Historias de refugio

8 historias para contar más de 65 millones de huidas


Más de 65 millones de personas se han visto obligadas a abandonar sus hogares en el mundo, y a la mayoría de ellas no se les ofrece una acogida digna. Conflictos, violencia y persecución siguen desangrando países como Siria, en el que 2 de cada 3 personas han tenido que huir en busca de un lugar seguro.



A pesar de este drama humano, la respuesta por parte de las autoridades europeas sigue siendo mínima. La falta de vías seguras hace que un año más el Mediterráneo siga siendo la ruta más mortal del mundo. Y tanto España como la UE están muy lejos de cumplir los acuerdos de acogida a los que se comprometieron.



Ante esta situación, la Comisión Española de Ayuda al Refugiado (CEAR) quiere compartir la historia de 8 personas que han encontrado refugio en nuestro país: 8 huidas, 8 familias rotas, 8 rostros -algunos tapados porque el miedo y las amenazas viajan junto a ellos-. Sus historias de refugio son una prueba más de que el derecho de asilo puede suponer la diferencia entre la vida y la muerte, y de por qué no podemos dejar de luchar por defenderlo.



«Una tarde me avisaron de que venían a por mí. Solo pensaba en salvar mi vida y la de mi familia»

ALI - República Centroafricana

El número total de personas en el mundo que se han visto obligadas a huir supera los 65 millones

Alí (38 años, República Centroafricana) llevaba ocho años trabajando como inspector comercial cuando su país sufrió un golpe de estado. Además de los combates por todo el territorio, comenzaron las agresiones y los asesinatos por religión, que propició que Alí, de padre musulmán y madre cristiana, se viera expuesto a un peligro real de muerte.



Una tarde, al ser advertido por un vecino de las intenciones de un grupo de combatientes de asaltar su hogar, emprendió la huida junto a su mujer y sus hijos de 5 años y seis meses. En un primer momento, se asentó en su misma ciudad, en casa de un amigo, pero la escalada de la violencia le forzó a poner rumbo a Israel. Un mes más tarde, ante la imposibilidad de solicitar asilo en dicho país, voló a España, donde reside desde entonces.



Asegura que los inicios no fueron fáciles, pero ahora cuenta con un trabajo estable en CEAR que le permite independencia económica. Pero su idea es regresar a la República Centroafricana, el día que sepa que no le espera una amenaza de muerte.





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«Me gustaría volver a Siria cuando haya paz»

LINA - Siria

El conflicto en Siria es el que ha provocado un número mayor de desplazamientos en los últimos años. Más de once millones y medio de personas sirias han perdido su hogar. La mayoría de los que han logrado salir del país, están en los estados vecinos de Turquía, Líbano y Jordania

Lina (43 años, Siria) hizo todo lo posible por no dejar su país. Primero se mudó a una zona más céntrica de Damasco, donde resistió hasta el día que las bombas comenzaron a explotar cerca de su casa y del colegio de sus dos hijos. Entonces contactó con unos familiares en España para que le ayudaran a tramitar su visado y el de su familia. A finales de 2014 consiguieron llegar a Madrid. Lina habla de la suerte que tuvieron por no tener que arriesgar sus vidas en el Mediterráneo.



Tras permanecer en un centro de acogida en Getafe, la vida de Lina y la de su familia comienza a estabilizarse: tiene trabajo, habla español, sus hijos van contentos al colegio. Son ellos quienes mejor se han adaptado a esta nueva etapa, aunque también recuerdan con nostalgia su vida antes de la guerra. Ahora, la principal preocupación de Lina son los familiares y amigos que no han podido salir de Siria. Y no deja de soñar con que un día pueda volver a su país en paz.





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«Me encerraron en el CIE tras 13 años en España»

RENZO - Perú

España recibió 15.755 solicitudes de asilo en 2016. Esto supone 1 de cada 3.000 habitantes y poco más del 1% de las peticiones de asilo de la UE

Renzo (38 años) tuvo que abandonar su país cuando tan solo era un adolescente. Debido a su orientación sexual, sufrió numerosos ataques homófobos en su escuela y en su barrio que le hicieron emprender la huida. Renzo aterrizó en España, donde se alojaba en casa de un familiar. Más de 13 años después, cuando ya se sentía plenamente integrado después de haber completado un duro proceso de adaptación, fue detenido y enviado al Centro de Internamiento de Extranjeros (CIE) de Aluche al estar provisional por permanecer en situación irregular.



En esos 38 días estuvieron a punto de exportarle en dos ocasiones. «Es como estar nominado en un reality show y no saber qué día te van a deportar». Tras agotar todos los recursos posibles, Renzo solicitó asilo y esto le permitió salir del CIE. Ahora espera una resolución que le permita continuar su vida en España y no tener que volver a pasar por la discriminación y persecución que sufrió en su país.





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«Tuvimos que dormir a -23ºC cuando una bomba rompió las ventanas»

OLGA - Ucrania

En enero de 2017, el número de solicitudes pendientes de resolución alcanzó la cifra de 21.625

Olga (Ucrania, 28 años) llevaba una vida como la de cualquier otro joven que empieza su primer trabajo. Pero con el inicio del conflicto en su ciudad, Donetsk, huyó a una localidad cercana, alejada de las líneas de combate, aunque al no encontrar allí modo de sobrevivir decidió escapar sola hacia España, donde pudo reunirse con su hermano.



En junio de 2015, tras recibir asesoramiento por parte de CEAR, solicitó asilo en nuestro país y empezó a rehacer su vida en un centro de acogida. Ahora acaba de encontrar un trabajo en otra ONG y dice que cada día le gusta más España. Su solicitud continúa esperando una respuesta.





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«Si me quedaba en mi país tenía garantizada la cárcel, la tortura y tal vez la desaparición»

ALFREDO - Venezuela

Las tres nacionalidades con más peticiones fueron Venezuela (3.960), Siria (2.975) y Ucrania (2.570). Las dificultades en el acceso a solicitar asilo en la frontera sur, junto a la falta de vías legales y seguras, explican el descenso de solicitudes de personas de Siria y otros países de Oriente Medio y África

Alfredo (39 años, Venezuela) optó por no callar ante la corrupción que veía en la empresa hidroeléctrica en la que trabajaba. No calló ante las flagrantes irregularidades que según él se cometían diariamente y eso le costó no solo una acusación de sabotaje que derivó en su despido, sino también amenazas de muerte.



Tras ser advertido de una probable detención, Mendoza optó por dejar atrás su vida y abandonar Venezuela. «Tenía garantizada la cárcel, la tortura y tal vez la desaparición», asegura. Alfredo apenas tuvo tiempo para despedirse de su familia y prepararse para emprender un viaje que le llevó hasta España. Desde hace 12 meses espera la respuesta del gobierno español a su solicitud de asilo. Asegura que solo el hecho de pensar en volver a su país le genera pesadillas.





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«Hui cuando mi familia me quiso obligar a repetir la ablación»

ADAMA - Gambia

La falta de vías legales permitió que el año pasado más de 5.000 personas murieran en el Mediterráneo en busca de refugio, una cifra que asciende a 40.000 en lo que va de siglo. Estos datos consolidan al Mediterráneo como la ruta migratoria más mortal del mundo

Con tan solo cinco años el padre de Adama (18 años, Gambia) la sometió a una ablación. La mutilación no llegó a culminarse, motivo por el que -una década después- la familia decidió obligarla de nuevo a repetirla. Fue entonces cuando huyó de su país con tan solo 15 años, en plena noche y sin llevar más que lo puesto, comenzando un periplo que le llevaría a Senegal, Marruecos y, finalmente a España.



La joven cruzó la frontera en un barco de mercancías, sus primeros días durmió en la calle, hasta ingresar en un centro de menores. Cuando cumplió la mayoría de edad, CEAR le ofreció un centro de acogida y le animó a continuar sus estudios. «Ahora pienso que tengo futuro», asegura antes de afirmar que le gustaría ser enfermera. «Mi vida correría peligro si volviera a mi país».





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«Si colaboraba con los talibanes el gobierno me podía matar y viceversa. Y yo no quería matar a nadie»

ZABIOULLAH - Afganistán

La Unión Europea sigue incumpliendo sus compromisos de reubicación y reasentamiento: de las 182.000 personas que debía trasladar desde Grecia, Italia y terceros países, solo ha acogido a algo más del 20%. España a apenas el 7,5%

Zabioullah (22 años, Afganistán) confiesa que nunca ha tenido una vida fácil. Antes de emprender la huida, subsistía a duras penas junto a su familia, en un entorno de represión, pobreza y guerra. Su hermana fue asesinada. Él cree que por alguno de los que pedía su mano… Tras repetidas presiones para que se uniera a las filas de los talibanes, este joven afgano optó por marcharse de su país a pie, y dirigirse a Pakistán. Su familia vendió todos sus terrenos para pagar a un traficante de 12.000 dólares con la promesa de llegar a Europa. Este le ayudó a cruzar Irán, Turquía, hasta llegar a Grecia, desde donde llegó a España escondido en un camión.



Zabioullah desembarcó en Bilbao solo, sin recursos, y sin apenas posibilidad de comunicarse con nadie. Hasta que a una mujer que le encontró, no sólo le dio agua y comida, sino que le facilitó un traductor de su lengua, el farsi. Tres semanas después, llegaba un centro de acogida, y con el asesoramiento de CEAR pudo pedir un asilo que sigue sin respuesta. «A los que van a decidir sobre mi petición les diría que visiten Afganistán un mes...» comenta sobre esa decisión que puede suponer tener que volver a su país. Allí aguardan sus dos hermanos y su madre anciana. Su sueño es traerles a España. Su pesadilla, tener que volver a un Afganistán que siempre conoció en guerra.





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«El mar da miedo, pero atrás no dejaba nada bueno»

NOEL - Costa de Marfil

Este año cerca de 1.700 personas han perdido la vida tratando de llegar a Europa, más de 50 en las costas españolas

Noel (24 años, Guinea Conakry) pronto tuvo que emigrar a Costa de Marfil por motivos económicos y familiares. Pero tras el estallido de la guerra en ese país en 2002, tuvo que huir simplemente para salvar la vida y verse en uno de los dos frentes de ese conflicto. Así, inició una huida que le llevaría por Guinea, Mali, Argelia, y Marruecos. «Estaba obligado, atrás no había nada bueno», cuenta para explicar por qué decidió subirse a una barca de goma en la que remó hacia España con otras cuatro personas más, en un mar Mediterráneo en el que el año pasado murieron más de 5.000 personas.



Noel sobrevivió, fue rescatado y llegó a España. Después de transitar por varias ciudades y sufrir una agresión racista, encontró un lugar donde sentirse seguro en el centro de acogida de CEAR en Málaga. Ahora estudia lavandería y limpieza, y confía en que la respuesta a su petición de asilo sea favorable para poder seguir la vida que ha empezado a construir en España.





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CRÉDITOS



Coordinación - Marta Gastón

Imágenes - Stéphan M. Grueso (CEAR), Olmo Calvo (CEAR), Alicia Petrashova (CEAR) y Anna Surinyach (CEAR)

Realización vídeos - Stéphan M. Grueso (CEAR)

Redacción vídeos - Ricardo Cana (CEAR) y Alberto Senante (CEAR)

Textos - Comisión Española de Ayuda al Refugiado (CEAR) y Marta Gastón

Diseño web - Diana Matarranz