Burgui | © Amaya Alcelay y Francis Vaquero - Turismo de Navarra

A pie o en bicicleta: Vía Verde del Irati

Imágenes: Foz de Lumbier | © Javier Campos - Turismo de Navarra

Y alejándonos ya un poco de las montañas más altas, y en zona de Prepirineo, llegamos a la Vía verde del Irati. Las Vías Verdes, que discurren por antiguos trazados de tren de vía estrecha, son perfectas para empaparse de historia y naturaleza tanto a través del senderismo como del ciclismo. Son recorridos sencillos y aptos para todos los públicos, por lo que son perfectos para familias con carritos de bebé, personas con movilidad reducida, gente mayor o simplemente para quienes saben disfrutar de las cosas sencillas.

Imágenes: Vía Verde del Irati | © Ana Beroiz y Javier Campos - Turismo de Navarra

Esta en concreto, la Vía Verde del Irati, discurre por el trazado del tren que unía Pamplona, Aoiz y Sangüesa. Tiene una longitud de 6,4 kilómetros y una de sus principales atractivos es que atraviesa la Foz de Lumbier, donde además de rodearnos de desfiladeros y enormes paredes rocosas sentiremos el batir de las alas de los buitres leonados cuando sobrevuelen nuestra cabeza.

Para aprovechar todo el potencial natural de la Foz de Lumbier siempre es muy recomendable recurrir a alguna excursión guiada, ya sea en bici eléctrica, haciendo senderismo o especialmente enfocada a la observación de aves. Porque como ves, en Navarra, opciones siempre hay para todos los gustos.

Imágenes: Foz de Lumbier | © Javier Campos - Turismo de Navarra

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