Movilidad urbana
La gran ciudad es para el vehículo eléctrico


Hace tiempo que la calidad del aire en muchas grandes ciudades del mundo ha alcanzado niveles preocupantes, por mucho que las normativas legales de cada urbe hagan auténticos equilibrios para garantizar, por un lado, la salud y, por otro, la movilidad de sus ciudadanos.

En París, Madrid, Oslo o Bogotá ya se han puesto en marcha iniciativas destinadas a contener los altos índices de contaminación que van desde la supresión de plazas de aparcamiento en el centro (como en la capital noruega) hasta la prohibición de circular en días alternos (implantada en la capital colombiana desde hace años) o la subida de las tarifas en la zona SER para los vehículos más contaminantes, aprobada recientemente por el Ayuntamiento de Madrid, pasando por las limitaciones de velocidad en los anillos periféricos. Precisamente el Ayuntamiento de Madrid, ha anunciado recientemente que en el año 2025 limitará la circulación de aquellos vehículos que no cuenten con el distintivo ambiental CERO o ECO.

Todas estas medidas son solo soluciones parciales a un problema que únicamente comenzará a decrecer de manera significativa con la generalización progresiva del coche eléctrico, cuyas emisiones (casi) cero y ausencia de ruido harán de las grandes ciudades lugares mucho más habitables en el futuro.

Tras una época de gran popularidad entre el público, los vehículos con motor diésel han pasado a concentrar la mayor parte de las restricciones. Si hace una década se luchaba sobre todo contra las emisiones de CO2, que generan especialmente los coches de gasolina, en los últimos años el objetivo se ha puesto en la reducción de los óxidos de nitrógeno (NOx) y las partículas (PM), de los que son responsables en mayor medida los vehículos de gasoil.

Ciudades más habitables

Los altos índices de contaminación que hacen saltar las alarmas sobre todo en periodos de excesiva estabilidad atmosférica adquieren toda su gravedad por la concentración de vehículos en un área limitada. De ahí que no suponga problema que circulen coches diésel por una carretera a 200 kilómetros de Madrid, pero sí que lo hagan dentro de la ciudad.

Ante este panorama, es inevitable que los grandes centros de población apuesten por la instalación de cada vez más puntos de recarga para coches eléctricos, aparte de los que los propios usuarios puedan colocar en el garaje de sus casas, lo que cuenta ya con muchas facilidades por parte de las compañías encargadas del suministro.

La carrera por mejorar la calidad del aire en las ciudades se desarrolla en paralelo con otros fenómenos sociales imparables. Por ejemplo, el menor interés del público joven por la posesión de un vehículo en propiedad da alas al car sharing o coche compartido, y las personas de más edad se unen también con creciente entusiasmo a una fórmula que se ha convertido ya en una presencia común en urbes como Barcelona o Madrid.

Entre las diversas iniciativas que se están generalizando está la que abandera el Grupo Volkswagen, MOIA, que pretende proporcionar soluciones de movilidad a las personas, bajo demanda y a precios asequibles, sin necesidad de tener coche en propiedad.

Teniendo en cuenta que muchos de los vehículos empleados por estas plataformas son eléctricos, es evidente que la conjunción de tecnología 100% limpia y de coche compartido –además de la conducción autónoma, tercer elemento clave de la movilidad del futuro– contribuirá de forma decisiva a reducir las congestiones urbanas y los preocupantes niveles de contaminación en las áreas más populosas del mundo.





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